Aquel día no sería un buen día. Lo supe desde que me levanté, hasta en la ducha. De esos días que, simplemente deseas que al cruzar la calle, te pise un auto. O comprarte una cuchilla para cortarte las venas. Cualquier cosa.
Aquel iba a ser un maldito día de mierda.
Mi vida había cambiado en cuestión de un mes. Un asesino en serie, un chico guapo que me miente, y un chico que tarde o temprano tendré que mandar a la friendzone.
Después de bañarme me decidí a mentirle a Julian para no tener que ir al trabajo.
Fue solo decirle que "estaba muy enferma", "Me duele muchísimo la panza" cualquier cosa, con tal de que sonara inocente. Eso era todo. Simples técnicas de manipulación.
Me vestí como yo. Ropa simple. Y salí en busca de algo que me diera respuestas.
Primero que nada, fui al callejón, donde el asesino estuvo a punto de cargar con su nueva víctima (yo), pero que Grant (mi héroe) me salvó de ser descuartizada por él.
Hay unas rejas al final. Debió de haber escapado por allí. Las rejas son altas, por lo tanto, el simple hecho de que haya trepado hasta allí para salir me dice que debe de tener un buen cuerpo.
Camino hasta las rejas, es así cuando encuentro algo. Eureka. Una tela gris. Pudo haber sido de su capucha, la que siempre lleva puesta al parecer.
La agarro, nada de restos de sangre que me digas que se lastimó sin querer al trepar. Ni un solo cabello.
Pero algo era algo ¿no? Tenía un pedazo de su tela. De algo me serviría.
Al siguiente lugar a donde voy, es a una librería. Necesitaba respuestas. Ansío las respuestas a todo lo que me está rodeando últimamente.
-Buenas tardes-saludé.
-Ajá.
Uich. Qué señora tan descortés.
-Quería hacerle una pregunta.
-no respondo dudas-me espeta. Y hasta ahí llega mi paciencia. Doy un golpe al mostrador, ella da un brinco en su asiento reclinable. Casi cae de bruces.
-Escúcheme, pajarraco andante-solté con gran ímpetu. -Yo tampoco he tenido un buen día, y estoy tratando de no darle un puñetazo. Sea cortés. No quiere ver a esta Pelirroja enojada...
-O... Okay-balbuceo, claramente aterrada.
-Grant Gustin.-continué-búsquelo en cualquier editorial. No me importa qué encuentre. Cualquier cosa que tenga que ver con ese nombre, hágamelo saber. Grant Gustin-repetí.
Fueron entre treinta minutos más o menos, hasta que ella por fin me habló.
-Ninguna editorial, señorita.
-¿Está segura?
-Segurísima. Solo dice que es el hijo de uno de los mejores agentes del FBI, que ya falleció. No se le ve más historial... Pero... Hay una foto, con un hombre llamado Seth.
-¿Seth? -fruncí el ceño. Grant jamás me ha mencionado a ningún Seth. La señora voltea su ordenador. Definitivamente es Grant, con un hombre unos diez años mayor que él. Sonrientes.
-Seth McAll es su nombre completo.
-¿Puede buscarle también?-pregunté, casi suplicando.
-Ya lo hice-sonrió victoriosa.
-¿Y?
Esta señora empieza a agradarme.
-Es un jardinero. Fue perseguido por una pandilla, el FBI resolvió su caso. Vive en Hampshire.
Ya tengo mi nuevo destino.
Imprimí la fotografía. El viaje sería de dos horas, tanto como de ida como al volver, y estoy corta de tiempo. Mañana haré el viaje, no me arriesgaré a encontrarme a Grant Gustin al volver, tengo que hacer el viaje desde la madrugada.
Mientras vuelvo a mi apartamento observo la fotografía, Grant parece un poco más joven. Y el hombre, con ojos azules y barba.
Puede que ese tal Seth McAll no me de todas las respuestas que necesito. Pero alguna resolverá.
¿Habrán sido mejores amigos Grant y Seth? ¿El difunto padre de Grant habrá ayudado en su caso? O peor aún, ¿fue Grant alguna vez víctima de algún caso? ¿Fue acosado y violentado? Solo una persona podría responderme eso.
Seth McAll.
Cuando llego al edificio lo encuentro. Grant. Gracias a Dios que no me fui a Hampshire. Hubiera dañado todo mi plan.
Me acerco a él con una sonrisa en mi rostro, incapaz de contenerla aunque mi subconsciente me diga que, me miente, sea una mentira blanca, pero mentir es mentir.
Me veo obligada a borrar mi sonrisa cuando lo veo rodeado de agentes del FBI. Me observa preocupado. ¿Qué ha pasado ahora?
Comparte unas palabras más con los agentes. Ellos me miran con lástima.
—¿Q-qué pasa?—tartamudeo.
—Vine a buscarte y me encontré con ellos... —frunce los labios. Hay algo más.
—¿Grant?
—Te van a trasladar. Este apartamento ya no es seguro...
Siento como si me tiraran una cubeta de agua helada. Como si sufriera de claustrofobia y estuviese encerrada en un armario.
—¿Trasladarme?—se hace un nudo en mi garganta. Mi visión se nubla cuando las lágrimas comienzan a amenazar con salir.
No...
—A otro país.—nuestros ojos se encuentran. Sus ojos están cristalizados. Me alejarán de él. Me harán huir y esconderme.
Por favor, no.
—¿Por cuánto tiempo? ¿Cuánto tiempo estaré lejos de... De ti?
Trago duro.
—Hasta que encuentren a tu acosador... Es inteligente, no ha dejado ninguna huella, ni un rastro... Les supliqué que me dejaran ir contigo, pero dicen que no pueden confiar en nadie... Ni siquiera en mí.
No, por favor.
—¿No sospechan de nadie?—inquiero. Si el FBI sospecha de alguien, podrían iluminar mi camino a averiguar mis dudas. Pero Grant niega con la cabeza.
—Si sospechan de alguien, no me lo dirán. Ni a mí, ni a ti.
—¿Cuándo me llevarán?
—Mañana en la noche. Para ser más camuflado, según entendí.
Clavo mis nudillos en mi cuero cabelludo. Mis lágrimas ya no aguantan más. Los sollozos salen desprevenidos. Y Grant... Mi corazón se resquebraja cuando veo unas cuantas lágrimas rodando por sus mejillas. Nos abrazamos.
—Sh, todo estará bien. Esto es por ti, estarás mejor allá... Te amo.—susurra en mi cabello, quiero decirle que yo también lo amo. Con toda mi alma. Pero mi garganta está seca.
Minutos después comparto unas palabras con los agentes, que me dicen a dónde me llevarán, como será mi protección. Las mentiras que dirán en la empresa donde trabajo para que no sea sospechoso. Le hago prometer a un agente que llamará a mi hermano. No puedo tener contacto con las personas que amo. Estaré encerrada, hasta que ese malnacido esté tras las rejas, pagando por lo que hizo a otras chicas, y a mí.
Permiten que Grant se quede esa noche conmigo. La última noche, por un largo tiempo.
No hay palabras que decir. Ambos estamos en silencio, ninguno romperá el silencio, porque sabemos que no hay palabras de consuelo. No hay nada que pueda alivianar el dolor de ambos.
Sin embargo, esa misma noche ninguno de los dos habla. Nos entregamos en cuerpo y alma, a la espera del adiós.¡Hey! ¿Cómo os quedáis si os digo que esta historia está llegando a su fin? ¡Sí! ¡Esto está terminando! Y os va a sorprender el final.
All the love.
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The Airplane
RomanceThe Airplane Primero su hermano, luego el tráfico, Danielle ya estaba desesperada. Todo parecía apuntar a que, el destino claramente no quería que ella tomara ese vuelo a Estados Unidos, o por el contrario, el destino quería que ella viajara con un...