-30-Palabras sucias

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Después de hacer el amor por tercera vez, Norman se quedó dormido.
Yo no. Yo no podía dormir; me daba la sensación de que, si cerraba los ojos, él desaparecería y no podía hacerlo.

Me pasé horas viéndolo dormir, con su cabeza en mi pecho, tan pacífico.

¿Cómo se puede amar tanto a una persona?

Sé que me ha hecho daño; mucho, bien lo sabe Dios, y todos pensarán que estoy loca por meterme en una relación tan complicada como la que tiene, lo sé también.

Pero cuando le miro mi pecho duele, duele de todo el amor que tengo por él y no me importa nada más

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Pero cuando le miro mi pecho duele, duele de todo el amor que tengo por él y no me importa nada más.

No sé si él siente lo mismo, me es indiferente; sé que todavía me queda por sufrir, lo sé. No me importa nada de eso, sólo quiero poder capturar éste momento, ésta sensación en mi memoria y no olvidarla nunca.

Porque todavía nos queda mucho por luchar, su novia no va a soltarlo así tan fácil, si lleva aguantando cuatro meses sin que la toque, desde luego que lo debe de querer.

No podemos decir a nadie que estamos juntos otra vez, alguno podría irse de la lengua sin querer y ardería Troya.

No, ésto tiene que ser algo clandestino, mucho más estando ella aquí. Debe ser un secreto hasta que nazca su hijo.

Al final me quedé dormida, a las seis sonó mi despertador como siempre. Busqué a Norman y no estaba en la cama, levanté la cabeza y vi allí sus zapatos y solté el aire que no sabía que estaba aguantando en mi pecho.

Me puse su camiseta que me llegaba un poquito por debajo del culo y salí a buscarlo.

Estaba en la cocina, preparando café y unas tortitas, de esas típicas que salen en las películas americanas, y lo estaba poniendo todo en una bandeja.

-Buenos días amor -dije desde la puerta.
-¡Mierda! ¡No me ha dado tiempo! -Contestó alzando la cabeza.

-Si, yo también he pasado buena noche, gracias por preguntar. -Contesté riendo.

-Intentaba llevarte el desayuno a la cama, como todo un buen novio. Pero te has levantado antes de que terminase. -Dijo haciendo un puchero.

¡Joder! ¿Podía ser más tierno? Yo creo que no, ni aunque lo intentara.

-No te preocupes, desayunamos aquí. No me gusta hacerlo en la cama, luego estoy toda la noche quitándome migas del culo, por mucho que sacudas las sábanas. -Expliqué divertida.

-¿Sabes que me encanta que
seas así?-Dijo sirviéndome un café.
-¿Así, cómo? -Pregunté comiendo una tortita. Deliciosa.

-Así, no me exiges gestos románticos. Me comprendes cuando te hablo de mi hijo, comprendes mi trabajo y que tenga que atender a millones de fans enamoradas de mí sin hacerme un escándalo cada vez que me tenga que hacer una foto. No me echas en cara nada, y te lo he hecho pasar muy mal.

Despertando De Un Sueño ||Norman Reedus||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora