Capítulo 22

455 40 16
                                    

Todo se vuelve negro, absolutamente negro. Ciertos puntitos brillantes comienzan a danzar en frente. Los oídos me pitan, y el vértigo no tarda en llegar y lograr que todo el lugar comience a darme vueltas. 

Me han dado un golpe bastante fuerte en la cabeza, y me han dejado allí, tirada y desolada. 

Agito la cabeza varias veces para comprobar que tan mal estoy, y para mi suerte todo comienza a acomodarse. Ya todo ha dejado de girar. 

Me levanto del suelo, y corro hacia donde él se ha ido. 

No va a escapar, no otra vez. Esta vez le atraparé. 

Recuerdo las sabias palabras de Grant: "Quédate aquí, por favor". Pero aquello de ignorar las sabias palabras ya se me está haciendo una muy mala costumbre. 

Antes de siquiera abrir la puerta me agarran del cuello, gimo en respuesta. El aire se me corta, los pulmones me arden. 

—Debiste quedarte allí en el suelo, perra pelirroja.

Vociferan en mi oído y mi sangre hierve. 

¿Pelirroja? ¿El hijo de puta me ha dicho pelirroja? Y no solo pelirroja, también me ha dicho perra. 

Ahora va a ver quién es Danielle Panabaker. 

Encuentro un espacio entre su brazo, que con dureza hace una llave al rededor de mi cuello, paso por debajo de su axila, y le retuerzo la muñeca. Gime más alto de lo que yo hice anteriormente, y antes de soltarle le doy un codazo en el coxis.

—¡Ahhh!—grita con desesperación. Saco mi arma antes de que pueda hacer alguna otra de sus maniobras. Sus manos se alzan instintivamente ante mi arma. Se ha acabado. Sabe que está jodido. Y sabe que esta "perra pelirroja" le ha ganado. 

—Soy castaña rojiza.—sonrío triunfalmente. La puerta por la que entré antes de que 'Magnus', el narcotraficante que tengo en frente me asestara un golpe en la cabeza, se abre. 

El rostro de Grant es todo preocupación. El equipo está detrás de él, todos con armas. 

Grant me observa, luego a Magnus, luego su mirada fulminante vuelve a mí. El equipo entra para llevarse al hombre que hemos estado siguiendo durante casi tres meses.

Grant y yo quedamos solos. Me quito mi chaleco anti balas. Esa cosa a veces logra desesperarme.

—Antes de que digas algo... Te amo...—agrego inmediatamente. Él alza las cejas, irónico. Se carcajea.—E hice spaggettis para la cena. 

No sonríe. Ni siquiera se inmuta. 

—Cuando me dijiste que querías ser agente del FBI creí que era porque querías hacer el bien, no porque fueses una suicida. Se supone que debes huir de la muerte, no correr a ella, Danielle.—la seriedad con la que me riñe me dan ganas de reír, pero sé que eso le enojaría más. Le miro fijamente, no importa cuán enojado esté, sus ojos azules siempre brillan al verme. 

—Y cuando nos casamos no dijiste en tus votos que serías mi padre, Grant...

Ese último comentario le hace sonreír. Se acerca a mí y me besa para después abrazarme. Mi espalda cruje bajo sus brazos. Es la mejor sensación del mundo. 

Cuando llegamos a casa me tiro en el sofá con un jadeo. Ha sido un día tan pesado y agotador. Grant se tira a mi lado. Todo es silencio. Luego el se levanta, va a la cocina y calienta los spaggettis por mí. 

Cenamos en el sofá, mientras vemos 'The Flash'.

—No vuelvas a hacer eso —dice de repente. 

—¿El qué?—mi falsa inocencia a veces logra sacarle de quicio, me agrada hacer eso. Suspira, como si tratar conmigo fuese la cosa más difícil del mundo. No lo dudo. 

—Correr como una loca hacia un criminal...

—No quiero pelear, Gustin—respondo cortante. Desde que trabajo en el FBI hemos tenido la misma disputa. Grant es más astuto y dócil a la hora de tener una misión. Mientras que yo soy más bruta y rebelde. 

Pero hasta ahora ninguno de los dos ha sufrido un daño. Solo que... a veces lo planeado se nos sale de las manos, pero... ¿Qué cosa planeada sale bien? 

—Eres una necia —sonríe travieso. Hoy no va a haber pelea, por lo menos.—pero una excelente agente. 

—¿Va a ascenderme, jefe?—digo sentándome en su regazo. Le rodeo el cuello con mis brazos y él mi cintura. 

—¿Jefe? —mira mi boca, y luego mis ojos— juego de roles... Esto es... excitante. 

Nos reímos. Le aparto de un empujón para luego reprocharle que es un pervertido. 

Voy a la cocina a lavar los platos. Mientras lo hago pienso. Sí, no hay mejor momento para pensar que cuando restriegas un plato o una cuchara. 

Mi vida es perfecta. Tengo un empleo fascinante, mi propia casa, a mi hermano y mi sobrina. Y sobre todo, estoy casada con el hombre perfecto. Soy feliz solo de tenerlo cerca mío. Soy plenamente feliz desde que le conozco. 

Siempre en un momento de tu vida llega alguien que te da más sonrisas que llantos, esa es la persona indicada. 

Me seco las manos y voy a la sala. Grant está al teléfono, cuelga y me observa con una enorme sonrisa.

—Tenemos una misión.—informa. 

—¿Dónde?

—México... Tendremos que tomar un avión mañana. 

Nos miramos, cómplices de nuestra historia. 

—Vale, pero no te pongas a fingir que estás asaltando el avión—hago un gesto de desagrado— Ese truco es viejísimo. 

Grant se carcajea. 

—Sí, es viejo. Pero funcionó contigo, Pelirroja. 

FIN. 






Primero que nada: muchísimas gracias por el apoyo que obtuvo 'The Airplane'. Os amo por eso. Es de esas historias que disfrute a montones escribir. Si ustedes se envolvieron en la historia solo con leerla, no se alcanzarán a imaginar de qué modo disfruté escribiéndola. Os agradezco montones, enserio. No saben la alegría que da el ver tanto amor en comentarios. 

Esta historia. Todas las que he hecho y las que vendrán se las dedico a mi abuela. Que al igual que Danielle, se permitió ser ella misma, y vivir a su modo. Aunque esto le costó dolor, logró ser feliz.

Planeo escribir otra historia con estos personajes, así que estad pendientes. ¡Snowbarry es lo mejor de la vida!

Hasta la próxima. 

Rose Black And White. 

The AirplaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora