Miraba a Renato desde su cama. Tenía las piernas cruzadas bajo mi cuerpo y las manos apoyadas en el colchón. Renato me daba la espalda, sentado en la silla de ruedas de la habitación, frente al escritorio. Observaba con detenimiento mi portátil. De vez en cuando su hombro derecho se agitaba, suponía que sería cuando movía el cursor del ratón para leer la siguiente página. Suspiré de manera imperceptible. Renato no decía nada. Leía en silencio mientras yo hacía todo lo posible por contener las ganas de preguntar qué le estaba pareciendo lo que llevaba escrito; pero no quería interrumpir su lectura. Debía estar concentrado en lo que tenía delante pues tendría que darme su opinión y sus observaciones al final, como cada mes cuando le entregaba lo que había escrito hasta ese momento. Pero por alguna extraña razón, aquella noche estaba más nerviosa de lo habitual. Contuve la respiración cuando Renato estiró la espalda y giró la silla hasta colocarse frente a mí. Me miró en silencio por encima de sus gafas. Se inclinó hacia adelante, apoyando los codos sobre sus rodillas y colocando la barbilla sobre sus manos entrelazadas.
—¿Y bien? —Pregunté, impaciente.
—No tengo nada que decir —contestó Renato con una sonrisa—. Ya sabes cómo funciona y ya escribes como se te pidió desde el principio. Quizá cambiar algunas formas de expresarte para que sean más neutras, pero yo creo que a los de arriba les va a gustar cómo está quedando —echó el cuerpo hacia atrás, apoyando la espalda en el respaldo—. O, por lo menos eso espero, porque, la verdad, es que a mí sí —me guiñó un ojo y se puso de pie—. Así que este mes te doy el visto bueno —se giró hacia la mesa y cerró el portátil para después cogerlo con cuidado y entregármelo.
Coloqué los pies descalzos sobre el suelo y cogí el portátil, dejándolo sobre la colcha. Me agaché para ponerme los zapatos y me levanté con lentitud. Renato me observaba en silencio con el semblante serio, apoyado contra la mesa. Los brazos cruzados sobre el pecho.
—¿Qué pasa? —Pregunté con el ceño fruncido.
—Nada —Renato negó lentamente con la cabeza.
—De acuerdo —me encogí de hombros y me puse de pie, colocándome el portátil bajo el brazo.
—En realidad... —Se separó de la mesa y se dirgió hacia la ventana, cruzando los brazos tras la espalda.
—No quiero escucharlo... —Dije en voz baja, volviéndome a sentar en la cama—. No tienes que decirme nada...
—Pero me siento obligado a ello —giró la cabeza hacia mí, mirándome con el rabillo del ojo—. Sabes que tarde o temprano llegaría...
—No lo digas... aún no —negué con la cabeza—. ¿Cuánto queda? ¿Seis meses? ¿Cinco?
—Tres —su voz sonó ronca.
Abrí mucho los ojos y me giré hacia él con la cara descompuesta.
—¿Tres? —Apenas pude pronunciar palabra—. ¿Cómo...? Pensé que eran dos años de contrato. ¿Cuánto llevo? ¿Año y medio? Aún queda...
—No leíste el contrato nuevo.
Me quedé observándolo sin saber a qué se estaba refiriendo. Había leído el contrato. O tal vez lo leí por encima. ¿Habían cambiado algunas pautas? ¿Por qué no lo leí completo? Me llevé una mano a la frente y la pasé por mi rostro, desesperada.
—Los de SONY decidieron que terminara el contrato la misma fecha en la que los chicos tienen vacaciones de Navidad. Quieren sacar el libro el año que viene.
—¿Tan pronto? —Lo miré con los ojos entornados, intentando entender lo que estaba diciéndome—. Apenas dará tiempo a corregirlo y hay que pensar en una portada y decidir la letra, el resumen, preparar las promos... —Era pensar en todo aquello y ya me estaba agobiando.
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CNCO - Más que un sueño [COMPLETA]
FanficCuando Irene es elegida por su jefe para escribir la historia sobre unos chicos jóvenes y talentosos, no puede creerlo. Pero su sueño se hará realidad cuando se entera de que esos chicos son los integrantes de la banda del momento: CNCO. En el insta...