A la mañana siguiente, Yaro, Aznare y Tara se encaminaron hacia los Volcanes Sharu, que no estaban muy lejos. Con ellos iban Tasin y Miala, a la que Tara se alegró de ver. Empezaba a coger confianza con ella. Respecto a Tasin...aunque sabía y confiaba en que ya no era como antes, no dejaba de parecer extraño. Hasta hacía unas semanas había ido en su busca y había luchado contra él. Aznare, al saber quién era ese hombre, lo primero que hizo fue preparar un arma en un tiempo récord, mucho antes de lo que lo hubiera hecho Tara: una lanza de madera de la que salían poderosos vientos y torrentes de agua. Pero no hizo falta usarla, porque la diosa Rubí apareció y le explicó todo, además de, antes de nada, romper en pedazos la lanza de Aznare. Tara y Yaro suspiraron, aliviados. Aznare parecía ser muy simpática, pero también bastante impulsiva.
-Oye, diosa Rubí, ¿por qué no nos das información sobre los hechiceros y magos prisioneros, ya que estás aquí?- preguntó Aznare.
-Terga et si. Si tamini su dhera Asiau turna idoaine.
(Mejor que no. No quiero que la diosa Amatista se ofenda.)
No entendieron muy bien lo que quería decir, pero lo dejaron pasar. En fin, cosas de diosas...
Así, las dos hechiceras, el joven valiente y las dos almas se encaminaron hacia el norte, ya que, muy cerca de allí, encontrarían los Volcanes Sharu.
Tardaron toda la mañana en llegar. Después, pararon a comer algo. Tasin y Miala decidieron hacer como que "comían", para no dar una sensación tan rara y no tener que esperar a sus compañeros vivos. Aún así, Yaro creyó por unos instantes que estaban vivos y que siempre habían estado con él, como una familia normal, olvidando pasado. Disfrutó más de la comida con esos pensamientos. Por su parte, Tara pasaría un buen rato cuestionándose adónde iba la comida cuando quien la ingería era un alma.
Aznare, Tara y Yaro, montados sobre Blacky, quien, al parecer, podía con el peso de los tres, llegaron los primeros a la cima del Volcán Karik. Ese lugar a Yaro le traía recuerdos. Hace tan solo unos días, había subido hasta la cima, lo cual le había llevado dos o tres horas. Cuando por fin llegó hasta arriba, se precipitó hasta el cráter del volcán sin siquiera pensarlo una vez. Recordaba el calor que hacía allí, consecuencia del magma que ardía en el interior. Pero ahora, tras el encuentro con sus padres la pasada noche, y la diosa Rubí, podía recordar también que la diosa Amatista lo había recogido con sus dulces brazos en el momento de la caída y lo había llevado de nuevo a su cama en una de las tiendas de los Sharu.
Yaro estaba muy agradecido con todas las diosas, aunque en ese momento sentía especial gana de decírselo a Amatista. Por eso, cuando Tasin y Miala aparecieron por fin, él decidió que sería quien invocaría a la diosa.
-Dhera Asiau, hifiname es. Ut satiari morlet, satiari uta asderminat.
(Diosa Amatista, muéstrate. Te necesitamos, necesitamos tu saber.)
Ante ellos apareció la diosa, de cabellos rubios y piel blanca. Sus ojos eran violetas. Vestía ropas púrpuras y en todas las partes de su piel resaltaban diminutos puntos morados. Eran amatistas.
-¿Qué queréis?
-Necesitamos que nos digas si todavía están encerrados aquellos magos y hechiceras que, en mis malos tiempos, utilicé a mi provecho. Pido perdón, diosa Amatista, espero que sea aceptado.-dijo Tasin.
-Las diosas hace tiempo que te perdonamos, mago. Nosotras no tenemos sentimientos contradictorios y podemos saber la verdad prácticamente en cualquier momento. Sabemos por lo que pasabas. Respecto a vuestra petición... Sí, siguen en el mismo lugar que antes. Pero la escotilla, si antes estaba cubierta por la nieve, ahora la cubre la abundante maleza que ha crecido estos días.
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Nerba
FantasyUn libro mal escrito y peor revisado por este humilde usuario. Tara es una chica aparentemente normal, a la que le encantan los aviones. Un día, mientras los veía volar en el cielo, un haz de luz la llevó a un lugar que cambiaría su vida. Como hech...