La última sesión

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Los altos generales toman sus posiciones y Satán toma aire para hablar.

—Antes que nada, me gustaría que los nuevos altos generales se presentaran.

—¿Acaso le gustaron o algo similar, gobernador Satán?—Se burla Febo, todos comienzan a reír y Satán lo fulmina con la mirada.

—Muy gracioso, ¿no, alto general Febo?

—Bastante, de hecho.—Le responde Febo con algunas risas contenidas.—¿Va a responder a mi pregunta?

—No, alto general Febo, no son la clase de tipos en los que me fijaría.—Le responde Satán con rabia.

—Pues parece que sí.—Insiste Febo y vuelve a reír, Satán le lanza un rayo de destrucción pura y Febo lo repele con otro igual.—Inútil.

Ambicatus alza su mano y ambos paran de hablar.

—Cállense, los dos. Hay que iniciar con la sesión.

—Ni siquiera es una sesión de consejo.—Interrumpe un soldado con máscara y con los brazos descubiertos.—Solo hay que ver quién va a atacar por donde y ya.

—Alto general Cross.—Llama otro con un casco que lo hace tener cara de pocos amigos y con algunos pocos en la armadura.—Los clarividentes tienen asuntos importantes que hablar con nosotros.

—Señores.—Interrumpe el daymio que estaba con Saurom hace rato.—Al rato discuten, ahora hay que cerrar la boca y dejar que el cornudo de allá nos de indicaciones.—Dice señalando a Satán.

—¿Por qué no empiezas por hacerlo tú, Aid?—Bromea el tal Cross y el daymio le gruñe.—Gato malo.

—Altos generales Aid, Cross y Lex, resuelvan sus diferencias cuando acabe la sesión. Tomaré nota de los presentes y faltantes. Alta general Hylla, me alegra que se encuentre aquí. ¿Se puede saber por qué se ha ausentado en las últimas sesiones de consejo?

—Las había olvidado o simplemente cambiado por tiempo con mis legiones, gobernador. Descuide, no se volverá a repetir.

—Eso espero. Ahora tomaré nota de los presentes.

—O quizá sea mejor ir directo al grano y...

—Cállese, alto general Katma.

—Sí, Katma, cierra el ojete.—Apoya Cross.

—Alto general Cross.—Llama Satán.—Esta es su segunda falta. La siguiente será suficiente para cambiarlo por un piedranegra más respetuoso o civilizado.—Cross se queda callado y Katma contiene la risa.

—Ya me cayó mal este tipo.—Murmura Trivium.

—No eres el único que le tiene cierta desaprobación.—Le respondo también en voz baja.

—Altos generales Trivium y Sunktum, ¿tienen algo que compartir con nosotros?—Llama Satán.

—No, gobernador.—Le respondo.

—Entonces iniciaré.—Nos dice con un poco de enojo contenido y se vuelve hacia un pergamino.—Alto general Ambicatus, pase a dar el aviso.

—Sí , gobernador.—Responde mi hermano y sale de su asiento.—Primero quiero agradecer a los nuevos altos generales por haber unido a sus fuerzas y ejércitos a la orden. Me temo que, desafortunadamente, nuestro poder militar es muy débil para enfrentar a las tropas de Demogorgón. Necesitaremos de más legiones, ya sean con experiencia o jóvenes para continuar con esta ventaja a nuestro favor. Dieciocho o veinticuatro legiones ya no son suficientes. Necesitaremos a cincuenta legiones de parte de cada una da sus especies para continuar con esta guerra y terminarla los más pronto posible.

—¿Y si las perdemos a todas? ¿Qué?—Reclama Azazyel.—¿Nos dirigimos hacia sus superiores para decirles que todos murieron en combate y les pedimos otras cincuenta legiones?—Eso es lo que pienso. No es justo pedir más vidas para entregar después de una sangrienta guerra.—Debemos ver por ellos, esta orden de fundó para beneficiar la calidad de vida de los habitantes de la galaxia, no perjudicarla.

—Existimos los ejércitos que podemos donar a todos esos números sin ningún problema.—Anuncia Katma.

—Sí, los hay.—Responde Boil.—Pero existimos los que no podemos. Es un precio muy alto que no podemos pagar.

—El precio económico es estático.—Le Responde Katma.

—¿Y el precio en vidas?—Sustenta Necronum.—Esta orden ha librado batallas muy sangrientas en nombre de la paz.

—No le brindaremos más de veinticinco legiones a la orden para continuar con esta guerra.—Anuncia Lex.

—No puedo donar ni siquiera a las dieciocho legiones que nos están pidiendo a todos.—Replica Boil.—Mis tropas están desnutridas.

—Un mes.—Interrumpo y todos se callan.—Nos quedaremos con las cincuenta legiones por un mes como máximo. Si la guerra no acaba para entonces, todos deberán colaborar con las legiones que nos puedan brindar mientras no sean más de las cincuenta que estamos pidiendo. Eso sí lo puedes hacer, ¿no, Boil?

—Con trabajos, pero podré.

—Entonces todos podrán hacerlo.

—Haremos un conteo de las legiones de las que las especies principales que conforman a la orden. Reaper de los siete clarividentes, caídos y demonios. Si llegan a las mil doscientas que presumen tener los ángeles en el planeta pretor, el resto apoyaremos con lo que podamos.

—Que así sea.—Anuncia Satán.—Alto general Katma, pida un planeta entero a los pretores para establecer a la orden ahí, sin Anganatios, estamos necesitados de un centro de comando. Dígales que se pretende que toda la orden se establezca ahí.

—Sí, gobernador.

—La guerra está llegando a su fin, y con ello, iniciará una nueva era de paz y prosperidad para la galaxia.—Anuncia Ambicatus.—Una era que será marcada por algunos valientes y la esperanza de que la paz se puede alcanzar.

—Mil ciento cincuenta legiones de reaper, ángeles y demonios listas para partir a la guerra.—Habla Saurom.—Los cobardes se quedarán, pero los valientes serán recordados por la orden y por sus superiores por haber participado en la última batalla de la guerra.

—¿Algo más?—Pregunta Satán y todos se quedan callados.—Entonces, este es el principio del final.

—Entonces, este es el principio del final

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Poder y Gloria #3 - El JuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora