Guerra de guerras

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Cuando entro al puente, me encuentro con la superficie del planeta asomándose en las ventanas del crucero.

—Hemos llegado.—Anuncia Ambicatus.—Preparen los cargueros para descender y...—Un comunicador suena y Myrath responde.

—Aquí el alto general Myrath, adelante.

—Ah, señor, que bueno que responde. Por un momento pensamos que las naves de los radares eran angelicales.

—Espere.

—¿Qué sucede?

—¿Me está diciendo que estamos en Tyhjyys?

—¿Por qué la pregunta?

—Apártense del campo en el que se encuentren.

—Entendido.—La voz del soldado se vuelve un poco más baja.—¡Repliéguense! ¡Dejen a los angelicales salir del campo!

El comunicador se apaga y Myrath se vuelve hacia nosotros.

—¿Qué?—Le pregunto.

—Al parecer los pretores nos mandaron al planeta que el enemigo tomó para establecer su última resistencia.

—Entonces Demogorgón está aquí. Vayamos al campo.

—Alto.—Nos detiene Martell.—No sin antes dejarles un pequeño regalo a los ángeles.

—Pues no sé que es lo que tienes en mente pero...

—Fuego.—Los cañones comienzan a disparar hacia la superficie y veo cómo se forman algunas nubes de humo y ceniza de una de las zonas del planeta.

—¿Y todo eso qué fue?

—Los estúpidos ángeles colocaron a sus ultimas mil doscientas legiones en el mismo lugar, así que decidí mandar un poco de fuego para acabar con algunos de ellos. Metan los cargueros en los juggernaut y desplieguen a las bestias.

Fue más fácil de lo que pensé. Igual Demogorgón puede crear más, así que aún debemos esperar a que el enemigo oponga una fuerte resistencia.

Satán convoca a todos los altos generales en el puente y todos asistimos a la reunión.

—¿Qué sucede?—Pregunta Necronum.

—Tenemos que planear el ataque final de la fortaleza de Demogorgón.

—Quiero creer que ya tienes la estrategia planeada.

—Así es. En vista de que los arcadianos solo disponen de dieciocho legiones en la orden, ellos dividirán a sus legiones en dos, nueve en el flanco izquierdo y nueve en el derecho, ambos en una formación de tres por tres para ser rodeados por cinco legiones de piedranegra de cada lado y seis legiones de sandolatas, tres al frente y tres por detrás.

—¿Sólo ellos?—Pregunta Cross.—La parte de atrás del fuerte está muy debilitada.

—La legión del alto general Myrath estará rodeada por ocho legiones de amazonas y ellas por dieciséis legiones de guerreros del sol.

—El fuerte es octagonal.—Observa Azazyel.—No podemos dejar libres los otros cuatro lados del fuerte.

—Quiero a tu legión en la muralla sureste del fuerte, rodeada por ocho de minotauros y ellos por cinco legiones de cazadoras de la luna al frente, tres de centauros en cada costado y cinco de oníricos por detrás. Quiero un espejo de esa división en la muralla suroeste.

—¿Noroeste y noreste?—Pregunto con la esperanza de ser asignado a una de esas dos murallas.

—Nueve legiones de justicieros rodeadas por cinco legiones de pretores al frente, tres de pacificadores de cada lado y cinco de sátiros por detrás en cada una de las murallas.

—El frente sigue libre.—Señala Ambicatus.

—Las legiones de reconocimiento, arquería y lanceros de los altos generales Overkill, Sunktum, Saurom, Dynamo, Opeth y Trivium atacarán el fuerte de Demogorgón desde  la muralla norte con las catapultas y los arqueros de Ambicatus por detrás de ellos.

—¿Qué haremos los demonios?—Pregunta Argthor.

—Los que no sean asignados, se quedarán en las naves.—Los altos generales se dispersan y se dirigen hacia las legiones a las que les van a asignar cada lugar.

Me dirijo hacia los hangares y subo a un carguero, justo antes de cerrarse, Kantun entra y me hace sentir un poco apretado.

—No sé si ya lo notaste, pero los veinte estamos dentro. No caben más, tienes que salir.

—Alto general Sunktum, los verdugos aún están del lado de Demogorgón, su resistencia es demasiado fuerte para atravesarla con solo unos cuantos.

—No tenemos alternativas.

—Solo somos ciento ochenta y dos millones y medio de soldados, el enemigo casi nos dobla en número. No sé si lo recuerde, pero Demogorgón suele tener a sus legiones de verdugos en los bosques que se encuentren frente a las puertas de sus fortalezas. Sus legiones serán emboscadas y tendrán un gran número de bajas, si no es que los masacran.

—Ya no hay tiempo para más, diríjase hacia el carguero que le fue asignado junto a sus hombres para partir, llegar tarde al campo puede representar la debilitación del ataque y un posible fracaso para la misión.

Kantun sale del carguero y se dirige al suyo, junto a sus soldados. El drenix que se encuentra parado encima de nuestro carguero se eleva y nos deja en el juggernaut.

Los juggernaut comienzan a elevarse y salen de las naves para bajarnos y acercarnos a nuestro destino. Uno de los reaper con los que me encuentro abre la puerta del carguero para asomarse y ver la distancia que nos separa de los bosques que están en frente del fuerte.

—¡El aire es respirable!—Anuncia.—¡Los drenix saldrán de los juggernaut en poco tiempo!

—Entendido, soldado.—Le respondo.—Cierre la puerta y prepárese para recibir el fuego enemigo.

El reaper cierra la puerta y se sostiene de los bastones del techo, el contenedor tiembla y se inclina un poco.

—¡Estén listos!—Ordeno. Los soldados se sostienen de los bastones y el carguero comienza a ladearse.

—Parece que el fuego enemigo es intenso.—Murmura otro reaper para su compañero, el carguero se detiene y suena el roce del suelo, las puertas se abren y todos salimos de él.

Poder y Gloria #3 - El JuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora