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Tengo que admitir que los Mayas son los putos amos haciendo fiestas.

La música se oía desde el aparcamiento de la entrada donde estábamos Happy y yo.

-¡Cabrones!- grita con una sonrisa.- Han empezado sin nosotros.

Toma mi muñeca y me lleva hasta la puerta.

-¡Happy!- dijo la señora que abrió la puerta.- Hay tequila en la cocina.- en cuanto terminó la frase él salió disparado por el pasillo central.- Hola, tú debes ser la hija de Chibs.

-Sí, soy yo.- se nota la diferencia en nuestros acentos.

-Pasa, tu padre debe estar por aquí.- me dirige hasta el salón donde hijos y mayas bebían juntos.

-Raven.- me saluda Chibs haciendo un gesto para que me acercara.

Quiero aclarar que ya había consumido una gran cantidad de alcohol y eso hace que camine haciendo eses.

—¿Cielo, estás bien?— yo asiento al lanzarme en el sillón menos elegantemente de lo que me gustaría.

—Tengo el tatuaje.— susurro y él sonríe orgulloso.

—Hey, Colibrí.— yo arqueo una ceja al ver a Abel dando marcha atrás disimuladamente al darse cuenta de que mi padre estaba delante.

—¿Colibrí?— él me hace una seña para que vaya a su lado pero yo niego con la cabeza, dudando que pueda levantarme y no terminar en el suelo.

—¿No te gusta?— niego con la cabeza.— Pues ya tienes tu mote, Colibrí.

—¿Qué quieres, rubito?— entonces Abel señala una pancarta colgada en la pared «Bienvenida, Raven».

El legado de los hijos de la anarquía (Sons of anarchy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora