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—Nos van a alcanzar.— digo sin uñas de tanto morderlas.

—¿Y qué coño quieres que haga?— era difícil dejarles atrás con una furgoneta cochambrosa.

—Um momento...— sus motores se oían rugir antes de que aparezcan los hijos de la anarquía.— Acaban de llegar Chibs, Tig y Rat.

No les cuesta alcanzarnos con las motos haciendo zigzag entre el tráfico.

—Nosotros nos encargamos, cielo.— grita Tig junto a mi ventanilla.

Cada moto se coloca delante de un coche patrulla para impedir su paso y por fin les perdemos de vista.

—Gira a la derecha aquí.— señalo con mi mano aún temblorosa.

—Sé cómo llegar a Diosa.— gira a la derecha como yo he dicho.— ¿Qué haremos con las armas?

—Esconderlas dentro de Diosa.— un plan simple pero efectivo.

—Es en el primer sitio donde buscará la policía.— me mira como si yo fuera la idiota.

—Necesitan una orden judicial para registrarla.— recuerdo cuanto le molestaba eso a mi madre.

—No en este pueblo de mierda.— puede que sepa las leyes, pero no cómo se aplican en Charming.

—Putas.— digo sin más.

—Tranquila, se me ocurrirá algo.—dice echando en freno de mano.

—No, las putas de Diosa.— quizá confiar en unas prostitutas y mandarlas a sus casas con nuestras armas esperando que las trajeran de vuelta, no es la mejor idea del mundo, pero es lo que hay.

El legado de los hijos de la anarquía (Sons of anarchy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora