Caos, guerra y muerte

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—Son idénticas a las naves angelicales.

—La mayor parte de la tecnología que los angelicales usan, es robada de otras especies. Así como la teletransportación le fue robada a los daymio, y la materialización de energía a los arcascaicos, el viaje interestelar y la capacidad de carga masiva en él, nos fueron robadas a nosotros.

Los hangares están casi llenos de naves y los radios reciben transmisiones de parte del resto de nuestras legiones avisando que irán a Anagantios en las naves pacificadoras.

Los soldados comienzan a subir a las naves y a tomar y reclamar camarotes como suyos cuando no será suyo por más de un día. Pero bueno, ¿quien soy yo para romperles la ilusión?

Una vez que todos estamos dentro, la nave en la que estoy tiembla por un momento y luego para, siento como se va inclinando el suelo, así que decido volar hacia la cabina principal para hablar con Martell.

—¿Que está sucediendo?—Le pregunto cuando lo veo.

—Nada importante, solo alzamos el crucero.

—Ah, claro.

—Preparen los hiperpropulsores y salten a mi señal. Muéstrenme la situación de las flotas de los generales Fond y Dec.

—Hiperpropulsores listos y en espera de su señal.—Anuncia uno de los oficiales.

—Las flotas de daymio y arcascaicos se han unido a las flotas de los generales Fond y Dec.

—Entendido, oficiales. Prepárense para saltar.

—¿Saltar?—Le pregunto con confusión.

—Usted sujétese, alto general Sunktum.—Busco una barda o un objeto de utilidad para sostenerme, pero no encuentro nada.

—No hay nada.

—Que triste su caso.—Me dice con sarcasmo use vuelve hacia sus oficiales.—¡Salten!

La nave sube rápidamente la velocidad y entra en un túnel que tiene una combinación de al menos veinte tonalidades de azul. Yo caigo hacia atrás y la velocidad me arrastra más atrás por el suelo, cuando creo que voy a chocar con la puerta, se abre y sigo arrastrándome por el suelo hasta chocar con una pared.

—Hermoso. ¿No?—Me pregunta Martell con la risa contenida.

—Mucho.—Le digo con dolor y mis fuerzas regresando hacia mí.—Me duele.

—Le dije que se sostuviera.—Me ayuda a pararme y se da la vuelta para dirigirse a la cabina.—Sígame al puente. Le prometo que la parada no será igual.

—¿Ah sí?—Le pregunto con la esperanza de que eso será cierto y él asiente.

Entramos al "puente" y vemos a los oficiales en las computadoras de la nave, Martell se voltea hacia un oficial que está parado y lo toma del hombro.

—Almirante Tazi, ¿cuál es la situación?

—Llegaremos a Anagantios en dos minutos.—Le responde.

—¿Tan rápido?—Le pregunto con los ojos bien abiertos.

—¿Acaso es este su primer viaje estelar?—Me pregunta.

—Solo ha usado portales.—Le responde Martell y el oficial asiente.

—Tiene sentido.

El túnel azul va cambiando la forma de las tonalidades de azul en vez de mantenerlas fijas y algunos destellos van pasando por afuera de la nave.

—Prepárense.—Anuncia Martell.—Salimos del salto en tres... dos... uno...—La nave se detiene repentinamente y yo salgo volando hacia adelante para estamparme con el vidrio frontal del puente. Busco a Martell y veo que está muerto de risa.

—Podría acostumbrarme a esto.—Suelta con lágrimas en los ojos por la risa.

—Que gracioso.—Le digo y veo que abre los ojos como platos.—¿Ahora qué?

—Solo voltea.—Me indica.

—Y ahí voy yo a creer que será algo de importancia.—Me volteo y abro los ojos tanto como él.—Imposible.

Al ver la ventanta, me encuentro con una flota angelical atacando a algunas naves aliadas, quienes parecen ser los daymio y los arcascaicos para destruir mi planeta, veo algunas naves saliendo del planeta.

—Aquí el gobernador Satán comunicándose con las naves defensoras, retírense, tendré esto bajo control.—Habla Satán desde un radio. Así que el muy hijo de puta también tenía sus naves y no nos dijo nada.

—Almirante Satán.—Responde Ambicatus desde otro radio.—Llevamos tiempo suficiente defendiendo Anagantios de las flotas de Demogorgón y no hemos hecho nada. No creo que usted pueda ayudar en nada con ese comentario.—Un crucero infernal lanza un rayo desde su centro y destroza una nave gigante angelical.—O sí.

—Ha caído una de sus naves capitales.—Anuncia un pacificador. Toda la orden está en el espacio defendiendo Anganatios, mi planeta y nuestro centro de mando.—Tenemos que presionarlos y empujarlos fuera de la órbita del planeta.—Otro rayo sale de la misma nave infernal e impacta contra una nave pacificadora.

—¡Esa no, idiota!—Gritan por el radio de esa nave.—May Day, May Day, la nave está en llamas, necesitamos evacuar la nave.

Martell divisa una nave pacificadora intacta entre las angelicales y entrecierra los ojos.

—Straitot.—Murmura y lo volteo a ver.

—¿Estás seguro?

—Lo suficiente.—Me responde.—Creo que privarlo de su lucha fue un grave error.

—Quiero que los cañones centren el fuego en su nave.—Los cañones dirigen sus miras hacia la nave de Straitot y comienzan a disparar.

—Quiero que saquen a los cazas.—Algunas naves pequeñas salen hacia la de Straitot y comienzan a disparar más de cerca.

La nave de Straitot comienza a responder contra los cazas y saca una de su parte con un escudo redondo rodeándolo y Demogorgón encima de ella estabilizando el escudo. Demogorgón quita el escudo y se lanza desde la nave hacia la atmósfera, apunta su dedo y lanza un rayo contra Anagantios que impacta en el planeta.

Lo siguiente que mis ojos ven: La destrucción desde el núcleo de mi hogar.

Poder y Gloria #3 - El JuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora