17.

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   Zaria abrió los ojos cuando sintió una mano sobre su espalda. Sonrió al darse cuenta que se trataba de Bellamy.

   Anoche, tras llegar de su pequeña aventura, habían bebido en la fiesta y luego se dirigieron a su habitación, donde estuvieron juntos una vez más.

   Hundió su cabeza en la almohada tratando de ocultar una sonrisa aunque le estuviera dando la espalda a Bellamy, quien se había aburrido de acariciar su espalda y comenzó a tocar su cabello. La delicadeza y cariño que transmitía causaba en Zaria algo que jamás había sentido y no deseaba que terminara nunca. Alejó cualquier pensamiento que tuviera que ver con Praimfaya, la Sangre Oscura y los búnkeres.

   Giró para mirar a Bellamy. Ambos sonrieron y Bellamy escondió un mechón del cabello de Zaria detrás de su oreja.

   Los ojos marrones de Bellamy tenían un brillo especial aquella mañana... O tarde. Había perdido la noción del tiempo, seguramente se habían quedado hasta la madrugada en la fiesta y dudaba que se hubieran despertado junto con el amanecer.

   —No quiero levantarme —susurró Zaria ante el mero pensamiento.

   —No tenemos que hacerlo —respondió Bellamy de la misma manera. Sonrió de forma dulce antes de acercarse a ella. Zaria se recostó hacia arriba y, en lugar de ver el aburrido techo gris, vio el rostro de Bellamy tapado por unas sombras.

   Sus rulos caían de forma irregular, Zaria se atrevió a enredar los dedos en ellos y él inclinó la cabeza para que no alejara su mano. Se fijó en sus pecas, que tantas veces intentó contar pero falló en cada uno de los intentos, y cuando sus ojos se encontraron los marrones de Bellamy, un pensamiento la golpeó de repente.

   ¿Y si esta era la última vez que lo vería de ese modo?

   Alejó la pregunta de su mente, horrorizada, pero su rostro no ocultó lo que pensaba y Bellamy se había dado cuenta. Frunció el ceño.

   —¿Qué pasa? —susurró preocupado.

   Zaria suspiró, reprochándose mentalmente por no saber ocultar lo que pasaba por su cabeza. Bellamy se dejó caer a su lado y se apoyó sobre su codo para poder observarla mejor. Zaria lo miró.

   —No quiero arruinar el momento —contestó, pero debía haber sabido que Bellamy no dejaría ir el tema.

   —No lo estás arruinando. Puedes contarme lo que sea... —El tono de voz que empleó, tan simple pero a la vez infundándole confianza hizo que un sentimiento que no había contemplado hasta ahora se abriera paso.

   —Tengo miedo —admitió. Bellamy se quedó en silencio y su mirada se perdió en las sábanas por unos segundos. Se dio cuenta que él se sentía de la misma forma.

   Antes de contestar, apoyó su cabeza en su mano y suspiró.

   —Yo también —dijo, mirándola a los ojos. Zaria se animó a continuar.

   —¿Qué pasa si no hallan una solución? —preguntó con temor a la respuesta, pero Bellamy no tardó en contestar, al parecer ya lo había considerado.

   —Supongo que moriremos con Praimfaya —respondió, a pesar de la facilidad con la que había dado su respuesta, Zaria se dio cuenta en sus facciones cuánto le pesaba pensar de esa manera.

   Zaria también quería sobrevivir. No deseaba que su vida se acabara de esa forma, al fin había visto una pequeña esperanza de salir de la condena en que se hallaba y junto a Bellamy todo parecía ser un mejor. Lo miró desde donde estaba, lo notó cansado pero también relajado. Se preguntó una vez más por cuántas cosas había pasado a lo largo de todo este tiempo, sabía que había más que no conocía y tal vez nunca lo haría.

   —Prométeme que si hay una manera de sobrevivir, la tomarás —pidió. Bellamy frunció el ceño, confundido.

   —Claro, ambos la tomaremos —dijo como si no fuera lo más obvio del mundo, sonrió pero su sonrisa desapareció cuando Zaria se giró para mirarlo seria.

   —Bel... —susurró ella, captando toda su atención—. Necesito que lo prometas...

   —No lo haré —sentenció. Su rostro serio al igual que su voz. Zaria comprendió que no habría forma de llegar hasta él, debía haberlo sabido desde un principio. Si la situación fuera al revés, ella tampoco se atrevería a prometer algo así.

   Miró a Bellamy, tratando de comprender en qué momento se había vuelto tan importante para ella... ¿Le hubiera pasado lo mismo si Praimfaya no existiera? La respuesta nunca la sabría, solo estaba segura de una cosa y era que se había enamorado de él.

   Se acercó a sus labios para sellarlos en un beso donde trató de expresarle lo que sentía sin palabras. Bellamy no se alejó, la recibió con los brazos abiertos y volvieron a dejarse llevar por el momento.

El Viaje → Bellamy BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora