No había tiempo que perder. En cuanto Zanjek se recuperó, que fue bastante rápido, a penas unas horas, los tres prisioneros de la cueva siguieron su camino. Esta vez, Tara y Yaro llevaban una antorcha creada con el fuego de Tara, quien había perdido su miedo a crearlo. Y no solo eso. Poco a poco sentía que el temor ya no existía en ella, que solo podía sentir la sed de venganza hacia Tasin por el daño que causaba a miles y miles de personas. Y por el tiempo que le hacía perder. Es más, ella estaba deseando verlo cara a cara para luchar contra él, con ayuda de sus compañeros o sola si es necesario. Ya no tenía miedo. Y es que, si antes su misión se la tomaba como una maldición, ahora la consideraba un reto personal y, sin duda, lo que debía hacer.
Yaro también tenía ganas de ver correr la sangre de Tasin por la hierba. Pese a que se había enterado de que era su padre, una cosa no cambia la otra. Seguía siendo aquel que había sumido a Nerba en la pobreza. Además, no daba importancia a los lazos de sangre. Consideraba parte de su familia a su abuelo adoptivo, no a su padre, a quien no había visto jamás y, sin embargo, le había hecho daño.
Zanjek también pensaba hacerle frente a Tasin. La nobleza y el coraje de los jóvenes lo había incitado a ayudarlos y ahora estaba dispuesto a unirse a ellos.Además, por su culpa estaba en esa cueva, y nadie se burlaba de él. Juntos lo lograrían.
Siguieron en línea recta hasta que llegaron a una pendiente, por la que casi se caen.
-¿Y ahora qué hacemos?- dijo Yaro, refiriéndose a Tara- ¿Tú no sabes volar?
-No, es algo que todavía no sé.
-Pues vaya una maga inútil que no sabe ni volar.- comentó Yaro por lo bajo, frustado. Sin embargo, Tara le oyó.
-¡Perdona!-Tara estaba ofendida, no se esperaba esto de Yaro, pero no pensaba quedarse atrás.- Para empezar, soy una Hechicera, no una maga. Y además, ¿qué culpa tengo yo de que el mago Brillan no me hubiese enseñado?
-¡Y tú no dices que había muchos libros en el palacio!¡ Podrías haberte leído uno al menos, dijo yo!
-Para que sepas me leí varios de Hechicería y me los aprendí por mí sola. Además en el Palacio no hay libros de magos. Así que a mí no me eches las culpas.
-¡¿Y cómo piensas solucionar esto?!
-¿Y cómo lo piensas solucionar tú? Porque supongo que tú también tendrás que cruzar...
-¡Basta!- esta vez era Zanjek quien hablaba.- ¿Creis que discutiendo se va arreglar esta enorme grieta?
Los dos se callaron. Zanjek tenía razón. Además, aunque solo lo conocían desde a penas unos días, al final era el único adulto de los tres y supuestamente el más maduro. Sería conveniente escuchar lo que decía.
-¿Pero entonces qué haremos?- preguntó Yaro
-Por ahora pensar en una solución. Y por favor Tara, haz el favor de avivar un poco más tu fuego, no quiero quedarme a oscuras otra vez- se limitó a decir el randu.
Tras media hora callados, Tara rompió el silencio. Tenía una idea que ni ella misma sabía cómo no se le había ocurrido antes:
-¡ Ya sé! Yaro, tienes que invocar a la diosa Rubí.
-Pero... no sé si seré capaz- dijo el chico.
-¡Claro que sí! ¿No invocaste a la diosa Esmeralda acaso?
-Sí, lo hice...Pero esto no es lo mismo. La diosa Esmeralda es una diosa común, pero la diosa Rubí es la más poderosa de Nerba, además tan cerca de su templo puede que el efecto sea muy fuerte y pueda derrumbarse alguna roca.
-¿El templo?- preguntó Zanjek- ¿Acaso habéis visto el templo de la diosa Rubí?
-Yaro lo ha visto- le contestó Tara- Antes de que te encontrásemos, él la vio en una cavidad llena de rubíes.
-Me habló de que se esperaban tiempos difíciles- dijo Yaro, haciendo saber de que esto era una situación muy complicada. Sin embargo, el chico no dudaba que iba a haber momentos mucho peores.
-Bueno, ¿se os ocurre alguna otra idea?- preguntó Tara- Porque si no es así, no nos queda más remedio que invocarla.
Ni a Yaro ni a Zanjek se les ocurría alguna otra posibilidad, así que aceptaron a la propuesta de Tara. Era mejor intentarlo que quedarse en esa cueva para siempre.
Yaro se hincó con las dos rodillas sobre el suelo, y los brazos extendidos de modo que parecía un ave a punto de despegar el vuelo. Si no fuera una situación seria, Tara habría estallado en carcajadas al verlo en esa posición. El chico empezó a pronunciar las palabras en nirbai:
-Detrab Isar escarete as. Tuin ayudnec pa cruatr delt cuear. Detrab Isar, en surtanari um Arut, Zanjek sa Yaro, tua triales caydn.
-¿Qué dice?- preguntó Tara a Zanjek.
-Dice: "Diosa Rubí, ayúdanos. Te necesitamos ahora para cruzar esta grieta. Diosa Rubí, en nombre de Tara, Zanjek y Yaro, tus fieles servidores"
Justo después de que Zanjek le explicara el significado de las palabras de Yaro a la chica, apareció ante ellos una hermosa dama envuelta en un aura roja brillante. Su vestido carmesí y sus rubíes destacaban junto con su cabello negro. Cuando empezó a hablar, su voz era increíblemente melodiosa y profunda.
-¿Así que queréis cruzar la grieta? - dijo la diosa, esta vez en español para que Tara lo entendiese fácilmente.
-Sí, gran diosa- afirmó Yaro, todavía de rodillas.
-Os ayudaré puesto que sois de quiénes depende el destino de Nerba.
Cuando Yaro se levantó, envolvió a los tres en una burbuja, de modo que no podían salir.
-Es para protegeros. Tendré que hacer más de un cambio en esta cueva para que podáis salir. Y habrá algún que otro terremoto- dijo la diosa, con una voz totalmente despreocupada.
En ese momento, la cueva empezó a temblar, y varias piedras empezaron a moverse. Un gran temblor invadía todo el terreno, por lo que la burbuja protectora rebotaba de una lado a otro. Los tres que estaban dentro de ella estaban atemorizados. En imágenes borrosas debido al movimiento, percibían polvo y rocas caer del techo, mientras la grieta se juntaba.
Cuando por fin el temblor cesó, la diosa ya no estaba. Ante ellos había una luz, la salida. La tenían justo en frente de ellos. Por fin iban a salir de esa cueva. La burbuja se desintegró casi al instante, y los tres salieron corriendo hacia el exterior. Hacía tanto tiempo que no veían la luz del día que tuvieron que taparse los ojos. Pero la felicidad era inmensa. Divisaron a una figura negra cerca de ellos: Blacky.
En cuanto lo vieron, Yaro y Tara corrieron a abrazarlo. Zanjek también estaba muy feliz. Sabía que pronto se acabaría esta felicidad, pues sabía que Tasin estaba cerca. Sin embargo no dijo nada.
Mientras tanto, Tara no podía creer cómo Blacky los había encontrado tras casi dos días dentro de esa cueva.
"Sin duda, este caballo es singular"- pensó para sus adentros.
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Nerba
FantasyUn libro mal escrito y peor revisado por este humilde usuario. Tara es una chica aparentemente normal, a la que le encantan los aviones. Un día, mientras los veía volar en el cielo, un haz de luz la llevó a un lugar que cambiaría su vida. Como hech...