LOS CINECLUBISTAS

Capítulo 43

En el edificio, las cineclubistas avanzan.

—Tenemos que llegar a tiempo para reunirnos con las muchachas —dice Virginia, apremiada.

—¿Escuchaste el silbido? —pregunta Clarissa.

—Sí, la tanqueta debe estar cerca.

Cuando llegan al comienzo de la escalinata, Clarissa, mirando hacia abajo menciona alarmada:

—¡Mierda, vienen subiendo los anti-motines!

—¿¡Qué vamos a hacer!? —riposta Virginia.

Clarisa se dirige hasta el borde del balcón y le silba a un encapuchado que está al frente de ellas, en el tercer piso del edificio vecino. El encapuchado ante las señas de Clarissa se percata de la situación. Entonces, las cineclubistas reciben apoyo cuando desde el frente varios encapuchados empiezan a arrojarles piedras y botellas incendiarias a los antimotines que vienen subiendo.

—¡Vamos... reguemos toda la gasolina de las botellas y... el perfume de Karenino! —propone Clarissa.

—¡Buena idea... y hasta el aceite de marihuana de Drugo!

Ambas riegan todo el contenido de lo que llevaban con la idea que cuando les llegaran los antimotines se cayeran y pudieran anularlos.

Observan cómo a sus refuerzos del frente les llegan más antimotines, haciendo que los encapuchados que las habían auxiliado huyan. Sin embargo, mirando por el foso de las escalinatas hacia abajo, se dan cuenta de que logró pasar al asedio un anti-motines, y que ya está próximo a llegarles por las escaleras.

Cuando llega, el anti-motines se detiene frente a ellas, y cuando se decide a correr con su bolillo amenazándolas, se cae estrepitosamente y no se puede levantar. Con cada intento por pararse simplemente se ridiculiza y se embadurna más.

De pronto, Clarissa, prende un encendedor.

— Creo que hoy vamos a adelantar la celebración del fin de año —dice Clarissa alzando el encendedor y mirando con autoridad al anti-motines.

—¡Sí, con lo que me gusta a mí quemar el muñeco de año viejo! —le sigue el juego una Virginia con rostro de asesina de película gore.