Capítulo 52

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Cuatro enfermeras escoltan la camilla donde está Karenino. Pero estas enfermeras son particulares. Están vestidas al estilo de la diseñadora española Agatha Ruiz de la Prada, exactamente con sus "vestidos-mesa", ropajes de color blanco de alta costura que incluyen patas metálicas con rodachines que salen desde la falda en forma de mesa, y que tienen unos corazones blancos de tela traslúcida que cubre sus cabezas. Dos enfermeras van delante de la camilla y las otras dos empujan desde atrás. Karenino alza su cabeza y observa emocionado y con sus ojos vidriosos, y sólo él, dentro de su imaginario, aprecia que es un homenaje a la obra: "Vestidos-mesa by Agatha Ruiz de la Prada". Las enfermeras lo introducen al quirófano.

Nosotros, humanos normales, con el corazón en la mano por la suerte de nuestro amigo, vemos cómo un médico llega hasta nosotros. Y nos habla.

Una de mis frases favoritas, rezaba que siempre es mejor arrepentirse por lo que se hizo que por lo que se dejó de hacer, pero mientras escuchaba a aquel médico, pensaba seriamente en que estaba muy equivocado. Cuando nos dijo que la vida de Karenino estaba comprometida y, que las próximas cuarenta y ocho horas iban a representar para él una batalla épica por su supervivencia, supe que íbamos a pasar cuarenta y ocho horas arrepintiéndonos por lo que habíamos provocado.

El médico se marchó, y nosotros quedamos en un abatimiento y desasosiego visible. Que se incrementó cuando vimos llegar a la mamá y el hermanito de Karenino, ambos llorando. Laura llora, Clarissa y Virginia la intentan consolar. Tarot se apresta a tirar las carátulas pero se arrepiente, Drugo y yo nos damos cuenta de ello y, le indicamos que aprobamos el hecho de que se abstenga de predecir el futuro.

LOS CINECLUBISTASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora