-Antes de marcharte,- empezó a decir Escaro- recuerda que te queda un deseo.
-Es cierto.- recordó Tara- ¿Se puede desear poder volver aquí algún día?
-Lo siento. Eso es imposible. Si lo hacemos, sufriremos los castigos de las Diosas.
En ese momento, oyendo las palabras y los el deseo de Tara, apareció una diosa. Su pelo y sus ojos eran de un azul intenso. Su piel era blanca y delicada como la seda. Vestía una larga túnica azul oscuro con detalles de oro. En su cuello, llevaba una gargantilla formada compleamente por zafiros. Esa era ella, la diosa Zafiro. Empezó a hablar en nirbai:
-Na se reint la ades aidut. Soa tun, Tara. La nar ne sa inatrat, fue lasder dig orcumjura.
-¿Alguien me traduce?- dijo Tara, la cual era la única que no se había enterado de nada.
-Dice que las normas no se pueden incumplir porque son un juramento hecho hace miles de años.- dijo Cirí.
-Mai, ser hac que puedf hatal wicon elth. Elth ali, ta ne la asimed.
Cirí tradució de nuevo a Tara:
-Dice que ha venido aquí solo para advertir eso. Que si incumplimos la ley, no tendrá más remedio que castigarnos a todos nosotros.
La diosa siguió hablando, y Cirí, la cual habían acordado que traduciría todo a Tara, hablaba a cada frase que Zafiro decía.
-Dice que la normas, además, obligan a borrar la mente a todo aquel que haya estado en Nerba y sea de otro planeta. Pero que a ti, por ser un caso especial y habernos salvados a todos, no lo hará. Eso sí, no puedes revelar a nadie la existencia del planeta, porque si no todo volverá al principio. Nerba volverá a estar cubierta bajo el eterno invierno y tu hermano en coma.
-Vale, estaré con el pico cerrado. Total, en la Tierra se cuentas algo así nadie te cree y te acaban metiendo en un centro psiquiátrico.- contestó Tara.- No sé que desear, y aunque no os olvide, no quiero que sea la última vez que os vea.
-A mí tampoco me gusta esto. Te vamos a echar de menos- dijo Cirí.
Cirí y Tara se abrazaron. También se unió Yaro, quien había cogido un cariño especial a Tara después de toda su aventura.
-Tara- dijo Tasin- Jamás olvidaré lo que has hecho por mí y por todos nosotros. Tienes un gran corazón y mucha voluntad, además de paciencia y coraje. Eres una niña genial, nunca cambies.
-Lo mismo digo- comentó Miala- No puedo decir nada más, digamos que pienso lo mismo que Tasin.
-Gracias a todos- dijo Tara, llorando, aunque intentado disimular para que nadie se diese cuenta.
-Gracias a ti, Tara. Serás un personaje importante en la historia de Nerba. Todas las futuras generaciones te estudiarán en los libros- dijo Escaro.
Tara se lo agradeció y , seguidamente, miró a Brillan. El mago permanecía callado, hasta este momento:
-Para marcharte, solo tienes que saltar sobre la esfera de energía. No tardes, por lo general solo suelen durar cuarenta minutos, y ya lleva media hora.
-Diez minutos me quedan.- dijo la chica.- Y mi último deseo es salud, seguridad y paz para mi familia, amigos y para todos vosotros. Es lo más que puedo desear.
-Será cumplido. - dijo el mago. En cuanto te marches, me pondré en ello. También habrá de todo eso para ti.
-Gracias.
-Tara...- esa voz era Yaro. Él a penas había llorado alguna vez en su vida, menos por una persona, a quién de pequeño perdió. Su madre. Sin embargo, esta vez, no podía evitarlo.- Quiero que sepas que eres muy importante para mí. Que no sé como agradecerte el devolverme a mi familia, poder conocer a mi tío y a mi prima, hacer que pase de una vida pobre a vivir en el palacio. Te voy a echar de menos.
-Yaro, no llores.- dijo Tara, abrazándolo-. Sé fuerte, como siempre has sido. Como ha resistido en los duros inviernos, como has sobrevivido tú solo durante años. Te admiro, Yaro, jamás olvidaré aquella vez que me salvaste la vida.
La diosa Zafiro miraba la escena. Ella, un ser que vivía en compañía de las otras tres diosas, le sorprendía el cariño que las personas expresaban. En lo más profundo, siempre deseó algo así. Pero era algo que no era capaz de sentir. No tenía sentimientos, y no porque fuera una mala persona. Al igual que las diosas Rubí, Esmeralda y Amatista, era incapaz de sentir. Simplemente fue creada desde el principio de los tiempos de Nerba para gobernar el país y establecer orden, siempre bajo la dirección de los poderosos y únicos dioses Haim y Yuna. Por eso, por respeto y honor a Tara, gritó:
-Dafte asen per Tara. ¡Nará Tara!
-Ha dicho: Honor para Tara. ¡Viva Tara! - tradució de nuevo la princesa.
Todos gritaron esa frase, la cual quedaría grabada para la historia.
-Tara, quedan dos minutos. Tienes que irte ya.- interrumpió Brillan-. Quiero que sepas que has sido una gran alumna y ha sido un honor para mí enseñar a una hechicera como tú. Quiero que sigas aprendiendo, así que te entrego este libro, lleno de conjuros, consejos y algún truco mío. Compártelo con tu hermano, si es posible.
Tara tomó en manos el libro que el gran mago le ofrecía. Con gran brillo en los ojos, abrazó al anciano, agradeciéndole el regalo, el cual le era difícil de aceptar.
-Can sacert alte a su sisbroher.Lel necea ars sergurar vied .- dijo la Zafiro.
-Ha dicho que solo te estará permitido contar la existencia de Nerba y toda tu aventura a tu hermano, ya que también es un hechicero y necesita saber y controlar sus poderes.- tradució Brillan.- Así que comparte el libro con tu hermano.
-Lo haré. Treinta segundos.
La joven hechicera no soportaba aquel dolor. No quería quedarse en Nerba para siempre, pero no volver a ver aquellas personas que había ayudado le era horrible.
Tara metió un pie en la esfera de energía, y después el otro. Justo antes de que introdujera la cabeza, Yaro se adelantó y besó la mejilla de la chica. Aquel inesperado gesto hizo sonreír a Tara. Por suerte para ella, no se sonrojó hasta que no estuvo atravesando un portal de luces rojas.
"Seguramente a través de la esfera de energía habré pasado al haz de luz roja,el contrario del azul, el que me trae de vuelta"- pensó.
Andaba a través de aquel túnel, deseando encontrar la salida. En algún momento quiso volver atrás, queriendo volver a ver a los demás y , en especial a Yaro, pero sabía que eso ya era imposible. Toda su aventura permanecería viva en Nerba y en su memoria. Y con eso, debía conformarse.
Con paso decidido, siguió caminando, en un recorrido que le parecía eterno. Tras varios minutos, por fin vio una luz. Y al acercarse más, poco a poco iba percibiendo con más claridad el típico olor de hospital.
"Ya voy, Main. Ya voy, papá. Pronto estaré con vosotros"
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Nerba
FantasyUn libro mal escrito y peor revisado por este humilde usuario. Tara es una chica aparentemente normal, a la que le encantan los aviones. Un día, mientras los veía volar en el cielo, un haz de luz la llevó a un lugar que cambiaría su vida. Como hech...