Capitulo 3

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NARRA ELIZA:



Ya llevábamos más de 1 hora en el lugar, las charolas de tequila desfilaban en las mesas tanto como los jóvenes que nos invitaban a mí y mis amigas a bailar.

Estábamos en los palcos de un exclusivo Club de la ciudad, el dueño era un amigo mío desde hace unos 4 o 5 años, se podría decir que este era el sitio de mis conquistas desde entonces, porque al ser un club exclusivo, me garantiza que no cualquier papanatas entraba, así que podría ligarmelo sin problema alguno. 

Acaba de sentarme mientras tomaba otro trago de tequila de una de las charolas de las mesas, mientras descansaba mis pies, *Nota mental:  Jamás volver a ponerme estas zapatillas para salir a bailar, veía como Samantha al igual de las otras chicas bailaban cerca de las mesas puestas a nuestra disposición por Richi, el dueño del lugar a quien hace un par de semanas hable para reservar lugar para la despedida de soltera de Samantha. 

Mientras estaba sentada, no evite ver que por las escaleras subían 3 jóvenes guapos, mejor dicho, muy guapos, pero el que sin duda llamó toda mi atención era el más alto de los 3, yo le calculo desde mi lugar 1.80 de estatura como mínimo, lo observe con disimulo a través de mi vaso, vi que se sentaron en las mesas de junto que Jack uno de los guardias del lugar le indicaba.

- Jack – lo hable mientras pasaba a lado mío después de dejarlos instalados

- Si, dime mi lady – así me llamaba él y el resto de los chicos del lugar, digo falta decir que después de venir más de 4 años seguidos casi todos los viernes y sábados los trabajadores del sitio ya me conocían – ¿en qué puedo ayudarte?

- Sé que esto te sonara raro, pero – hice una pausa, tenía que formular bien mi pregunta para no sonar muy interesada - ¿Quiénes son los chicos a los que trajiste a los palcos? – pregunte al fin - es que no los había visto antes por aquí -agregue rápidamente

- No se bien quienes sean, solo sé que son amigos del jefe, pues él mismo fue a buscarlos a la puerta y me dijo que los trajera a los palcos, pero debo decirte, aquí entre nos – mientras se acercaba más a mi oído – que ya los he visto antes, por lo menos a uno de ellos, pero siempre viene al área común- terminó por fin

- Ah ya, eso era todo, amor - agregue esto último guiñandole un ojo, siempre lo hacía con los empleados, y no para ligarlos, no, pero eso siempre me garantiza un mejor servicio de parte de ellos

- Para mí fue un placer ayudarte -me dijo mientras me daba un beso en la mejilla y se iba

- ¿No será que ahora pretendes ligarte a los meseros? – dijo Cristina una de las chicas que habían venido con nosotras, ella era compañera de Sam del despacho, y con los años se agregó a nuestro circulo de amigas

- No, solo le preguntaba algo, además él no es mesero, es uno de los guardias de seguridad – dije tajantemente, no estaba en contra de relacionarme con alguien de la clase social menor que yo, era algo que mis padres me habían enseñado, tratar a los empleados como amigos, porque ellos son los que te ayudan a construir un imperio mientras tu solo los diriges – pero si fuera a ligarme a alguno, no dudaría en que fuera el, es muy guapo -agregue, mientras cris se reía

- Bien si tú lo dices, pero dime que vas llevarte a la cama a alguno de esos -dijo señalando a los amigos que ya me había fijado antes

- Que discreta eres – le regañe

- Hay por Dios Eliza, sabes que ser discreta no es lo mío- dijo con una sonrisa en la boca – además tu eres de mis amigas que aún me mantiene vinculada a la soltería – dijo formando un puchero

- Yo no te mande a casarte – Cristina se había casado hacía más de 2 años – ni a embarazarte ni tener hijos- puso los ojos en blanco

- Obvio no fuiste tú, fue el maravilloso hombre que está en mi casa, cuidando de nuestro pequeño Kevin – Kevin era el hijo de Cris, tenía cerca de 6 meses

- Ya, ya; entiendo los amas intensamente y no cambiarias nada del mundo por ellos – dije secamente

- Ya comprenderás cuando te cases y tengas hijos – dijo con total ilusión

- Bueno, que se traen tú y Samantha, ya solo por el hecho de casarse ¿se creen con el derecho de decirle a las mujeres solteras que se les acerca su hora? -dije con fingido enojo

- Samantha es un caso perdido, yo no te estoy mandando a casarte como seguramente ella si, solo te digo que algún día llegara el indicado, pero mientras te estoy sugiriendo ir a liarte con el equivocado – dijo con una sonrisa pícara mientras se ponía de pie y me guiñaba un ojo, ¿y ahora está que se traía?

- Disculpa – dijo una voz muy masculina detrás de mí, lo cual me hizo girarme, y ahí estaba él, de cerca era muchísimo más guapo, podía ver que tiene los ojos color claro, y una barba cerrada que hizo que inconscientemente me mordiera el labio inferior



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