CNCO - Más que un sueño [COMPLETA]

Parte 37 - Bailando por ahí

¿Qué estaba haciendo exactamente? ¿De verdad lo había hecho? Cuando se lo había dicho a mi hermana casi gritó de la alegría. Le faltó tiempo para decirme que nos fuéramos, que a qué estaba esperando para hacer las maletas. Cuando me dijo aquello la miré extrañada. ¿Por qué se había incluido en el paquete? No me importaba que viniera pero Christopher había dejado claro que quería que estuviéramos solos y si le decía que Lara vendría probablemente no le gustara la idea. Cuando mi hermana vio mi cara de incertidumbre comenzó a reírse. La miré extrañada, frunciendo el ceño, sin entender qué tenía tanta gracia. Zabdiel le había propuesto lo mismo. Empecé a reírme sin control. ¿Se habrían puesto de acuerdo o nos lo habían dicho sin saber lo que pensaba el otro? Sí, así era. También había pensado que era buena idea estar con mi hermana durante sus días de vacaciones.

Y allí estábamos, metidas en un avión después de haber peleado con mis padres para que entendieran o, por lo menos, aceptaran que nos íbamos a Los Ángeles juntas durante unos días. No supe qué excusa inventarme, ya las había utilizado todas y no podía decirles que era por trabajo ya que estaba de vacaciones. Tuvieron que conformarse con lo que les dije: me apetecía irme con mi hermana de viaje. Como era de esperar se cabrearon. ¿Cómo que me iba de viaje con mi hermana a Los Ángeles después de que estuviéramos en Sevilla y en Madrid? Y no les faltaba razón. Pero no podía decirles la verdad. ¿Cómo se tomarían saber que iba a la gran ciudad de Los Ángeles para estar en una habitación de hotel con uno de los chicos a los que había ido a ver en concierto? Ni yo misma conseguía creerlo. Por más que intentaba asimilarlo, era muy difícil. A mi hermana no se le había borrado la sonrisa desde que habíamos salido de Málaga.

–Y hace unos días no había quien te quitara la cara de amargada de encima –le dije mientras estiraba el brazo para cerrar la persiana de la ventanilla del avión.

–¿Por qué no me lo pides a mí? –Habló Lara quitando mi mano de un tortazo.

–Porque me vas a decir que no la baje –contesté frunciendo el ceño.

–Es que me gusta ir mirando las nubes y el paisaje –puso cara de niña buena.

–Y yo quiero dormir y la luz me molesta.

–Pues date media vuelta y mira para el otro lado.

Torcí la boca y negué con la cabeza mientras mi hermana me dedicaba una sonrisa triunfal. Giré para el otro lado, me abracé mi propio cuerpo y cerré los ojos. Aún quedaba un largo viaje.

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Pasamos miles de controles de seguridad en el aeropuerto antes de poder salir a la calle. Nos montamos en un taxi amarillo, bien llamativo y le indiqué que nos llevara hasta el U. S. Bank Tower. No sabíamos exactamente a qué hotel debíamos ir. Christopher me había dicho que en cuanto llegara le avisara, que él se encargaría de decirme dónde estaba porque hasta que no aterrizaran, no sabrían a dónde iría. Zabdiel y Lara habían quedado en lo mismo; pero le mandaría el mensaje en cuanto saliera del taxi.

Nos dejó en la acera. Saqué las maletas y miré hacia arriba. La vista se me perdía en el Bank Tower. Apenas podía distinguir dónde terminaba el edificio. Parpadeé, algo mareada por levantar tanto la vista. Bajé la cabeza en cuanto se me empezó a nublar. Me volví hacia mi hermana y sonreí, nerviosa. No tenía ni idea de qué debíamos hacer.

–¿Has hablado con Chris? –Me preguntó en voz baja, arrastrando su maleta de ruedas tras ella.

–No, aún no. Le mandé un mensaje pero no le llega. Supongo que ya irán en el avión –me encogí de hombros.

–¿Y por qué hemos parado aquí? –Lara alzó la vista siguiendo la línea del rascacielos.

–Porque es uno de los edificios más conocidos de Los Ángeles y si hablamos con los chicos, van a saber dónde estamos exactamente. Así, cuando nos digan el hotel, nos podrán decir a qué distancia está –sonaba tan raro escuchar aquellas palabras salir de mi boca.