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Me despierto tapada con una sábana blanca, no es la mía, las vistas desde la ventana tampoco son las mías, ni siquiera la habitación es la mía. Lo único que parece ser mío es la ropa tirada en el suelo.

— Mal.— me digo a mí misma mientras me visto y me preparo para salir a hurtadillas.— Muy mal.— la peor parte es ver a Wendy que me saluda con la mano.

—Hey Raven, te he preparado el desayuno.— se me cae la cara de la vergüenza y aún así me esfuerzo por fingir una sonrisa.— Tu chaleco está listo.

—Gracias.— me pongo el chaleco y me siento frente a todo eso que ha preparado, todavía me sabe la boca a whisky así que no me apetecen tostadas.

—¿Cómo tomas el café?— dice con una taza en la mano.

—Solo.— nunca digo no a mi tentación con cafeína.

—¿Quieres hablar?— ella hace que me atragante.

—Joder, no.— no soy una de esas personas de las que abren su corazón, prefiero intentar olvidarlo mientras me recuerdo lo idiota que soy.

—Oye, sé que para ti no ha tenido el mismo significado que para Abel pero intenta no hacerle mucho daño.— parece la madre preocupada que es y me parece precioso.

— Él no saldrá herido.— o eso intentaré.

El legado de los hijos de la anarquía (Sons of anarchy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora