Parte 5 - Todo cambió

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Haciendo un gran esfuerzo para que mis piernas respondieran, me dirigí hacia uno de los sillones blancos que había en un lateral de la sala. Iba con la mirada puesta en mis zapatos, incapaz de alzarla y ver la cara de los chicos tan cerca de mí. Sentía cómo seguían todos mis movimientos con atención. Cuando llegué al sillón, cogí aire y me senté frente a ellos. Di una pasada rápida por sus rostros llenos de intriga para después dirigir la mirada hacia mis temblorosas manos. ¿Qué debía decir? ¿Tenía que empezar con el libro? ¿Me harían ellos las preguntas? ¿Se encargaría Renato de contárselo todo? Ni si quiera les había saludado. Me golpeé la frente con la palma de la mano y me levanté a toda prisa, les miré de uno en uno y, con voz temblorosa hablé:

–Me llamo Irene.

Los chicos se miraron entre ellos y soltaron una carcajada. Noté cómo mi cara comenzaba a arder por la vergüenza. Miré a todos lados intentando buscar una vía de escape. ¿Qué estaba haciendo allí? Aquel no era mi lugar y cada vez estaba más segura de ello. Los ojos comenzaron a humedecerse, llenos de lágrimas de rabia. Sin darme cuenta apreté los puños con fuerza, noté cómo las uñas se me hincaban en la carne.

–Tranquilízate, linda –la voz de Richard me llegó desde muy lejos. Alcé la cabeza y lo contemplé un instante.

Mi cuerpo se puso tenso cuando me colocó una mano sobre el hombro y me miró directamente a los ojos. Me sonrió con su sonrisa perfecta y me empujó suavemente hacia atrás. Mis piernas cedieron bajo la presión y mi cuerpo cayó de nuevo sobre el sillón.

–Sabemos que estás nerviosa, pero no tienes por qué estarlo –siguió diciendo Richard con voz calmada, sin perder la sonrisa.

Su voz me calmó un poco. Mi cuerpo se relajó un tanto y dejé de apretar los puños.

–Irene –la voz de Renato me sobresaltó, recordándome que seguía allí–, hoy no empezarás con la historia, solo quería que conocieras a los chicos y que les contaras un poco tu idea –se acercó hasta mí y se colocó a mi lado, mirando a los chicos con los brazos cruzados–. Ellos se portarán bien y no te darán ningún problema, ¿verdad? –Los miró por encima del grueso cristal de las gafas con las cejas levantadas.

Christopher y Zabdiel se miraron y sonrieron. Joel se limitó a asentir y Richard no dejaba de sonreírme, supuse que en un intento de tranquilizarme, aunque estaba consiguiendo el efecto contrario.

–La idea es que mientras estés realizando el libro estés con ellos, observando lo que hacen y viendo un poco cómo es su vida detrás de las cámaras –Renato se volvió hacia mí–. Según lo que me contaste quieres una visión diferente, ¿no es así? –Asentí una sola vez–. Entonces tendrás que ver las cosas desde otro punto de vista.

–Todo eso está muy bien –interrumpió Zabdiel–, pero, ¿alguien nos va a explicar de qué va a ir esto?

Renato me miró de nuevo y me indicó con la cabeza que continuara. Con todo el valor que pude reunir, miré hacia adelante. Mis manos volvieron a temblar cuando noté sus penetrantes miradas clavadas en mí. Aquello iba en serio. Había llegado el momento decisivo. En el que impresionaba a los chicos o metía la pata hasta el fondo. Cogí aire y me llené de fuerza para afrontar lo que tenía delante.

–Mi idea es hacer algo diferente –comencé a decir.

–Eso ya lo ha dicho Renato –me cortó Zabdiel.

–No la asustes más –Richard le dio un leve golpe en el hombro.

–Continúa bella –Christopher mi miraba con atención.

Volví a coger aire.

–Antes de nada decir que soy muy fan de vosotros –continué diciendo, intentando que las palabras no se me atrancaran en la garganta–. Y como fan estoy un poco cansada de que siempre os hagan las mismas preguntas. Está muy bien que la gente sepa de dónde venís, cómo surgió todo y hasta dónde habéis llegado, pero yo quisiera saber más –los chicos se miraron entre ellos, intrigados–. No quiero que os asustéis, busco algo diferente –chasqueé los dedos buscando las palabras adecuadas–. Tengo pensado empezar con vuestra historia, obviamente. Tenéis que hablar de dónde habéis venido; pero luego quiero que me contéis vuestras inquietudes, es decir, qué pensáis de todo esto, cómo os afecta individualmente y en grupo, qué os han enseñado el resto de vuestros compañeros, qué sentís cada vez que pisáis un país nuevo, cómo lleváis el cambio horario, si os afecta a la hora de dar conciertos, vuestros miedos con respecto al futuro... –Callé de golpe al ver sus caras de asombro. Estaba hablando demasiado. Me había emocionado y no sabía si los estaba asustando o les estaba gustando la idea.

CNCO - Más que un sueño [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora