—De pequeña me enseñaron a pelear, a defenderme y gobernar —empezó Zaria, sin saber muy bien si lo estaba haciendo correctamente pero la mirada atenta de Bellamy le dejó saber que, de igual forma, él prestaba atención—. Nunca me sentí identificada con nuestra cultura y saber que debía ocupar el lugar de mi madre no ayudaba a que me imaginara creando un futuro en Azgeda. —Se detuvo, dándose cuenta que jamás había tenido la oportunidad de expresarse en voz alta. Su forma de exponerse tan desordenada demostraba que para ella, esto era algo imposible—. Mi familia sabía lo que sentía pero mi madre y Roan nunca me apoyaron. Mi padre, sí. Él era el único que comprendía por lo que estaba pasando pero cuando fue asesinado, no tuve otra opción que atenerme a las reglas de mi madre. —Suspiró—. Llegó un momento en mi vida que comprendí que no deseaba estar allí. No deseaba ocupar el trono y decepcionar a mi gente con mi incapacidad de darles lo que ellos pedían. —Miró a Bellamy, quien en ningún momento desvió sus ojos de su rostro incluso cuando ella miraba hacia algún punto perdido de la habitación—. Así que huí. —Sonrió con cierta tristeza—. Me han buscado desde entonces y todo se intensificó cuando mi madre murió.
Esta vez, Bellamy frunció el ceño.
—¿Sabes que murió?
Zaria asintió sin lograr mirarlo a los ojos.
—Sí. Antes, paseaba por las calles de Polis. Se habló por días de la muerte de la Reina de Azgeda, yo estaba allí para oír lo que decían.
Un silencio se abrió entre ambos y ella lo agradeció. Lo necesitó para acomodar sus ideas.
—Lo siento —susurró Bellamy con tanta sincerar que un vacío se abrió en el pecho de Zaria. Alzó la mirada y le sonrió en forma de agradecimiento. Sus ojos se movieron unos segundos por la habitación, parecía estar pensando en qué decir y Zaria supo que así era cuando volvió a mirarla para hablar—: Todos luchamos por sobrevivir aquí abajo, y la violencia es la respuesta más rápida.
Esta vez, fue ella quien se mantuvo en silencio procesando lo que Bellamy acababa de decir. En parte, tenía razón pero Azgeda existía antes que Skykru, al igual que el resto de los Clanes y hubo tiempo suficiente para lidiar con cualquier problema que tuvieran.
—Sé que nadie es inocente —comentó alzando otra vez la mirada—. Pero tú no pareces ser como el resto.
Bellamy sonrió. En otro momento, Zaria se hubiera avergonzado por lo que acababa de decir, pero necesitaba mostrarle su gratitud aunque fuera por meras palabras sinceras.
—Todos hicimos cosas terribles —admitió. Zaria frunció el ceño.
—¿Y qué hiciste para acabar con el rostro así? —cuestionó en voz baja, sin querer ofender pero también muriendo de curiosidad por saber qué había ocurrido. Por un momento, creyó que no le respondería, ya que alejó la mirada y se irguió en la cama pero cuando se mantuvo en silencio, supo que se trataba de un tema serio.
—Cometí un error —soltó de repente. Incluso cuando pestañeó varias veces, ella logró notar las lágrimas que cubrían sus ojos.
—¿Qué hiciste? —inquirió, esta vez más preocupada que curiosa.
—Fui parte de un asesinato... Un amigo... —Giró la cabeza, tratando de ocultar su rostro.
En todo el tiempo que Zaria había vivido en Azgeda, jamás se había encontrado con alguien tan arrepentido. No conocía qué había sucedido con Bellamy y su amigo, pero la forma en que le afectaba, la conmovía. Conocía ese sentimiento, porque ella misma lo había vivido.
Sin contenerse, apoyó su mano en la de Bellamy, la cual estaba sobre su pierna. No la alejó, pero tampoco la miró.
—Traté de ayudar —susurró—. Pero fue demasiado tarde. —Cuando se detuvo, Zaria notó que ahogó un sollozo.
—Lo intentaste —repuso—. Lo que fuera que haya pasado, estaba fuera de tus manos.
—Mi hermana no piensa así —dijo, esta vez mirándola. Sus ojos marrones estaban envueltos en lágrimas.
—¿Ella te hizo esto? —cuestionó Zaria, completamente descolocada. No esperó a que le respondiera, porque la expresión de Bellamy lo dijo todo—. Nadie merece esto. Ni tú, ni yo, ni nadie. —Suspiró—. Bellamy...
Pero en aquel instante, ambos oyeron un ajetreo en el exterior. Bellamy se puso de pie y trató asomarse por la pequeña ventana de la habitación poniéndose en puntas de pie.
—Voy a ver qué está pasando —dijo tomando la chaqueta que estaba apoyada en la pequeña mesa que estaba de su lado y ni siquiera la miró cuando cerró la puerta detrás de él.
Zaria se quedó sentada unos segundos, pensando en todo lo que sucedió. Hacía horas había estado cerca de ser capturada pero un integrante de Skaikru la había encontrado y salvado, ahora acababa de mantener una conversación tan íntima que no se podía comparar con nada de lo vivido anteriormente.
El ajetreo fuera se volvió más constante y la curiosidad de Zaria creció. ¿Qué podía pasar si salía para echar un vistazo? Si estaba pasando algo importante, todas las miradas estarían centradas en una sola cosa menos en ella. Además, tenía el uniforme exacto de los guardias, podía pasar desapercibida...
Se puso de pie y vistió las botas, el tobillo aún dolía pero se mantuvo concentrada en salir de allí y lucir lo más natural posible. Cruzó el pasillo por el mismo camino en el que habían llegado, además era imposible perderse, ya que varias personas seguían una sola dirección. Antes de darse cuenta, estaba en la puerta redonda y en el exterior. Cerró los ojos unos segundos, disfrutando del aire gélido y agradeciendo por fin tener el sol en su cara, pero su paz no duró mucho cuando las voces volvieron a captar su atención. Miró a una multitud de pie frente a Clarke, parecía estar parada en una especie de tarima que la hacía más alta que todos y el centro de atención. Al parecer, sí estaba a cargo.
Zaria se acercó para oír mejor qué era lo que decía y notó la figura de Bellamy a un costado, estaba acompañado de una chica morena.
—El mundo —decía Clarke—, como lo conocemos, acabará en seis meses.
Todos comenzaron a hablar a la vez pero los oídos de Zaria parecieron perder la audición por completo. ¿Había escuchado bien? ¿Clarke estaba afirmando que el mundo se acabaría? No podía ser verdad. Sacudió la cabeza, creyendo que lo había imaginado pero los susurros llegaron a ella. Era verdad.
—Pero si trabajamos juntos, podremos convertir la Estación Alfa en nuestro refugio.
Tenían una solución. Claro que sí. Era imposible dar una noticia así sin tener un respaldo para calmar a las masas.
Zaira dejó de oír por completo, no le interesaba lo que pudiera seguir diciendo porque todo iría dirigido a Skaikru, ella no pertenecía allí.
Se dio la vuelta para comenzar a caminar sin rumbo fijo pero alguien la detuvo tomándola del brazo. Alterada, giró sobre sus pies y trastabilló, pero Bellamy la sostuvo.
—¿Estás bien? —preguntó, inclinando la cabeza para poder mirarla mejor. Zaria dudó antes de contestar.
—No —respondió y trató de soltarse de su agarre, pero carecía de las fuerzas necesarias—. No... —repitió mirando hacia otro lado, sin poder enfrentarse a Bellamy.
—Estarás bien...
Fue todo lo que necesitó para captar su atención.
—No es cierto —replicó, unas lágrimas rebeldes cayeron por su rostro—. No tengo dónde ir —admitió, haciendo que su peor miedo se hiciera realidad—. No tengo dónde ir —repitió.
—Te quedarás aquí, Zaria. Conmigo —repuso Bellamy. Zaria quiso decirle que no era verdad, que cuando tuviera que elegir entre su gente y ella, elegiría a Skaikru porque la lealtad era lo más importante. Pero ni siquiera tuvo tiempo de abrir la boca cuando se vio envuelta en sus brazos mientras sollozaba con fuerza porque el mundo se terminaba, porque no pertenecía a nada y por todo este tiempo que estuvo en el bosque, sola.
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El Viaje → Bellamy Blake
Fanfic«I survived through rainstorms, sandstorms I fought the war, now it's time to go home» FanFiction basada en la cuarta temporada de la serie The 100.