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—Raven!— todos están esperando en la puerta de la comisaría cuando salgo.

—Oh, mi niña.— Chibs es el primero en abrazarme como si llevase años sin verme.—¿Estás bien?— asiento con la cabeza.— ¿Han conseguido que les digas algo?

—No.— literalmente he estado respondiendo «no» a todas sus preguntas, incluso cuando preguntaron si mi nombre real era Raven.

—Esa es mi chica.— Tig y yo chocamos los puños.

—Debí estar ahí.— Abel me abraza tan fuerte que casi me deja sin aire.

—No estaba sola.— puedo ver a Thomas que mira al suelo sin expresividad en la cara.

—Humbert Humbert.— Happy se refiere a Abel.— Tengo que llevarme a Lolita.— es increíble el repertorio de parejas con finales trágicos con las que nos comparan.

—¿Para qué?— preguntamos los dos al unísono.

—Ve con él, es una sorpresa.— cuando Tig lo dice me siento más segura.

—Vamos al garaje, está allí lo que necesito.— él sube a su moto, desearía tener la mía aquí, pero me toca ir atrás otra vez.

Por suerte Charming es pequeño y el trayecto es corto, menos de veinte minutos.

—Oye Happy,¿por qué nos llamas así a Abel y a mí?— tengo el presentimiento de que es porque mo le caigo bien.

—Porque estáis destinados al fracaso.— abre la puerta y junto a la barra llena de chupitos hay una silla con tinta y una máquina de tatuar al lado.— Romeo y Julieta, Sid y Nancy, Humbert Humbert y Lolita, Jack y Rose, Teller y Knowles, John Lennon y Yoko...— llegados a este punto, me había bebido cuatro chupitos de tequila sin limón ni sal.

El legado de los hijos de la anarquía (Sons of anarchy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora