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—¿Eso es todo?— parece que Happy esperaba algo con más sangre y dolor.

— Sí, se consiguen muchas cosas hablando después de pensar.— esto lo digo yo, que he disparado a alguien hoy mismo.

— Pero les hemos traicionado.— susurra Thomas que aún tiene sospechas.

— Tully dice que lo dejará pasar por esta vez, pero a partir de ahora tiene que haber transparencia.— cito literalmente sus palabras.

— Seguro que quieren venganza.— gruñe Happy con el ceño fruncido.

— Él dará esa orden, y los nazis cumplen sus órdenes sin rechistar.— estoy orgullosa de ver la aprobación en las caras de todos ellos.

—¿Cómo va a funcionar eso de la transparencia?— claro, la aprobación más difícil de conseguir es la de mi padre.

— Tendré que visitarle en la cárcel cada cierto tiempo para ponerle al día.— he pensado en todo, un plan sin fallos.

— No, no debes estar con él.— Abel habla por primera vez.—iré yo.

—Tengo que ser yo, es lo que él quiere.— ojalá pudiera no volver allí pero hice una promesa de meñique.

—¿Por qué tú?— pregunta Tig, parece preocupado, creo que se siente culpable por no  haber evitado lo que me pasó. No tiene porqué, todos estamos sanos y salvos.

— No sé, es bastante raro.— me dan escalofríos de miedo y asco, mezcla de mierda.

— No sé si me gusta la idea.— dice Chibs con esa forma de hablar de padre preocupado por su princesita que va al baile de fin de curso.

—Vamos Chibby, parece que tu niña sabe cuidar de sí misma.— así es, hace mucho que esta princesita fue al baile.

— Creo que es el momento.— dice Abel con esa sonrisa maligna que queda tan bien en él.

Happy me quita el chaleco y con una navaja le arranca el parche de prospect.

—¿Me vais a echar?— no es que sea el sentido de mí vida pero me mola ser parte del club.

El legado de los hijos de la anarquía (Sons of anarchy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora