Reencuentro

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En la noche, los juggernaut se alzan y salen del campamento rumbo hacia las ubicaciones que se les dieron a sus jinetes (si así se pueden llamar, puesto que se necesitan doce para poder dirigir al dragón). Shadow y yo nos quedamos en el campamento y preparamos a las legiones para salir al campamento de Demogorgón.

Me asomo al puesto de Vad y veo que está dormido, profundamente dormido, no despierta cuando entro, y no despierta cuando salgo. Me volteo y veo a Shadow atrás de mí.

—Las tropas están listas.—Murmura.—Si queremos llegar temprano con Demogorgón, debemos salir ahora.

—Vámonos.—Le digo.—Creo que el general Vad no irá al combate, o simplemente llegará tarde.

Shadow se posiciona al frente de sus tropas y yo frente a todo el ejército. Los oníricos descansan y nosotros marchamos para llegar al campamento al amanecer. Mis soldados marchan lo más rápido que pueden mientras los juggernaut nos dejan atrás y nosotros dejamos el campamento sin hacer tanto ruido.

El sol empieza a dar sus primeros rayos de luz y el campamento de Demogorgón se hace visible, con una de sus fronteras en llamas y el ejército de Ambicatus entrando a él. Los defensores tienen armaduras azules con algunos detalles negros y sus cascos son plateados, son altos y su musculatura es demasiado exagerada para tratarse incluso de un reaper.

—¡Son los justicieros de Demogorgón!—Les aviso a los soldados y en seguida, dos legiones de lanceros forman un muro de escudos y colocan sus alabardas en posición de defensa, conmigo afuera de él, muchas gracias por nada, imbéciles. Salto y doy un giro hacia atrás para poder caer entre las filas del muro, analizo el campamento y vaya que es bastante grande, en otra de las orillas, sale el ejército de Trivium y en la orilla de en frente, las legiones de Overkill.—¡Tenemos refuerzos!

Un justiciero esquiva la alabarda de uno de mis reaper, clava la suya en su cabeza y con solo alzarla, el reaper sale volando formando un semicírculo cayendo encima de la punta de la alabarda de otro justiciero, que simplemente azota el cuerpo del reaper contra el suelo y con el pie, saca su arma de él. Los reaper rompen filas y yo salgo de los estorbos que están en frente de mí, un justiciero corre hacia mí, lo esquivo, le quito su arma y se la clavo en el abdomen, otros dos corren para vengar a su colega y esquivo el arma de uno, tomo al otro y lo pongo frente a mí justo a tiempo para cuando el otro está atacando por la derecha, el justiciero termina por matar a su compañero y yo pateo la alabarda del muerto mientras el arma se clava en un costado del justiciero vivo, él cae y yo tiro al muerto, me paro encima del herido y aplasto su cabeza con mi pie.

Shadow no está haciendo gran cosa, solo grita órdenes por aquí y por allá y deja que sus tropas se encarguen de lo que él debería estar haciendo. Como me encantaría que Livia estuviera aquí para volver a matarla y sacarle el lado poderoso al idiota de allá. Creo que esos dos años fuera del campo de batalla han atontado demasiado a mis legiones, ya están casi acostumbrados a vivir de comer, descansar y dormir.

—¡Catapultas!—Llaman Thaum y Demeritus.—¡Abran fuego!—Las catapultas se ponen en funcionamiento, que por cierto, ya lo necesitábamos y los justicieros retroceden, una gran sombra pasa por encima de mis legiones y volteo hacia arriba. Los juggernaut comienzan a lanzar ráfagas de fuego contra los justicieros que intentan reagruparse y una muralla de fuego se levanta entre los justicieros y nosotros a causa de las ráfagas de mis juggernaut.

—Pensé que tardarían más en llegar.—Me dice Shadow, y yo pensé que él me sería de mayor utilidad.—Es bueno saber que están aquí.

—Sería bueno saber que ya hayas matado al menos a un justiciero en vez de estar parloteando estupideces por ahí.—Un justiciero corre hacia nosotros y nos lanza su alabarda, menudo imbécil, la esquivamos y Shadow le corta el cuello. Él me mira restregándomelo en la cara y yo inclino levemente mi cabeza hacia la derecha.—Touché.

Mis legiones se entrelazan con las de Overkill y las de Ambicatus y entre los tres ejércitos rodeamos a los justicieros restantes y veo que Trivium llega con las suyas. El puesto central se abre y Demogorgón sale adormilado de él.

—Carajo.—Murmura.—¡No puedo dejar nada en sus manos porque ya echaron todo a perder!—Les grita a sus soldados, lo que es un poco cruel, aunque es cierto, al menos cuando nosotros estamos ahí.—Sunktum, cariño.—¿Como me acaba de llamar? Solo una persona me ha llamado así, y las primeras veces no terminó nada bien la pobre.—Pensé que estaba claro que no necesitábamos volver a tener esta plática.—Termina y voltea a ver a Ambicatus.—Wow, pensé que el pequeño era el más poderoso. Tu nivel de poder es impresionante.

—Opeth no está aquí, y si quieres hablar del menor, ahí está Trivium.—Demogorgón se confunde y luego se concentra.

—Ah, claro.

—Solo cállate, animal.—Le digo y me abalanzo hacia él. Lo tiro y lo golpeo fuertemente con mis manos, Demogorgón recupera sus fuerzas y de un solo manotazo, me quita de encima suyo.—Tus poderes han aumentado desde nuestro último encuentro.

—Claro que lo han hecho.—Confirma y Trivium se avienta a su espalda, Demogorgón intenta quitárselo de encima pero Trivium tiene una estatura demasiado corta para ser un clarividente, así que es más ágil y rápido que el resto, o probablemente solo altera el pasar del tiempo y eso lo hace ver más rápido. Al final, él lo manipula.

Un portal se abre y Demogorgón lo atraviesa. Este es el quinto planeta del que se nos escapa, y eso no es bueno.

Poder y Gloria #3 - El JuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora