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—¡Las manos en alto!— solo llegan dos coches de policía hasta Diosa, supongo que el otro se habrá llevado a Chibs, Tig y Rat.

—Debería estar jubilado.— suspira Nero mientras todos alzamos las manos, como si estuviéramos en pleno concierto.

—¡Al suelo! ¡Al suelo!— obedecemos tranquilamente y los agentes pasan dentro en estampida.

—Hey, necesitáis una orden de registro.— le digo al tipo que me está esposando.

—¿Qué?— me ayuda a ponerme de pie y me mira a los ojos.— Tú no deberías estar aquí.

—Ya...— en cierto modo tiene razón, no pertenezco a este lugar (todavía).

—Vamos, estáis arrestados.— nos agarra del brazo a Thomas y a mí.

—¿De qué se nos acusa?— creo que esto ni siquiera es legal.

—Joder, no sé qué haces con esta gente.— oigo su risa a mis espaldas, odio que se burlen de mí.

—Lo llevo en la sangre.— consigo darle una patada antes de subir al coche, aunque le acabo de dar una razón para detenerme.

—Enhorabuena, este es tu primer viaje al calabozo, con parada en la sala de interrogatorios.— me susurra Thomas.

—No me han leído mis derechos.— digo molesta.

—Qué viaje más largo.— suspira el policía poniendo los ojos en blanco.

El legado de los hijos de la anarquía (Sons of anarchy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora