Capítulo 19

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El microbús llegó a un nuevo pueblo, al atardecer. Recorrimos algunas calles. Laura grabó desde la ventana.

Llegamos a otro teatro clausurado, pero ya sabíamos que la clave era ubicar al último proyeccionista que hubiese trabajado en el teatro, sólo él tenía en sus recuerdos donde se guardaban las cosas y cuál era el destino de los que habían trabajado en el sitio.

Esta vez nuestro encuentro con los proyectores no fue tan mágico. Habían embodegado las máquinas sin mayor cuidado, y simplemente el tiempo y la humedad las había vuelto un montón de chatarra. La cabina de proyección había pasado a ser la tumba de la silletería inservible y cuanta cosa pudieran guardar en ella. Sin embargo, también pudimos encontrar varios carteles hechos por el Pipicasso, y un dato de adonde había migrado después de cerrado el teatro. Así que nos fuimos a buscar un sitio donde pasar la noche.

Aquí debo decir que lo que sigue en esta narración, me refiero a la forma en que "pasamos aquella noche", lo puedo contar gracias a que después del viaje, cuando estábamos asediados por la policía, encerrados en nuestra propia universidad, una de las cineclubistas me lo contó.

El asunto fue así: conseguimos un hostal pero, sólo ellas durmieron ahí.

— Yo no sé ustedes pero para mí el viaje va muy bien —dijo Virginia.

— Estoy de acuerdo... buen clima... buenas historias... buena compañía —complementó Clarissa.

— Sí... los muchachos son re-buena gente —aseguró Laura.

Y mientras ellas conversaban en cómodas camas extrañas, nosotros nos apeñuscábamos en el interior del micrubus estacionado afuera del hostal.

— Yo no sé ustedes pero para mí el viaje va muy mal —dijo Drugo.

— Es cierto... a pesar del sol... de los teatros descubiertos... y de que nos acompañan tres nenas... pero... —mencioné.

Entonces todos en coro dijeron: "¡Nada de sexo!".

Y como en una película cuando alternan de escenario para mostrar dos sucesos que ocurren al mismo tiempo, ellas y nosotros seguimos hablando como si estuviéramos a planetas de distancia, cuando realmente estábamos tan cerca, a la distancia de un rompimiento del hielo.

Ellas en el hostal:

VIRGINIA: Sí... son re-buena gente.

CLARISSA: Principalmente Tarot... ¿no cierto Virginia?

VIRGINIA: ¡Y porqué la pregunta!

LAURA: ¡Porqué será... si casi se resbala la niña en el charco de babas que le chorrearon todo el día!

Nosotros en el microbús:

DRUGO: ¡Cómo irá de mal el viaje si hasta Karenino reclama por sexo!.

KARENINO: ¡Yo no reclamo sexo... sólo que ustedes son tan predecibles que me resulta fácil anticipar sus coritos!

ELDE: Aunque yo me atrevería a decir que Tarot va bien.

DRUGO: ¡Bien seco será... porque se gastó toda la baba que tenía y mire que acá está con nosotros!

Ellas en el hostal:

VIRGINIA: ¡Ay por favor... Tarot es lindo pero nada de nada!

CLARISSA: Pues sí... ni él ni los otros...al fin y al cabo son cineclubistas.

LAURA: ¡Tal cual... todos son cortados con la misma tijera!

Nosotros en el microbús:

TAROT: ¡Qué va... ella es linda pero nada de nada!

ELDE: Pues sí... al fin y al cabo son cineclubistas.

DRUGO: ¡Y cómo todas las cineclubistas...!

Entonces dijimos en coro: "¡Están necesitadas de sexo!".

KARENINO: ¡Debería darles vergüenza... estar hablando así de ellas cuando en este momento deben estar compartiendo lo admiradas que están con nuestra compañía!

Ellas en el hostal:

CLARISSA: ¿Cuál de ellos lo tendrá como el Pipicasso?

Todas rieron.

VIRGINIA: ¡Pero qué cosas dices!

CLARISSA: ¡Pues lo pregunto porque si no encontramos al Pipicasso pues... tocará inventárnoslo... pero no podemos devolvernos sin finalizar el documental!

LAURA: ¡Eso es cierto... en ese caso... doy mi voto por Karenino!

Las tres se miraron y, se rieron.

VIRGINIA: ¡Yo también voto por él... al fín y al cabo es el afrancesado del grupo!

CLARISSA: ¿Qué?... ¡y eso que tiene que ver con el tamaño del pene!

VIRGINIA: ¡Pues boba... no pues que esa es la fama de los franceses!

LAURA: ¡No bruta... la fama de los franceses es que besan bien!

Nosotros en el microbús:

DRUGO: Saben una cosa... ¡deberíamos ir hasta el cuarto y... poseerlas!

Ellas en el hostal:

LAURA: Oigan... ¿le pusieron pasador a la puerta?

Nosotros en el microbús:

ELDE: ¡Estás loco Drugo!

KARENINO: ¡Déjalo, es que él se cree un galán de película erótica... cuando por lo menos le llevaría "Nueve semanas y media" lograr abrir la puerta del cuarto!

Ellas en el hostal:

CLARISSA: ¡Para qué... si afuera sólo hay cineclubistas!

LAURA: ¡Ay... pero sería lindo si alguna de nosotras...!

VIRGINIA: Sí... sería lindo.

CLARISSA: Sí... dejemos la puerta sin pasador entonces.

Nosotros en el microbus:

DRUGO: ¡Saben qué... ya me dio sueño!

ELDE: A mí también.

TAROT: Y a mí.

KARENINO: ¡En últimas... afuera solo hay cineclubistas!

LOS CINECLUBISTASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora