LOS CINECLUBISTAS

Capítulo 33

—¡Elde... Elde... ya sé cómo consigues un buen número de voluntarios para el grupo de Troyanos! —me dijo Drugo con un entusiasmo sospechoso.

—En serio... ¿cómo? —le seguí el juego.

—¡Ármate primero el oráculo... con las niñas más lindas de la universidad y verás cómo te llueven voluntarios!

Todos se rieron, incluyendo Karenino.

—¿Qué tan lindas Drugo? —le preguntó Laura entre risas.

—¡Lo suficiente como para que inspiren unas buenas Fellinis!

Así se fueron dando las cosas: entre ideas descabelladas y risas desaforadas. Mientras tanto, aparecieron nuevos grafitis en diferentes partes de la universidad, más amenazantes. Se apreciaban los encapuchados preparando botellas de gasolina con mechas y otros envasando leche (para los gases). Los estudiantes acumulaban sillas en las entradas y desmontaban puertas, bloqueando todas las vías de tránsito en el campus.

Nosotros también nos pusimos manos a la obra, guiados por nuestras ideas absurdas sacadas de las películas que habíamos visto. Al otro día, a pesar de sumar la segunda noche de mal dormir, estuvimos trabajando intensamente, cada uno con su agenda. Drugo por ejemplo unió a su plan de montar la canción de Foo Figthers, la idea de fabricar gran cantidad de su Pasollini. Para ello se conversó a su exnovia quien le consiguió los equipos del laboratorio de química, mientras sus amigos de la banda se encargaron de introducir al campus donaciones de otros músicos que querían contribuir con la causa dando marihuana de gran calidad. Drugo entonces se apoltronó debajo de un árbol, manipuló frascos, maceró hierba y mantuvo mecheros encendidos, y así pudo obtener la cantidad de aceite de hierba, y con esto, fácil consiguió los motociclistas voluntarios suficientes, como para conformar un escuadrón motorizado de al menos una decena de motos con sus tanques llenos de mezcla de gasolina y de su aceite psicotrópico.