Mis hermanos y yo llevamos a Demogorgón a una sala hecha de vidrio reforzado y lo colocamos en el centro de ella. Los altos generales de la orden entran detrás de nosotros y se colocan dos metros por detrás para evitar ser afectados por lo que está a punto de ocurrir.
Una vez en el centro exacto del plano horizontal del punto de supremacía, donde Demogorgón está hincado, cae un pozo de luz en el que al llegar al fondo, donde se presume es el centro del plano vertical y donde convergen ambos centros, siendo este el centro exacto de la galaxia, mis hermanos y yo formamos un círculo sobre el abatido Demogorgón, rodeándolo y nuestras auras se hacen visibles. Nuestras propias energías nos consumen y nuestros cuerpos explotan, dando forma a unos nuevos: nuestras figuras cósmicas, en nuestras estructuras no cambiamos nada, pero los colores se hacen de un azul oscuro lleno de estrellas. Alzamos los brazos hacia nuestros costados formando un ángulo de 90 grados con nuestras costillas y nos erguimos, bajamos nuestras miradas hacia Demogorgón y su energía comienza a desvanecerse, transportándose hacia nosotros e iluminándonos cada vez más, unos diminutos hilos de energía se forman entre nuestras manos, Demogorgón se apoya en sus puños y toma aire.
—No puede ser cierto.—Termina por decir.—Ustedes no deberían alcanzar esas formas.
—Ahora serás juzgado y sentenciado a muerte.—Le responde Ambicatus. Nuestras auras se iluminan más y más, y la mía es la que más brilla.
—Este debe ser un error.—Dice Hylla detrás de mí, la volteo a ver y veo que tiene lágrimas en los ojos.—Debe haber otro modo.—Desafortunadamente para ella, no lo hay y a la hora de tomar una decisión importante que definirá el curso de la historia, no existen los errores.—¡Sunktum! Yo...
Al no querer seguir escuchando, vuelvo a dirigir mi mirada hacia Demogorgón y me dejo caer, la tapa donde Demogorgón estaba, se abre y él cae, se sostiene de uno de los bordes del pozo pero yo lo agarro de la cabeza y lo abrazo por la espalda baja. Ambos caemos por el pozo cabeza abajo y comienzo a recordar toda mi vida, mis logros y fracasos, mis hermanos y la gente que me era cercana antes de entrar al pozo.
Recuerdo cuando mis hermanos crearon el sistema solar en el que se encontraba Anagantios, cuando elegimos el planeta en el que nos quedaríamos y nuestros primeros años allá, cuando los profanadores llegaron y la devastadora guerra que se libró para sacarlos del planeta, su asentamiento en las alturas y la segunda guerra en su contra, mis tropas cayendo y la creación de los humanos, la tercera guerra y la extinción humana, la expulsión de los profanadores y el comienzo de una guerra planetaria, su fin y la reciente destrucción de Anagantios a manos de Demogorgón.
Hace trece mil millones de años, la galaxia fue creada por nosotros, cometimos el error de crear al ser más perfecto que jamás pudiera existir y poco tiempo después de su creación, nos traicionó, inició una guerra en nuestra contra y hace apenas setenta y cinco millones de años, lo vencimos y capturamos, hace seis mil años escapó de su prisión, hace cuatro años comenzó una nueva guerra para destruirnos y en este preciso momento, estoy cayendo junto a él.
—¡Suéltame, imbécil!—Me grita mientras forcejea para soltarse de mí. Mis recuerdos entrenando a un joven Shadow vienen a mí, su ascenso a general y el Shadow actual.—¡Nos matarás a ambos!—Seguimos cayendo y yo sigo apretándolo con todas mis fuerzas.
Recuerdo cuando Ventus llegó con una linda bebé al abismo y yo decidí que ella sería la mujer que comandaría a dieciocho legiones de mujeres como ella. Hace no más de dos minutos, ella estaba llorando de rodillas por el hecho de que yo no saldría vivo del pozo.
Hace dos días, mis hermanos y yo estábamos debatiendo el quien saltaría al pozo para terminar de una vez por todas con Demogorgón, Ambicatus había decidido que él saltaría por ser el mayor de nosotros y creía que ese era su objetivo. Hace dos minutos, descubrió que esa no era una decisión que nos correspondía tomar a ninguno de nosotros.
La muerte de un clarividente tiene consecuencias desastrosas si no se elige un sucesor rápidamente, para mi suerte y la de la galaxia, Saurom eligió a uno antes de expulsarme de la orden. Tiempo antes, ese sucesor me venció dos veces en la misma batalla, me mostró cuán fuerte podía ser y me demostró que era un soldado digno de tomar mi puesto: Shadow.
—¡¿Qué estás esperando?!—Me grita Demogorgón.—¡Suéltame! ¡Sálvanos! ¡Ahora!
Hace poco, Demogorgón quería destruir el universo como lo conocíamos y pretendía crear uno nuevo lleno de ardor, agonía y sufrimiento para todo ser que habitara en él. Hoy, justo antes de caer al pozo, descubrió que eso no iba a suceder.
—¡Vamos!—Me grita.—¡Suéltame!—La caída continúa y Demogorgón intenta forcejear cada vez más fuerte, lo contengo lo más fuerte que puedo y él termina por rendirse. Me niego a bajar la guardia y a soltarlo, así que él relaja su cuerpo y toma aire.—¡Lo lamento! ¡Pensé que estaba haciendo lo correcto! ¡Me equivoqué al pensar que podría ser el ser más poderoso que jamás hubiera existido y por eso los traicioné! ¡Ahora veo que hice mal y quiero enmendar mis errores! ¡Para ya! ¡Dime algo!
—¡Has fracasado en tu cruzada!—Le respondo por fin. La última imagen que mis ojos ven: luz, Demogorgón cayendo al abismo conmigo y nuestros cuerpos desvaneciéndose entre toda esa luz.
Existía una profecía que decía que los clarividentes teníamos una misión, esa misión era la de guiar a las especies sobrevivientes a la gran guerra por el camino de la paz, pero para que eso sucediera, uno de nosotros debería perecer junto al representante de la oscuridad. Yo me imaginaba en un acto heroico salvando a mis hermanos y a mis soldados, empujando a Demogorgón hacia su muerte conmigo saliendo victorioso. Ahora que está pasando el acto, me doy cuenta de que no es lo que esperaba, dejé con los pretores a vastas legiones de reaper con la inocente esperanza de que yo volvería con ellos, a una mujer sin nada más que ilusiones y a seis dioses sin el hermano que logró que la victoria fuera posible.
Todos los seres vivos viven sin ningún objetivo, ninguna razón por la que seguir adelante, viven de sueños e ilusiones falsas, pretenden tenerlo todo cuando saben plenamente que algo les faltó por hacer, cuando la razón por la que peleaban ya no es la misma, cuando sus fuerzas oscuras los consumen y los asesinan en su interior. Los que creen haber alcanzado su meta y la satisfacción total, simplemente cumplieron un pequeño objetivo, creyendo que lo consiguieron todo sin saber que pudieron haber hecho mucho más y que pudieron haber llegado más lejos aún de lo que creyeron.
Lo "absoluto" es un término relativo, cada ser encuentra y cumple sus objetivos a su manera y decide si realmente es eso lo que buscaba o si es mejor continuar escarbando para encontrar aún más de lo que esperaba. Cada quien decide que hacer con cada momento de su vida, pero todo tiene un principio y un final, y nadie debe esperar con ninguna clase de ansias su final, un día se debe vivir como si fuera el último que se tuviera de vida, sin pensar en el momento en el que haya que partir del mundo físico hacia la nada y sin pensar en que hacer y que no hacer. Los mortales conocen este momento como "muerte".
La muerte no se acerca ni siquiera un poco a lo que todos esperan y siempre llega cuando le viene en gana, pero nunca va a llegar más tarde de lo acordado, sin adaptarse a las peticiones de nadie ni al momento en el que a alguien le parecería adecuado morir. Al final, eso es lo único que nos une a todos y lo único que va a llegar a todos: La muerte y el surgimiento de un nuevo poder.
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Poder y Gloria #3 - El Juego
ActionAnganatios ha sido liberado de la tiranía que Deus había extendido en él. Sunktum y sus hermanos se han reunido en el escudo infernal y ahora están dispuestos a ayudar a sus planetas vecinos a ser liberados de los ángeles. Sunktum no solo quiere ayu...