Capítulo 7

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Tengo una pesadilla.
No de esas extrañas a las que estoy acostumbrada: me caigo de un edificio. Chucky me persigue con una M16 y mágicamente aparezco en un bar, con un chico guapo. No... Esta pesadilla fue más real, más lógica, lógica entre muchas comillas.
Corría por un callejón solitario, pero no era yo. Era Grant, pero yo lo veía todo desde sus ojos, su perspectiva. Estaba asustado, enfadado, confundido.
Grant entra a un callejón sin salida, aún no comprendo si persigue algo, o por el contrario huye de algo. El sueño cambia.
Ahora soy yo. Pero estoy atada en una mesa de madera, amordazada y desnuda. No os confundáis, no soy fan de 50 sombras de Grey, no me gusta que me azoten. Pero en ese momento preferiría incluso que me azotaran, porque en el fondo sabía lo que se venía. Los cuchillos, tenazas y demás elementos con los que se puede hacer morir a una persona de dolor, me lo decían todo. Quien quiera que me hubiese puesto acá, planeaba utilizar en mí dichos artilugios afilados
Enfrente mío apareció un hombre con una máscara de cerdo. Mi sangre se heló, el vello de todo mi cuerpo se erizó. Comencé a temblar.
No solo porque me iban a torturar, si no que, me sentía traicionada y llena de ira. A ese hombre, secuestrador y ansioso de hacerme picadillo lo conocía. Sé que sí, lo conozco, el me conoce.
Lejos del sueño escucho un susurro, una voz varonil y ronca.
—Está todo bien—me calma.
Siento un peso a mi lado. El frío se sustituye por calor, y protección. Siento como unos brazos me abrazan y me estrujan contra un torso grande y fuerte. El sueño comienza a desvanecerse, y con el, mi miedo.
—Yo te protegeré...

La luz del sol entra por la ventana, y entonces soy consciente de todo. Me levanto de golpe: 12.00PM. Mi trabajo, joder.
Julian me asesinará.
Me pongo a pensar que tal vez, si entro ya en la ducha y me arreglo rápidamente, llegaré temprano. Pero incluso el haber pensado en ello me quitó tiempo. Más tarde llamaré a Julian, mi jefe. Y le pediré disculpas.
Me tranquilizo, después de todo, no es nada que no tenga solución.
Vuelvo a acostarme, y acobijarme con el edredón del hotel. Está calentito... Demasiado calentito...
Ay, no.
Jadeo, fingiendo ya haberme dormido (Claro, como si eso fuera posible), y muevo el culo un poco hacia atrás. Choca con algo... Más bien con alguien... No, más bien con la entrepierna de alguien. Murmuro una maldición.
Grant se retuerce detrás mío y me abraza. No puedo evitar no sonreír.
Pero el encanto se va segundos después. Debo de salir sin despertarlo, entrar al baño, maquillarme y cepillarme los dientes y el cabello. No quiero que el vea lo horrible que soy al momento de levantarme.
Giro un poco. Lo veo, está dormido. Tiene una camisa blanca.
Entonces por fin pienso que...
Alzo el edredón... Yo tengo mi pijama puesto, y el también. Suspiro de alivio.
Comienzo a planificar mi escape al baño.
Salgo, lentamente. Grant se queja cuando mi cuerpo le abandona y abre los ojos.
«Fuck» insulto mentalmente.
—¿A dónde vas? —pregunta incrédulo. Luego observa bien mi posición, en el suelo, sentada y con cara de niña a la que acaban de pillar haciendo alguna travesura. Se carcajea.
Me levanto, agarro una almohada y lo golpeo.
—¡Eres un idiota! —exclamo cuando la almohada aterriza en su rostro. El me agarra de la cintura y me tira a la cama, caigo encima de él.
—Estás hermosa —responde después de unos segundos silenciosos y para mí, eternos. Me da un beso en la coronilla de la cabeza.
—Buenos días—le saludo como es debido.
—Buenos días —responde él.
—¿Qué haces en mi cama, abrazándome como si fuese tu Osito cariñocito?
Ayer terminamos nuestra velada muy tarde. Le invite a mi cuarto, sería peligroso si el caminase solo por ahí, a altas horas de la noche. Pero acordamos que yo dormiría en la cama, y el en el sofá. Me puse mi pijama (una camisilla, y un pantalón viejo), y el agarró ropa limpia de hombre que había dejado el personal de aseo aquella tarde (su camisa blanca, y unos pantalones celestes).
—Quiero dormir contigo—recuerdo que me dijo— Prometo portarme bien, y dejar las manos fuera de tu base— hizo un puchero. Yo me reí, tanto el como yo sabíamos que, una vez ambos en la cama, ninguno podría dejar quietas las manos.
—Hasta mañana, Gustin.
—¿Ahora soy Gustin para ti? —finge estar ofendido— está bien Panabaker... Descansa.
No nos despedimos con un beso. Ambos sabíamos que sería algo incómodo. No éramos nada, no somos nada. Pero ambos desearíamos ser algo. Me acerqué a él, y nos abrazamos. Y cada uno se fue a dormir en su "base".
Grant se queda pensando en qué responder. Arqueo una ceja, espero no esté inventado alguna excusa ingeniosa al estilo Gustin.
Decidí hacer un comentario sarcástico, pero el ceño de Grant se contrae. Me asusta.
—¿Qué soñaste ayer?
La pregunta me toma desprevenida. Así que por eso se pasó a mi cama. No para tocarme prohibidamente, ni para ser desobediente. Lo hizo para cuidarme. El fue quien me brindó calor, cuando mi pesadilla solo me mandaba vientos gélidos.
Me levanto y me siento, el me imita.
—Si no me quieres contar, no te preocupes. Enserio estabas muy asustada anoche. Me preocupé muchísimo, estabas sudando frío... Lamento haber dormido contigo, pero quería cuidarte.
Esbozo una sonrisa, y me acaricio los brazos, mis vellos están erizados. Esto es incómodo.
Grant acaricia mi mejilla, para después besarla, sonrío.
Ese sueño me preocupa realmente, muchísimo.
—Gracias—logro decir al fin, aunque la voz se me apaga al final. No quiero hablarle del sueño. No por vergüenza, sino porque sé que, es algo mío. Que hay algo qué descubrir, y lo haré yo sola.
El aire es tenso, Grant lo aliviana.
—¿No fuiste a trabajar?
—No me desperté... Julian me asesinará, hablaré con él desp...
—¿Julian? —Grant arruga el ceño, y aprieta la mandíbula. Inmediatamente se da cuenta de su error, y afloja su cuerpo tensado— ¿Quién es?
Su sonrisa es fingida. Claramente.
Desde que nos conocemos no he mencionado a Julian, en ningún momento. Pero al mencionar su nombre, Grant lo reconoció inmediatamente. ¿Se conocen? Y si así es el caso, el debe de odiarlo. Su cara de ira lo delató.
Pero no le pregunto nada. Sé que no me responderá a pesar de que le insista a hablar.
—¿Recuerdas el rubio con el que hablaba, antes de ir a tomar el Frapuccino?
—Sí —contesta naturalmente.
—Ahora es mi jefe...
Piensa por unos segundos.
«¿Qué está pasando por esa cabecita?»
—¿Y no lo sabías?
—No, debió ser recién ingresado.
—Ahh—susurra, y sonríe. Sacude la cabeza, como tratando de apartar algunos pensamientos de su cabeza. —me vestiré e iré por unos frapuccinos para el desayuno, ¿Te parece, Pelirroja?
Le fulmino con la mirada. Y me acerco para golpearle, pero en vez de hacer eso lo abrazo.
Grant se va por los frapuccinos, y yo aprovecho para llamar a Julian (suerte que me dio su número, incluso antes de saber que era mi nuevo jefe)
—Lo siento muchísimo —ese es mi saludo, una disculpa. Escucho su risa al otro lado.
—Bueno, podría disculparte, pero con una condición— su voz carrasposa me hace sentir escalofríos.
—Dígame, jefe—bromeo.
—Una cita, mañana. Paso a recogerte cerca de las ocho.
La llamada se acaba.

¡Aquí reportada! Tengo una pregunta: ¿Les gusta los capítulos así, largos, o los prefieren cortos?. Trataré de subir muy seguido, porque tristemente mi vida de adolescente es ocupada :'D y no tendré tiempo más adelante.
Gracias por leerme.
All the love, babes.

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