Boil se sienta en uno de los lugares que están en el tercer nivel y yo entre Saurom y Trivium. Saurom me mira y luego cruza miradas con Trivium.
—Vaya.—Dice Trivium y hace un gesto agradable.—Nada mal.
—¿Sorprendidos?—Les respondo con confianza.
—Señor Boil.—Lo llama Satán y él voltea.—¿Cuál era su rango dentro del ejército arcadiano?
—Era general, señor.—Le responde Boil con orgullo.—Yo estuve a cargo de dirigir el frente izquierdo en contra de los ángeles. Queríamos mandar un ataque masivo con su ayuda para acabar con el último campamento angelical, pero el alto general Sunktum decidió distraerme para mandar a sus tropas mientras conversábamos.
—Felicidades, soldado.—Le responde Satán.—Ha sido ascendido a alto general en la orden de centuriones.—Suelta y se vuelve hacia mí.—Buena jugada, alto general Sunktum, tal vez lo subestimé. Prepare a sus tropas para volver a salir por la mañana, los pobladores oníricos han pedido ayuda por no poder contener más a los ángeles. Necesitan un poco de ayuda y por su astucia con el alto general Boil, creo que usted es el adecuado para dirigir la misión.
—Entendido.—Le digo y volteo a ver a Ambicatus para restregárselo en la cara.
—Alto general Anubis, los gracta han mandado otra señal de auxilio, se le solicita que vaya a su planeta para ayudarlos, en su ataque final, será muy probable que fracasen sin ayuda.
—Entendido.
—Altos generales, la sesión ha terminado.—Anuncia Satán.—Alta general Thalia, por favor lleve al alto general Boil y a sus tropas a su nuevo centro de entrenamiento.
—Sí, gobernador.—Satán había sido nombrado gobernador por el consejo hace un año. Desde entonces, él ha estado controlando los movimientos de cada uno de nosotros, así que si no somos asignados a una misión es por qué no tenemos el rango, o nos puede resultar bastante fácil.
Me dirijo a mi centro de entrenamiento y veo a Shadow.
—Señor.—Me llama.—¿Alguna novedad?
—Prepárense para salir al amanecer.—Le ordeno.
—Pero... acabamos de volver.
—Un general hiena bípedo con la cara espeluznantemente fea nos pidió ayuda para contener a los ángeles y luego tal vez terminar de sacarlos de los brazos de Orión y Perseo.—Le digo.
—Y se resume a...—Me dice en espera de una respuesta.
—¡Soldados!—Anuncio.—¡Oficialmente, estamos dentro del campo de batalla!
Los vítores retumban adentro de los campos de entrenamiento y en seguida, los soldados de dirigen a sus habitaciones. Salgo del centro y me dirijo a mis aposentos, que no son del todo míos, me dijeron que debía estar todo el tiempo con Hylla hasta que se terminara de recuperar y yo obedecí, así que son de ella. Tristemente, yo no tengo. Me dirijo a mi habitación, que también comparto con Hylla porque no hay otro cuarto y entro. Veo que Hylla no ha regresado, así que decido dormir un poco antes de partir, me recuesto y antes de darme cuenta, me duermo más profundamente de lo que esperaba.
—Sunktum...—No creo estar soñando.—Sunktum...—Abro mis ojos y veo borrosamente a Hylla, recostada a mi lado y con el largo cabello cayéndole por los hombros.—Te tienes que ir, tus tropas están en los hangares.
—Pero me acabo de dormir.—Me quejo adormilado.
—El reloj no dice lo mismo.—Lo volteo a ver y reviso la hora. Me doy cuenta de han pasado más de diez horas, tengo que arreglarme y salir de mis aposentos ahora mismo.
Me paro y me doy un buen baño porque la señorita siempre insiste en eso. No puedo salir a ningún lado antes de ducharme a pesar de ser un ser muy poderoso y poder emitir un buen olor producido por mí porque cada que salgo me ensucio. ¿Qué sentido tiene eso?
Agarro el faldaje y me lo pongo, me dirijo a la puerta y Hylla me toma del antebrazo. ¿Ahora qué quiere?
—No pensabas irte sin el beso de despedida, ¿o sí?—Efectivamente pensaba hacerlo, voy tarde. Me besa y y extiendo mis alas.—Ya te extraño.—¿Acaso puede callarse?
Me elevo y veo que el sol aún no ha salido, que es muy reconfortante. Diviso los hangares, que es bastante fácil puesto que las casas de los pobladores no miden más de cuatro metros y los hangares miden al menos doce, me dirijo hacia ellos y aterrizo en las entradas. Veo a Shadow y me dirijo hacia él.
—Que bueno que llegó, señor.—Me dice.—Ya lo estábamos esperando.
—¿Están todos arriba?—Le pregunto mientras camino.
—Sí, mi señor. Afuera de los juggernaut solo hay operadores. Las coordenadas ya fueron introducidas en los portales.
—Que bien.—Le digo mientras subo a uno de los contenedores y Shadow sube conmigo.
—Busqué información acerca de los oníricos y a juzgar por su espeluznante aspecto...—Le tiembla la voz.—No deben ser muy amigables.
—A menos que reciban a los refuerzos que esperan.—El juggernaut se eleva.—Reverendo hijo de...—Me callo.—También dependerá mucho del tiempo del que dispongamos para llegar allá. Hay razas que en treinta minutos pueden cambiar su postura con respecto a sus refuerzos.
—Creo que ese será el caso.—Me dice bastante preocupado.
—No si doce horas les es poco.—Los juggernaut atraviesan los portales y aparecemos en una zona boscosa que en sus límites tiene un desierto, en él, un campamento de hombres hiena.—Es aquí.—Le digo a Shadow. Un drenix comienza a cargar el contenedor y aterrizamos en el campamento. Las puertas se abren y uno de los oníricos se dirige hacia nosotros.
—Bienvenidos, centuriones.—Nos dice.—Soy el general Vad. Sean bienvenidos a mi hogar.
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Poder y Gloria #3 - El Juego
AcciónAnganatios ha sido liberado de la tiranía que Deus había extendido en él. Sunktum y sus hermanos se han reunido en el escudo infernal y ahora están dispuestos a ayudar a sus planetas vecinos a ser liberados de los ángeles. Sunktum no solo quiere ayu...