3.

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   —Lamento haber tardado.

   Zaira abrió los ojos al oír la voz de Bellamy. Pestañeó varias veces para enfocar su figura, la cual se acercó a ella tras cerrar la puerta y se sentó en la cama con una bolsa de hielo en sus manos. Estaba tan cansada que había olvidado por completo el dolor del tobillo ya entumecido.

   —Debes estar cansada —comentó tendiéndole la bolsa. Ella se desperezó y se sentó para apoyar el hielo en la zona hinchada, incluso bajo el pantalón ajustado que llevaba podía notar que su tobillo no estaba en su tamaño normal.

   —¿Cuánto tardará en curarse? —preguntó levantando la mirada hacia Bellamy, quien alzó las cejas confundido por un segundo. Sus ojos vagaron por el tobillo de Zaria y luego se encontró con los suyos.

   Se mantuvo unos segundos en silencio, tal vez analizando la situación. Supo, en cuanto suspiró, que se había dado cuenta por qué preguntaba.

   —No tienes por qué huir, ¿sabes? —afirmó con sus cejas elevadas e inclinándose levemente hacia delante para lograr que le prestara atención, incluso detrás de las cicatrices y suciedad de su rostro distinguió varias pecas—. Estás a salvo aquí.

   Zaria bajó la mirada, inundada de incertidumbre y cansancio. Bellamy era sincero, lo sabía. Con diecinueve años tenía claro cuando una persona mentía o trataba de manipularla, lo había aprendido a la fuerza en Azgeda. Pero aunque estuviera diciendo la verdad, dudaba que todo Skaikru pensara lo mismo.

   —Ni siquiera sabes quién soy —susurró buscando algún indicio de desconfianza en su rostro, pero solo se encontró con la sombra de una sonrisa.

   —No necesito saber quién eres para darme cuenta que en el bosque corrías peligro.

   La seguridad y espontaneidad con la que hablaba la asombró.

   A Zaria se le dificultó mirarlo mientras pensaba que tal vez allí no corría tanto peligro, mientras Azgeda no supiera de su presencia y Bellamy la ayudara a integrarse, entonces, estaría bien... Al menos por un tiempo.

   Cuando levantó la mirada, lo hizo con una sonrisa.

   —Soy Zaria —dijo, simplemente. En otro tiempo hubiera completado su presentación con el Clan al que pertenecía pero después de meses en el bosque había comprendido que sería una falta de respeto y una mentira. No era parte de un Clan, era parte de sí misma.

   Bellamy asintió y se giró para apoyar las manos en sus piernas antes de levantarse.

   —Estoy seguro de que aún no quieres contarme qué sucedió en el bosque —comentó sin ningún tipo de maldad.

   Los recuerdos del guerrero tratando de matarla inundaron su mente, un escalofrío le recorrió el cuerpo al darse cuenta que había asesinado a alguien. Otra vez. Debería estar acostumbrada, pero cada vida que quitaba era una carga más sobre sus hombros.

   —Tal vez mañana —respondió mirándolo con una sonrisa, o al menos lo intentó. Bellamy asintió y se encaminó hacia la puerta.

   —Iré a darme una ducha. Descansa —dijo. Ella asintió, le tendió la bolsa de hielo y él la tomó antes de dejarla sola.

   Zaria volvió a recostarse en la cama, esta vez con las sábanas sobre su cuerpo.

   Sí que había extrañado aquella sensación.



   —¿Zaria? —Oyó su nombre a la distancia—. ¿Zaria? —Bufó. ¿Por qué la llamaban tan temprano? Aún estaba cansada. Necesitaba seguir durmiendo para no recordar todo lo que vivió el día anterior...

El Viaje → Bellamy BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora