Rebelión

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—No pueden hacerlo.—Le reclamo a Saurom.—Solo juntos venceremos a Demogorgón.

—Sí podemos, y nosotros nunca hemos estado unidos desde que tú decidiste salir de tu infierno. Por cierto, cuando vuelvas, no te molestes en buscar a Hylla. La mandamos a las fronteras de la zona oscura para intentar negociar con los pretores.

—¡¿Que hicieron que?!—Me altero.—¡La van a matar!

—Alto general Ambicatus.—Llama Saurom.—usted permanecerá fuera del campo hasta que la guerra esté alcanzando el final y Demogorgón esté al borde de la derrota. Alto general Sunktum. Por su indisciplina y falta de experiencia en liderazgo, usted ha sido expulsado de la orden. Ahora el general Shadow dirigirá a sus legiones en el curso de la guerra.

—Esta es una locura.—Se queja Ambicatus. Saurom sale del cuarto y un gas verde llena la cámara, Ambicatus y yo comenzamos a toser y retorcernos, empiezo a perder el aire y por segunda vez en, creo que este día, estoy inconsciente.

Despierto en los aposentos de Hylla y me levanto de la cama. Intento abrir la puerta y una amazona me mira.

—No vas a poder.—Me dice.—Fue rociada por el alto general Saurom con una poción que creo rechaza sus poderes y los usa en su propia contra.

—Entonces saldré por la ventana.—Le respondo.

—Estoy aquí para evitar que eso suceda. Mis órdenes son...—Un rayo atraviesa su frente y ella cae.

—Ups.—Doblo mi dedo y bajo el brazo.—Tal vez no eras mi objetivo, amazona.—Le digo mientras atravieso la ventana y veo que ha caído cinco pisos abajo.—O tal vez sí.

Salto, caigo en una rodilla, me levanto y me encuentro con un escuadrón de cinco chacales apuntando hacia mí.

—Alto ahí, desertor.—Me dice el líder del escuadrón.—No le harás a mis hombres lo mismo que a la amaz...—Le doy un zarpazo con mi mano y él muere.

—¿Alguien más?—Me vuelvo hacia sus cuatro acompañantes.—¿Alguno más?—Ellos retroceden.—Entonces sáquenme de aquí.

Ellos asienten y me escoltan hacia los cuarteles de mi legión. Al no encontrar mi espada, busco una en la armería y la tomo.

—Hola, preciosa.—Le digo y giro 180 grados, cortando las cabezas de los chacales.—Ustedes ya no me sirven. Bueno... ahora solo debo salir.

Salgo de los hangares y me encuentro con Shadow y creo que todas mis legiones. Tiro la espada y me arrodillo.

—Creo que me quedaré en Anagantios, alto general Shadow.—Alzo la mirada y veo que tiene un cronómetro de manecillas.

—Tardó catorce punto siete segundos más de lo que esperaba, señor.—Me dice.—Rápido, la legión de Hylla está muy lejos de llegar a un acuerdo pacífico con los pretores. No son muy amigables con quienes no tienen sus mismos ideales.—Me dice y me da mi espada, la agarro y tomo aire.

—Entonces no tenemos mucho tiempo que perder.—Respondo.—¿Tienes alguna idea de dónde puede estar?

—No.—Me responde.—Pero los portales tienen las coordenadas incrustadas. ¿En donde están los cinco chacales que mandé a escoltarte?—Volteo a ver a los cuarteles y me vuelvo hacia Shadow.—Ay no.—Me dice.—Anubis no va a estar nada feliz cuando se entere.

—Ya lo creo. Ya vámonos.—Me pongo frente a las legiones y veo que faltan los juggernaut y los drenix.—¿En donde están las fuerzas aéreas?

—En los hangares.—Me responde.—Ya están introduciendo las coordenadas del planeta al que la alta general Hylla fue enviada. Está muy cerca de...

—Quédese ahí, general.—Veo a la general Reyna con las legiones de amazonas que no fueron al planeta pretor. Prácticamente todas las diecisiete que Hylla dejó aquí.—Bajen sus armas.

—Estás rodeada, preciosa.—Le responde Shadow.—Tu alta general está a punto de morir y nosotros vamos a evitar que eso pase. Si no vas a ayudar. Evita tu propia muerte quitándote de nuestro camino.

—No me voy a quitar.—Le dice Reyna.—Lideraré el rescate de mi alta general.—Fue un poco más fácil de lo que esperaba.—Iré al frente. Los generales Anubis y Ambicatus están en los hangares, ayudando sus legiones faltantes.—Es bueno saber que Ambicatus quiere ayudar. Aún así, solo lo logrará si promete hacer lo que se le pide como se le pide y no como le venga en gana.—Tendremos que apresurarnos.

—Nada mal, general Shadow.—Le digo con un tono burlón.

—Que gracioso.—Me dice sarcásticamente.—Vámonos.

Los soldados comienzan a marchar hacia los hangares y en el camino nos encontramos con algunos soldados que hacen la vista gorda y continúan con sus caminos. Veo que Cuitláhuac está cuidando los hangares con su legión, cuidando que nadie que no quiera salir al planeta donde se encuentra Hylla entre.

—Generales.—Nos llama.—Buena suerte. El alto general Ambicatus ya se encuentra cruzando los portales.

—¿El alto general Anubis?—Pregunta Reyna.

—Del otro lado de los portales.—Responde la alta general Thalia. No tenía idea de que también ayudaría.—Esperando a que ustedes entren junto a Ambicatus.

—Pues iremos lo más rápido que podamos.—Le digo a Thalia y me vuelvo hacia Cuitláhuac.—Vas a cruzar los portales, ¿no?

—Así es.—Me responde.—A partir de ahora, la orden de centuriones, queda dividida.

—No planean ir solos, ¿O sí?—Pregunta Boil y Vad se pone a su lado. Al parecer hay varios soldados en contra de los ideales de mis hermanos.

Entro a los hangares, le doy una última vista a Anagantios antes de cruzar el portal, y entro en él.

Poder y Gloria #3 - El JuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora