Premonición

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—¿Ahora a donde iremos?—Pregunta Saurom con sorpresa.

—Regresaremos a Vest.—Le responde otro pacificador.

—Será el siguiente objetivo de Demogorgón y de Straitot, si no está muerto.—Respondo.—Debemos defenderlo.

Veo como las naves de Demogorgón empiezan a empujar a las nuestras hacia los restos de lo que antes era Anagantios.

—Todas las naves, prepárense para saltar en hiperespacio.—No otra vez.

Las naves que quedan comienzan a desaparecer de nuestra vista y la nave en la que me encuentro entra en el túnel. Me dirijo hacia algunos de mis soldados, que están en las ventanas de los pasillos de fuera del puente, cabizbajos. Cuando la puerta se cierra, me voltean a ver.

—Ya no tenemos a donde ir, ¿o sí?—Me pregunta un soldado.

—Les prometo que encontraremos un nuevo planeta para establecernos, y que haré todo lo posible por protegerlo.

Ellos se miran unos a otros y luego se van a sus camarotes. Shadow se dirige hacia mí y toma aire.

—¿Qué tienes en mente?

—Probablemente los pretores nos den uno de sus planetas para alojarnos ahí. O tal vez tengamos que establecernos en el punto de supremacía.

—Puede ser arriesgado. Los justicieros perdieron su control y se unieron a la causa de Demogorgón sin pensarlo dos veces. No podemos quedarnos ahí.

—Entonces intentaré buscar alojamiento con los pretores, pero por el momento, estaremos en Vest.

—Saliendo del salto en tres... dos... uno...—La nave se detiene y veo la superficie del planeta Vest... y a Shadow estampado en la pared y con uno de sus cuernos clavado en ella.

Los oficiales estacionan las naves en sus puertos y los soldados comienzan a bajar, espero para revisar que absolutamente todos hayan salido de la nave y comienzo a caminar por sus pasillos, reviso cada camarote y rincón de ella y veo que está vacía. Me dirijo hacia la salida de la nave y salgo por una pequeña rampa que conduce a los hangares.

Busco a Satán, que está hablando con Argthor y me dirijo hacia él, Satán me voltea a ver y yo lo golpeo tan fuerte que lo tiro con algunas volteretas.

—¡¿Que carajos fue lo que sucedió allá afuera?!—Le reclamo.

—Sunktum, no tenías por qué hacer eso.—Me dice intentando levantarse, lo pateo y Argthor me intenta detener.

—¡Suéltame!—Le grito, lo tomo de la cabeza, lo lanzo y él se golpea la espalda baja con las bardas que evitan que uno caiga siete pisos abajo. Me vuelvo hacia Satán y tomo aire.—¿En serio creíste que ibas a poder vencer a Demogorgón y a sus fuerzas sin ayuda?

—En mi mente era diferente.

—No puedes estar presumiendo por ahí que puedes hacer justo lo que no puedes hacer.

—Estaba haciendo mi trabajo.—Me responde.

—¡Tú trabajo era proteger Anagantios de los ángeles, no abrirles el paso para destruirlo por completo!—Saurom y Ambicatus llegan para separarme de Satán, él se levanta y yo forcejeo para liberarme de mis hermanos.

—¡Detente ahora mismo!—Me ordena Ambicatus.—¡Él hizo lo que pudo!

—¡Causó que nuestras fuerzas en el centro de las defensas se separaran y le dio paso a Demogorgón! ¡Él dejó indefenso a Anagantios!

Mi furia causa un destello que me quita a Saurom y a Ambicatus de encima, mandándolos a volar y Satán vuelve a caer.

Comienzo a sentirme débil y caigo de rodillas, me patean y termino en el suelo.

—Vaya, vaya. Solo mírate, débil, sin fuerzas y sin poder controlar el poder que posees, yo te puedo enseñar a controlarlo.

—Déjame. No me intentes manipular.

—Oh no, me temo que no es lo que planeo hacer. ¿No te parece algo curioso que yo ya haya alcanzado mi figura perfecta y ustedes no? Debes conocerte a ti mismo y debes aprender a controlarte. El pobre Satán apenas pudo salir con vida de tu onda expansiva.

—Solo déjame. ¡Largo!

—Ammm... no sé, déjame pensarlo, no. Me quedaré un rato más.

Intento despertar de la visión pero cada intento que hago hace que me de una jaqueca terrible que empeora cada vez más.

—No lo intentes, pequeño. Estás en un estado de coma temporal, tranquilo solo van a ser un par de semanas y una extra de incapacidad.

—¿Y tú cómo sabes eso?

—Me metí en tu mente en cuando quedaste inconsciente, idiota. Ahora que mis flotas se están dirigiendo hacia Vest, no podrás hacer nada para detenerlo. No puedes avisar ni hacer absolutamente nada para impedir que Vest sea destruido.

—Debes detenerte. No tienes idea de lo que puede suceder si continúas destruyendo mundos sin control.

—Claro que lo sé. Cumpliré mi objetivo y por fin, crearé un universo de dolor y agonía para todos.

—Puede ser incluso agonizante para ti. Detente ahora mismo.

—No planeo hacerlo, y no dejaré que tus subordinados arruinen mi plan.

—¡Ya sal de mí!—Exclamo y un gran destello vuelve a aparecer en mi mente. Despierto y veo a una enfermera pacificadora entrando al cuarto en el que me encuentro.

—¿Está todo bien, señor?—Me pregunta sentándose en... ¿estoy en una cama?

—Tal vez, no lo sé, no. Vest está a punto de ser destruido.

—Señor, debe quedarse aquí.—Insiste.

—No pienso hacerlo.—Le digo, apunto mi dedo hacia ella y la enfermera retrocede al ver cómo sale una bola de energía lista para disparar.

—Está bien, puede irse. Pero baje esa cosa.

Me paro, corriendo y corro por los pasillos del hospital para salir, en cuanto cruzo la puerta me encuentro con una desagradable vista. La batalla en la atmósfera ha empezado.

Poder y Gloria #3 - El JuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora