11.

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   Zaria sabía que no llegaría lejos corriendo, pero igualmente no se detuvo ni siquiera cuando comenzó a sentir cosquillas dolorosas en el tobillo. Debía salir de allí antes de que Clarke o algún guardia la detuviera.

   Para su suerte, no había nadie en los pasillos de la Estación y cuando cruzó la puerta se detuvo en busca de aire y de una respuesta sobre qué hacer a continuación. Tras un vistazo, notó que un grupo de gente amontonada se estaba abriendo paso hacia la puerta donde ella estaba de pie. Por un momento, el corazón se le detuvo pero sus ojos captaron que dentro del gentío se encontraba otra persona, al parecer herida. Detrás de ellos, vio un caballo y no pudo evitar sonreír mientras comenzaba a trotar.

   —¡Zaria! —oyó una voz inconfundible gritar su nombre, Zaria no se detuvo en ningún momento y en cuanto se subió al caballo que bufó bajo su peso, vio que cuatro guardias corrían a su encuentro, con su pistola en mano.

   —¡Vamos! —gritó al tirar las riendas, el animal relinchó y giró sobre sus cuatro patas para comenzar a trotar. Las puertas de la Estación estaban abiertas, pero Zaria no quería correr ningún riesgo y aumentó la velocidad del caballo, quien no dudó en responder a sus órdenes. Con el viento chocando contra su rostro y el cabello tapando su visión, a Zaria se le dificultaba ver pero lo que menos necesitaba en aquel momento era aminorar la marcha.

   Solo cuando cruzó las puertas y se adentró en el bosque se permitió respirar.

   Jaló las riendas del caballo para que comenzara a caminar. En la paz del bosque, se aseguró que ningún guardia la hubiera seguido y cuando se hubo cerciorado que estaba sola, su mente comenzó a trabajar. ¿Cómo encontraría a Bellamy? Sabía que Roan estaba en Polis, pero no podía arriesgarse a ir, de nada servía si la asesinaban antes de salvarlo. Cerró los ojos para concentrarse. Necesitaba una solución urgente, pero nada se le ocurría. Parecía que se había arriesgado demasiado al escaparse de la Estación, tal vez debería haber hecho caso a Clarke...

   Clarke.

   Volvió a abrir los ojos mientras recordaba su conversación. Le había rogado porque se quedara, había dicho que sería capaz de hacer una negociación... Claro. Esa era la respuesta. Clarke estaría dispuesta a negociar con Roan sobre la vida de Bellamy, y para eso debían tener un encuentro en común pero dudaba que la rubia tuviera contacto con su hermano y Roan no era conocido por quedarse sentado en espera. Se acercaría. La impaciencia lo carcomería, prepararía a su ejército para ir hacia la Estación y Bellamy estaría con ellos.

   Y Zaria sabía exactamente qué lugar cruzaría Azgeda.


   Dejó al caballo junto a un árbol y se bajó con cuidado. Incluso entre las siluetas de los árboles logró ver dos camionetas estacionadas. Skaikru se había adelantado, pero no se sintió cohibida sino alegre porque significaba que estaba en el lugar correcto. En lugar de caminar hacia el precipicio, decidió recorrer la zona... Y vaya que fue una buena decisión: vio a dos guardias, una mujer y un muchacho, recostados sobre una piedra con sus rifles y trípodes apuntando dentro del precipicio.

   Siguió caminando, esta vez un poco más impaciente. Necesitaba saber si Bellamy estaba con ellos, y esperaba que la respuesta fuera positiva.

   Se detuvo para acercarse al precipicio, desde donde estaba dudaba que le prestaran atención al menos que hiciera algún movimiento brusco o causara un sonido, pero no le preocupaba. Sabía cómo moverse sin que notaran su presencia, así que no tembló cuando se recostó y asomó la cabeza. Pudo observar el ejército de Azgeda dándole la espalda, reconoció la silueta de su hermano de pie frente a un caballo y un dolor recorrió su pecho, el cual se intensificó al ver que dos personas se hallaban agachadas en el suelo, aquel cabello oscuro y enrulado evocó en su memoria momentos anteriores cuando todo parecía estar bien.

El Viaje → Bellamy BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora