CAPÍTULO 9: EL SUEÑO DE TARA Y EL RANDU

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Tras un rato a caballo, se recuperaron del mal rato vivido.

Tara agradeció a Yaro haberla salvado, pese a que lo que hizo Yaro fue más bien de manera instintiva. No obstante, el chico todavía no comprendía como había sido capaz de espantar un monstruo con su voz. Para empezar, no sabía cómo había gritado tan fuerte. Tampoco se había quedado sordo ni por un instante (no como ocurrió al oír el chillido de la calavera) ni afónico.

-Dicen que cuando te ataca la calavera de sangre, se tienen horribles pesadillas. -preguntó, al cabo de un rato.-Tú, ¿qué soñaste?

-Cierto. Fue muy desagradable. Soñé que mi madre volvía a la vida, pero cuando iba abrazarla, ella me empujaba y me tiraba al suelo. Entonces sus ojos perdían su color y se volvían totalmente negros, y de ellos derramaba un líquido violáceo. Entonces ella me decía: "Que vergüenza de hija, tienes a todo el mundo preocupado por un simple planeta que no te incumbe"-en eso momento calló un momento, como preparándose para lo que iba a decir- A veces no sé si lo que estoy haciendo es lo correcto. También dijo "No deberías ser su hermana. Él en coma y tú aquí, sin hacer nada. Si se muere, es por tu culpa"

Al ver la cara de incomprensión de Yaro, Tara le explicó:

-Bueno, tú me contaste cosas de tu familia. A lo mejor yo debería contarte las mías. Mi madre murió cuando yo tenía 4 años, pero yo y mi hermano no nos enteramos hasta que no cumplí los diez. Todavía no sé que me afectó más :que mi madre estuviera muerta o que me engañaran. Sigo sufriendo y comiéndome la cabeza con ello. Además de eso, mi hermano, Main, tuvo un accidente y cayó en un coma del que dicen los médicos que es probable que no sobreviva. Eso ocurrió antes de que me llevaran aquí. A veces me siento culpable.

Yaro se limitó a escuchar, porque no sabía que responder. Veía que él y Tara no eran tan diferentes.

-¿Y qué hay de tu padre?- preguntó a Tara.

-Lo lleva mal. Lo he dejado en el peor momento.

-Tú no tienes la culpa. Es estúpido sentirte culpable. Tal vez alguien en este planeta, tan diferente al tuyo, pueda ayudar a tu hermano. Como un randu.

-¿Qué es un randu?

-La gente también los conoce como curanderos, pero no los subestimes por su nombre. Tienen una gran sabiduría sobre los órganos y sistemas del cuerpo, además de que conocen sustancias para calmar esos problemas. Todo su conocimiento requiere muchos años de estudio, por lo que son verdaderas personas sabias. Son como médicos, aunque no estén reconocidos por el gobierno. Pero tienen los mismos conocimientos, o parecidos. No sé si un coma tiene cura, pero habría que intentarlo. ¡Busquemos un randu!

Las palabras de Yaro hicieron que Tara recordara a Ania, siempre hablando de medicinas alternativas y esas cosas. No obstante, al ver una posible salvación para Main, accedió con alegría.

-¿Tú sabes dónde encontrar uno?- le preguntó a Yaro.

-El viejo Auno, un sabio muy conocido en Valdey, me explicó dónde se encontraban la mayoría de los curanderos de Nerba. Si no recuerdo mal, a una hora de aquí en dirección norte hay uno.

-¡Perfecto! ¡Es en la misma dirección hacia donde tenemos que ir!

-No nos detendremos mucho, sé que la misión que tienes que cumplir es importante.

-Sí mejor, aunque de todas formas ya me darán por muerta. Supuestamente no debería haber tardado más de un mes en llegar hasta Tasin, pero al romperme la rodilla y todas las dificultades me he retrasado mucho. Además, ¡la misión no me importa tanto como Main!

Tras una hora de viaje llegaron a una pequeña casita de piedra con un cartel en el que ponía "Zanjek, randu"

-Supongo que es aquí- dijo Yaro-.

Llamaron a la puerta y ante ellos apareció un hombre de mediana edad, con el pelo negro y largo hasta media espalda y una barba recogida en una coleta en la barbilla. Vestía una túnica acromática negra y blanca, amarrada con una cuerda de estos mismos colores. Los saludó amablemente:

-Vaya, vaya, hacía tiempo que alguien no me visitaba. Supongo que en este rincón tan alejado de la sociedad es muy difícil encontrarme. Pasad, jóvenes, tomad asiento y contarme.

Tara y Yaro entraron y se sentaron en un sofá cubierto de pieles, mientras que el randu ocupaba una sillón.

-Mi nombre es Zanjek, como habéis podido ver en el cartel. ¿Qué os trae por aquí?

Tara fue la primera en hablar tras la emoción que les causaba ese hombre tan alto. Calculó que mediría 2 metros.

-Queríamos saber si podrías curar a mi hermano. Tiene un coma.

-Así que un coma...Bueno... ¡oh disculpa! Se me olvidó preguntar vuestros nombres.-dijo Zanjek.

-Yo me llamo Yaro y ella es Arut-comentó Yaro-

A Tara le sorprendió que Yaro dijera su nombre en el idioma oficial de Nerba, el inerbés, sin embargo no dijo nada. Tenía que admitir que le gustaba que le llamasen así.

-Un placer- dijo Zanjek sonriente- Si me traéis a tu hermano, podré ayudarlo. Y tenéis mucha suerte, porque no todos los randus tienen suficiente conocimientos como para curar un coma. Pero como sois de los pocos clientes que recibo, no es cobraré mucho. Por unas pocas monedas...

-El problema- cortó Tara- es que mi hermano, Main, no se encuentra aquí. Está en otro lugar.

-¡Eso no es problema! ¡Soy perfectamente capaz de transportarlo si me das una información determinada! Y dime, ¿en qué región se encuentra ese tal Main?

-En la Tierra- le contestó Tara, ilusionada. Al parecer, al fin había encontrado una solución para su hermano.

-¿En la Tierra? ¿Y que hace ahí?- preguntó Zanjek, ahora su rostro estaba serio.

-Ella y su hermano son de allí- se adelantó Yaro- Arut está aquí por unos asuntos un tanto raros...

En ese momento, Zanjek no le dio tiempo a Yaro a terminar la frase y, enfurecido, gritó:

-¡Fuera de aquí! No pienso ayudar a un sucio terrestre. ¡Fuera de mi casa si no queréis que os ataque!

Tara y Yaro salieron asustados. Tras alejarse lo suficiente de la casa, Yaro comentó con dificultad, pues le costaba hablar tras la carrera:

-No entiendo por qué no nos ha querido ayudar. Normalmente los randus suelen ser muy amigables. Pensaba que se iba a sorprender, no enfadar.

-Amigable ha sido al principio. Pero, ¿qué motivo tendrá para odiar la Tierra si es probable que nunca haya conocido a nadie de allí? Excepto ahora mismo a mí, claro.

-No lo sé, pero será mejor que no volvamos.

-Supongo que ya encontraré alguna solución para mi hermano- dijo Tara desilusionada.

-Tranquila, a lo mejor nos encontramos con algún otro randu por el camino.

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