Guerra en dos frentes

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—¡Saquen las torretas antiaéreas!—Grita el general Katma, que está acabando con los ángeles en la ciudad.

Los drenix comienzan a atacar las cabinas que atacaron con la otra nave y rápidamente tiran las otras tres naves. Una de ellas cae en el desierto que rodea la ciudad, otra se destroza en el aire y la última cae en la ciudad, devastando una tercera parte de ella. Las torretas comienzan a disparar hacia los ángeles que se mantienen en el aire y los tiran uno a uno. En poco tiempo, los sobrevivientes se acaban y la batalla termina.

—Shadow.—Lo llamo y él voltea a verme.—¿En donde están los civiles?

—Al otro lado de las colinas, las amazonas y los chacales están cuidando de ellos.—Me responde.

—Que se queden ahí. Volveremos a Anagantios, las legiones de los pretores ya están cruzando los portales, toda la orden se reagrupará ahí.—Él asiente.—Algunos pretores irán hacia los civiles, que las amazonas y los chacales se queden ahí hasta que ellos lleguen.—Él asiente y se va.

—Parece que no me queda más que devolverte tu puesto entre nuestras filas.—Me dice Saurom, poniéndose a mi lado.

—Ahora mismo, eso es lo que menos importa.—Le respondo.—Ya lo dijo Demogorgón, si no estamos unidos, perderemos la guerra, la orden será aniquilada, nosotros siete seremos cazados y aniquilados como simples ratas y él cumplirá su objetivo.

—Casi lo vencemos en ya más de una ocasión.—Replica.—No puede vencernos. Uno solo de nosotros puede hacer el trabajo que no podíamos hacer hace diez mil años unidos.

—Si no permanecemos unidos, Demogorgón encontrará la manera de rodearnos y aniquilarnos uno a uno tan fácil como le era hace sesenta millones de años aún cuando estábamos unidos. Hermano, esto no es un juego.

—Lo sé, conozco la profecía, sé muy bien lo que va a suceder si fallamos en nuestro intento de acabar con Demogorgón y sé lo que va a pasar si cumplimos con nuestro deber.

—Entonces deberías saber que expulsarme de la orden que yo mismo creé fue un terrible error.

—Aún puedo volver a expulsarte, entremos a los hangares y vámonos.—Lo obedezco y nos dirigimos hacia dónde están las legiones de pretores ,listas para entrar a nuestro planeta, seguidos de nuestras legiones.

Justo cuando vamos entrando, uno de los portales explota, matando a un par de pretores y dañando los otros diez portales a su alrededor.

—Esto no pinta nada bien.—Le digo a Saurom y ambos corremos hacia el dañado portal. Veo a Katma y me dirijo hacia él.

—¿Cuál es la situación?—Le pregunto.

—Los portales fueron dañados. Ahora lo más lejos que podemos ir de nuestro planeta es a un planeta llamado Vest.

—Oh no. Y si los repararan, ¿cuanto tardarían?

—Unos tres meses.

—Entonces iremos a Vest, posiblemente encontremos una manera de llegar a Anagantios.

—Tal vez no.

—Creo que debería hacer el intento.

—Entonces iremos a Vest.

—Señor.—Nos interrumpe un pretor dirigiéndose hacia Katma.—Los portales están realmente dañados y su estado actual es inestable. Si prendemos uno solo de ellos, toda la ciudad podría colapsar.—Al menos lo que queda de ella, recuerdo muy bien que una nave angelical cayó encima de una tercera parte de ella.—Me temo que los clarividentes tendrán que quedarse aquí hasta que sea seguro viajar a Vest.

—Entonces nos quedaremos hasta que los portales estén lo suficientemente estables para llevarnos a Vest.

—¿Está seguro de que no quiere ir a su planeta?—Me pregunta bastante confundido.

—Más que seguro.—Le respondo.—Ahora quiero saber qué hay ahí, tal vez encontremos cosas interesantes.

Un pretor me pide que lo siga a lo que será mi habitación temporal y veo todo el desmadre que la batalla causó hace rato, los científicos están  intentando saber cómo desmantelar la nave que cayó sobre la ciudad para reconstruir lo que fue destruido y los soldados están recogiendo a los ángeles muertos. Por suerte, esa vez nuestras bajas fueron mínimas.

Entramos a un edificio hecho de mármol y el pretor me guía al piso más alto de él, que tiene una sola habitación, que parece ser para gente distinguida... o que tiene problemas para salir del planeta.

El punto es que la habitación es muy lujosa y la cama es bastante grande y cómoda, me siento en ella y veo que es muy suave, creo que podré dormir siestas realmente profundas en ella. La puerta se abre y veo que otro pretor está entrando con Hylla.

—<<Al parecer no podré librarme de ella tan fácilmente.>>—Pienso. El pretor se va y nos deja solos.

—Hola, guapo.—Me dice con un tono bastante tentador antes de morderse el labio inferior.

—Ya sabes que no me gusta que me llamen así.—Le respondo y me paro de la cama para evitar que pase algo más que una conversación.

—Ay por favor.—Replica.—Ambos sabemos qué es en lo que va a terminar está conversación.—Me dice mientras se quita las muñequeras.

—Tal vez sea así... o tal vez no.—Insisto. Esta noche no quiero que pase nada, debo concentrarme en el modo en el que vamos a rodear a Demogorgón.

—Sabes que sí.—Me dice y me rodea el abdomen y la espalda baja con sus brazos y me dirige hacia la pared.

—Al diablo.—Digo para mí y me quito el faldaje. La cargo y me acuesto sobre ella. El resto no es algo que quiera describir, este es mi momento.

Poder y Gloria #3 - El JuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora