Capítulo VI : Fin del verano

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El aire era fresco y húmedo y los árboles cedían lentamente ante el marrón del otoño, el verano había llegado a su fin al igual que el entrenamiento de los doce guardianes, ya estaban listos para partir a una cruzada llena de peligros en busca de la Gema y traerla al lugar al que pertenece. Ya controlaban muy bien la magia, también sus dones heredados antes de llegar al mundo, porque pocos magos han nacido y nacerán de esta forma, ese fue uno de los motivos por los cuales habían sido elegidos.

Ráfagus habló con los doce guardianes uno por uno en privado y sólo ellos sabían lo que hablaron. Cuando llegó el turno de hablar con Lux Natura se tardó un poco más.

Eres la más poderosa de todos los guardianes, sobre tus hombros descansa la esperanza de que tus compañeros estén a salvo, sé que es una carga muy extenuante y no deberías de cargar con ella puesto que, eres muy joven, pero hay en ti mucho más valor del que incluso puedes ver. -Dijo Ráfagus a Lux mientras mirándola a los ojos y dándole una pluma roja.

—Toma esta pluma, úsala en una gran necesidad, sin importar dónde estés recibirás ayuda, es una pluma de mi Volatus Rússeus y no temas de tu poder, cuando aprendas a controlarlo bien serás mucho más poderosa que cualquier mago, tu poder será mucho mayor, incluso que el mío.

Lux no dijo nada, sólo tomó la pluma y se fue clavada en sus pensamientos.

Ráfagus siempre fue muy amable con ella desde el momento en que llegó al Sauce Blanco, la trató como una hija por eso en el corazón de algunos de los guardianes florecía lentamente la envidia, y esta es una enfermedad terrible, más aún que el amor al oro.

Llegó el momento de partida de los doce guardianes y como había quedado dicho tiempo atrás, Rufergus iría con ellos hasta el fin de la misión como guía y miembro de la compañía, Allegra iría con ellos hasta las puertas de las Splendens Turris Albus y no más allá, así partieron todos cargados de provisiones en alimentos y agua, emociones, miedos y sueños porque no sabían lo que verían en su camino, ni lo bueno ni lo malo, mucho menos en qué circunstancias terminaría la misión, tal vez sólo Miuth tenía nociones de ello, ¿sería una proeza o algo terrible?

Una vez emprendido el viaje no usaron magia mientras estaban dentro de los lindes del Sauce Blanco, el camino duró dos días hasta las Splendens Turris Albus, durante el camino Allegra Furah tuvo en gran estima con Aqua y Eruznar, este último junto con Belger habían sido sus mejores alumnos, a cada uno de ellos les otorgó un artefacto que les ayudaría en momentos difíciles; a Aqua le otorgó la gargantilla que llevaba al cuello con un colgante en forma de una gota azul y le dijo:

—Llévala siempre contigo, cuando tengas miedo y frio ella te ayudará, cuando necesites agua ella te la proporcionará, úsala con cautela hijo.

—Eruznar a ti te otorgo el anillo Lunae doble, cuando tus ojos fallen, el verá por ti, pero ten cuidado con su brillo porque te podría poner en peligro y a quienes estén contigo. Ahora vayan sin decir nada de esto a nadie ni siquiera al príncipe Rufergus.

Continuaron caminando, cuando la luna asomó su rostro y vieron que no muy lejos al norte algo brillaba intensamente; Rufergus les habló de la magnificencia de las Splendens Turris Albus que era ella la que reflejaba la luz intensificándola y una vez habiendo llegado a las puertas que veían al sur de las Splendens Turris Albus dijo:

—Una vez terminada la gran defensa del norte los magos levantaron vigilia en ese lugar para protección de nuestras tierras debido a que la Ciudad Oscura está activa una vez más. -Dijo mientras miraba hacia el norte como si sus ojos pudieran ver las grandes puertas de aquella terrible ciudad.

EL CETRO Y LA GEMA. La SagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora