Parte 6 - No entiendo

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–¿Y cuándo me vas a llevar? –Era la tercera vez que Lara me hacía la misma pregunta desde el otro lado del teléfono.

–Te estoy contando mis preocupaciones y a ti lo único que te importa es eso –puse los ojos en blanco aunque sabía que ella no podía verme.

–Si yo te entiendo, pero Nene, te vas un tiempo indefinido con los chicos de CNCO. Nene, ¡con los chicos! ¡Con todos ellos! –Se puso de nuevo a gritar llena de euforia–. Aunque sea un día tienes que presentármelos, con eso me conformo. Quiero ver a mi Zabdi en persona –me eché a reír al escucharla–. Mira, hacemos una cosa, me metes en tu maleta y me llevas a todos lados sin que nadie se entere.

–Claro y el bulto lo disimulo con ropa, ¿no? –Me reí con más fuerza–. Anda, no seas impaciente. Prometo que si puedo traerte lo haré, pero ya sabes que...

–Qué sí, pesada, que no se lo puedo decir a nadie, ya –me la imaginé al otro lado del teléfono poniendo los ojos en blanco y negando con la cabeza. Sonreí para mí.

–Bueno, te dejo que tengo que preparar muchas cosas. Te llamo más adelante.

–Vale preciosa.

–Nana.

–Dime.

–Te quiero enana.

–Y yo a ti pesá.

Ciao –me despedí y colgué.

Me quedé allí de pie, en medio de la amplia calle, mirando hacia el cielo que comenzaba a llenarse de nubes grises. La gente pasaba sin apenas mirarme. Para mí solo eran pequeñas hormigas corriendo de un lado a otro; para mí, el tiempo parecía haberse detenido. Aún no era consciente de todo lo que estaba pasando. Tenía que preparar una maleta para estar fuera un mes, tenía que preparar el ordenador con todo lo que quería preguntarles para incluirlo en el libro y, lo más importante, tenía que hacerme a la idea de que estaría con ellos prácticamente todos los días. Tenía que aprender a controlar mis nervios. Si cada vez que los viera me comportaba como aquel primer día, iban a pensar que no era una profesional. Debía separar mi lado fan de mi lado profesional. ¡Qué difícil iba a ser aquello! Suspiré con fuerza, intentando que todos mis nervios salieran de mi interior, pero sin mucho éxito y me entremezclé con el ir y venir de la gente, camino de mi apartamento. Iba a ser un día largo.

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El camino hacia el hotel se me hizo eterno. Iba más nerviosa que el día anterior. Iba a firmar al fin el contrato. De la euforia parecía que mi corazón estaba a punto de explotar. No podía describirlo con palabras. ¿Quién no había soñado alguna vez con conocer a sus ídolos? Yo no solo los iba a conocer, sino que estaría trabajando con ellos, conviviendo con ellos, tan cerca que podría rozarlos cuando quisiera. Un cosquilleo me subió desde la base del estómago hasta la cabeza, haciéndome sentir cierto placer. Jamás olvidaría aquella sensación.

Me dejaron pasar sin hacerme preguntas. Me monté en el ascensor y me dirigí a la sexta planta. Como siempre, allí estaba el guardaespaldas. Ya tenía mi móvil preparado, así que tan solo tuvo que extender la mano para que se lo diera. Me acompañó hasta una de las puertas de las habitaciones, no era la misma de antes. Cuando entré, allí estaba Renato sentado ante una mesa de escritorio con dos personas que no conocía a su lado. Uno era un hombre de unos cuarenta años, pelo rizado y negro, con traje oscuro y mirada penetrante; la otra era una mujer rubia con el pelo recogido en un moño alto, sus ojos azules me observaban con detenimiento, estudiando cada centímetro de mi rostro, tal vez en busca de algo que le dijera que era la mejor opción que habían encontrado. En su rostro serio se podía ver que no estaba muy conforme con la elección. Sobre la mesa había una montaña de papeles. Mi corazón dio un vuelco: ahí estaba mi billete para estar con los chicos.

CNCO - Más que un sueño [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora