Capítulo 8

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Javier llama a Cass desde la sala, Michell, que jugaba con su muñeca de trapo en la barra, la sigue alegremente; en la sala las esperan Abby y Javier con cara de pocos amigos.

- ¿Qué ocurre? – a Cass se le ocurre que tal vez vayan a echarlas por haber ofendido a Abby y el pánico se instala en su estómago.

- Las reglas cambian. – Cass y Michell se miran atónitas ante el tono duro de su tío.

- ¿Eso qué significa? – pregunta Mich con un hilo de voz. Su tío las mira con ternura antes de decirles.

- Nada malo para ustedes, tranquilas.

- ¿Entonces? – pregunta Cass.

- Ahora Abby va a ayudar en las labores del hogar, como ustedes, tenderá su cama, levantará sus platos y los lavará, las tratará con respeto y cordialidad, limpiará su cuarto, ya saben esas cosas.

- ¿Ahora Isa ya no va a tener trabajo? – pregunta Michell con angustia.

- Claro que sí, pero ahora va a ser menos, la tenemos que cuidar porque es el alma de esta casa. – le dice con dulzura a Michell, Cass sonríe y su hermana se abraza a sus piernas con alegría.

- Abby. – ésta lo mira con amargura y rencor.

- ¿Qué?

- Estoy esperando que hagas lo que te he pedido. – le dice pacientemente su padre, pero firme.

- Lo siento. – dice y se marcha inmediatamente a su cuarto, para hablarle por teléfono a su mejor amiga para quejarse de su padre y a Ethan para que vaya.

- ¿Tío? – dice Cass cuando éste comienza a alejarse.

- ¿Sí, pequeña? – Michell toma su muñeca y desaparece en la cocina en busca de Isabel, Cass se acerca a su tío y le dice, ruborizándose:

- Ya tengo trabajo, en el café del tío de Ethan, pero no tengo cómo llegar, me preguntaba si tal vez tuvieras alguna motoneta o una bici. Yo pagaré la gasolina si hace falta. – retorciéndose las manos, nerviosa, lo mira esperanzada, lo conmueve y le sonríe.

- Dile a Christian que te saque la motoneta azul cielo de mi esposa, tal vez esté un poco polvosa, pero funciona a la perfección, dile que le ponga gasolina, ¿sabes manejar una? – Cass asiente lentamente.

- ¿No prefieres guardarla de recuerdo? Era...de mi tía. – dice vacilante Cass.

- Estoy seguro de que ella hubiera querido que la tuvieras, ella era igual que tú. – la mira con nostalgia y Cass se ruboriza.

- Gracias.

- No es nada, cariño.

Después de pedirle a Isabel que hablara ella con Christian y después de que él hiciera lo que le pidieron, su nueva moto Scooter LML Star 4T 200, estaba reluciente de limpia y lista para ser manejada, Cass la observó fascinada y con una sonrisa de orgullo, se fue a preparar a las 11:30 am, se bañó y se puso sus Jeans desgastados, una blusa blanca y sus converse blancos, se hizo una coleta alta y despeinada y bajó para irse pronto, afortunadamente la noche pasada se había aprendido el camino hasta allí.

Se coloca el casco azul cielo y enciende la moto, dentro de la pequeña cajuela mete una chaqueta y su mochila, se sienta en el sorprendentemente cómodo asiento blanco y sale rápidamente del garaje y se encamina hacia la cafetería.

Llega a las 12:50 pm y al parecer Edgar está encantado, le indica que estacione su motoneta bajo techo y le entrega su uniforme, que solo consiste en una playera blanca con cuello y con el logo de la cafetería en el lado derecho, se la cambia y enseguida le dice que su puesto es el de cajera, cosa que la sorprende mucho, ya que normalmente ese puesto lo ocupa alguien de extrema confianza, pero lo acepta agradecida, a los 15 minutos la cafetería está a reventar y Cass no deja de moverse ni un minuto, la actividad es frenética y le encanta poder estar ocupada sin pensar demasiado, sus compañeras la tratan con amabilidad y enseguida se toman cariño, todas son lindas y amables, aproximadamente todas tienen entre 16 y 19 años, por tanto se entienden y llevan de maravilla.

- Niña, es tu descanso, puedes salir o parar un rato. – al ver que Cass seguía enfrascada haciendo cuentas y acomodando el dinero, sonrío con admiración y gratitud, ninguna de sus empleadas había demostrado tal interés y dedicación.

Llegaron las 8:30 pm en un abrir y cerrar de ojos, Cass estaba haciendo el reporte que debería hacer cada día con una precisión militar, Edgar y ella contaban el dinero de la caja mientras los últimos clientes se terminaban su café y se iban, sus compañeras limpiaban mesas y lavaban platos así como la cocina; el cartel que anunciaba que estaba cerrado estaba puesto, ambos alzaron la cabeza al escuchar la campanilla de la puerta, Ethan aparece vestido con unos Jeans ajustados y claros, con una playera blanca y una chaqueta de cuero negra, con una botas algo desgastadas, le sonríe de lado a Cass cuando ella se le queda mirando fijamente, Edgar se ríe por lo bajo al ver que la chica olvidaba la cuenta y comenzaba de nuevo.

- Buenas noches. – dice Ethan suavemente, acariciando los oídos de Cass con su voz, todas sus compañeras suspiran y lo miran embelesadas desde la barra, Cass pone los ojos en blanco y contesta bastante malhumorada.

- Buenas noches.

- Hola, hijo, ¿qué tal el día? – Confundido por la reacción de Cass, frunce el ceño y se sienta con ellos, demasiado cerca de Cass como para que se pueda concentrar.

- Bien, algo ajetreado, estuve todo el día en un solo caso.

- ¿Quieres un café? Pareces cansado.

- No, estoy bien, gracias, de hecho, vine por Cass. – la aludida niega imperceptiblemente con la cabeza y continúa contando.

- En cuanto acabe esto puede irse. Esta chica de verdad es una joya, no la voy a dejar ir muy fácilmente. – sonriente se levanta y le ordena a la fila de niñas embelesadas que regresen a lo que estaban haciendo.

- ¿Cass? – ella alza momentáneamente la mirada y lo mira con la misma confusión.

- ¿Qué?

- ¿Qué pasa?

- Nada. No tenías que venir por mí.

- No tienes transporte, pensaba llevarte a casa en mi coche.

- Tengo una motoneta, pero gracias. – apila todas las monedas y los billetes los amarra con una liga, se levanta y se pone la chaqueta, se despide de sus compañeras y de Edgar y comienza a caminar hacia la puerta, Ethan la sigue después de despedirse de su tío y guiñarles un ojo a las chicas.

- Espera. – Cass se detiene y mete en la cajuela su mochila y su uniforme, se quita la coleta y se acomoda el cabello, Ethan mira fascinado cómo sus rizos naranjas le caen por la espalda hasta su estrecha cintura y siente calor de pronto.

- ¿Qué necesitas, Ethan? – le pregunta con cordialidad, pero distante.

- ¿Estás enojada conmigo? – su confusión es palpable y ella se arrepiente de su ataque de inmadurez.

- No. Sólo estoy cansada y quiero llegar a casa para dormir y cuidar de Mich, ha sido un día largo y pesado. – Ethan la observa detenidamente y se le acerca demasiado, sus narices se rozan y sus corazones se agitan.

- ¿Segura?

- Sí, ¿por qué habría de estar enojada contigo?

- No lo sé, Abby también suele tener cambios de ánimo. – Cass abre mucho los ojos ante la mención de su prima, sintiendo un balde de agua fría cayéndole y lo aparta de un empujón, se pone el casco y se sube a su moto, cuando está a punto de arrancar Ethan se pone enfrente de ella.

- Perdona, no debí mencionarla.

- Descuida, hiciste muy bien en mencionarla, me recordaste que eres su novio y que vivo en su casa, por favor, no me busques, no me hables y si puedes no me mires.

- Cass...

- No me llames así. – dice con los dientes apretados y apunto de llorar de impotencia.

- Cassandra, por favor, estás exagerando. Podemos ser amigos.

- No, gracias. Ahora quítate. – en ese preciso momento sale Edgar y mira la escena con confusión.

- ¿Qué ocurre? – Ethan se quita de enfrente de Cass y se dirige a su tío, ella aprovecha, con un movimiento de mano se despide y se aleja a toda velocidad de ellos, dejando a un Edgar confundido y a un Ethan abatido.

¿Te cuento un secreto, corazón...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora