Negociaciones

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No es que desconfíe del tipo Vad, pero no es como que su aspecto y su forma de hablar inspiren mucha confianza.

—¿Cuál es la situación, general?—Pregunto a Vad pidiéndole detalles del curso de la guerra y los efectos que ha tenido en sus ciudadanos.

—La guerra empezó algunos meses después de que nos enteramos de que los ángeles habían sido derrotados y expulsados del planeta Anagantios. Todo iba bien y la guerra era prometedora. Parecía que en no más de tres años, la guerra llegaría a su fin y nosotros podríamos intentar buscarlos, luego llegó el tipo negro con morado del que todo el imperio habla—Demogorgón.—con un ejército enorme de tipos plateados y la guerra dio un giro muy desagradable.—Se ve.—Planeábamos brindarle al menos doscientas legiones a la orden, pero por como van las cosas, no creo que podamos brindarles a más de cincuenta.

—Vine por dieciocho, no más.—Le digo y él hace un gesto de alivio.—Dieciocho.

El general Vad me pide que lo siga y como buen huésped, asiento y camino atrás de él. Vad me conduce a través de la mitad de su gran campamento y entramos a un puesto de campo bastante grande para ser de un general menor.

—Quiero creer que usted es el líder de todas estas legiones.—Le digo.

—Así es, señor. Yo soy el mejor general del que el ejército onírico dispone.

—Nada mal.

—¿Qué clase de legiones busca usted?—Me pregunta.

—Si usted es el mejor, quiero a la suya y a las legiones que les siguen en mortalidad, disciplina y estrategia.

—¿Me está ofreciendo un puesto entre sus filas?—Me pregunta tan entusiasmado y asombrado que se ve como le brillan sus ojos.

—Entre las mías no. Yo solo soy un alto general, le ofrezco un puesto entre las filas de la orden.—Le respondo.—Podrá ayudar a salvar planetas de la tiranía de los profanadores como yo estoy haciendo con ustedes y se ganará algunos enemigos en las filas enemigas.

—Vaya, suena genial.—Me dice.—¿Tiene algún estimado de los enemigos que me puedo ganar?

—Si se esfuerza, los suficientes para volver a atraer la atención de Demogorgón.—Le respondo y él me mira en gran entusiasmo y pide más detalles.—Posiblemente pueda atraer a una buena parte de sus legiones y tenderles una emboscada, claro que, con ayuda de nuestra gente. Y eso dependerá de su desempeño entre nuestras filas.

—Desempeño... ¿en qué sentido?—Me pregunta confundido.

—En el sentido del éxito que sus misiones tengan dentro de nuestras filas. Veremos qué tanto logra irritar a Demogorgón.

—Entonces. ¿Cuando cree que acabemos de eliminar a los ángeles de mi planeta?—Me pregunta.

—De eso no se preocupe, general.—Le respondo.—Las legiones de los altos generales Saurom, Ambicatus, Trivium, Opeth, Dynamo y Overkill ya están atacando algunas bases, campamentos y establecimientos angelicales en el resto del planeta. Nuestras legiones partirán mañana por la mañana al campamento más cercano que por cierto, me gustaría conocer su ubicación.

—Claro.—Asiente.—Sígame, por favor.—Asiento y él me conduce a otro puesto un poco más pequeño. Cuando lo vi , recordé la sala en el templo mayor en Anganatios, una luz azul salía de la entrada e iluminaba la sala, como la del campamento de Vad. Haciéndome sospechar que es poco confiable.—Esta tecnología les fue robada a los ángeles antes de que Demo... como se llame llegara. Ampliamos la imagen a nuestro planeta y ahora tenemos vista a los campamentos aliados y enemigos.

—Nada mal. Esas señales amarillas deben ser las de mis hermanos.

—Así es.—Me dice y las analiza, abre los ojos como platos y toma aire.—No puedo creer que sus legiones sean tan titánicas, masivas, majestuosas, no tengo palabras para describirlas. Ya quiero ver a la orden completa.

—Es menos numerosa de lo que suena, aún siendo así de poderosos, somos pocos. Preferimos centrarnos en la agilidad de nuestras filas que en su número.

—¿Por que la agilidad?—Me pregunta pensativo.

—La liberación de Anganatios me costó más de cien millones de vidas. Sin exagerar.

—Se ve costosa.

—Fue costosa. Solo un pequeño fragmento de toda la orden sobrevivió a la guerra.

—Haberla vivido habría sido increíble.—Me dice como si no hubiera pasado nada de importancia.—Me habría encantado estar ahí.

—Créeme que no.—Le respondo.—Si nuestra victoria hubiera sido como lo habíamos planificado, la mayor parte de la orden seguiría viva.

—Pero... sus legiones ya fueron reforzadas, ¿no?—Insiste.

—Sí. Y ahora tenemos más aliados, pero no dejo de pensar en el como habría sido si Demogorgón no hubiera aparecido.

—Entonces, a cambio de su servicio, ¿que necesita?—Me pregunta cambiando de tema.

—Diecisiete legiones y la suya, dieciocho en total.—Le respondo con rapidez.—¿Alguna duda?

—No, señor.—Me dice.—Iré a preparar a las mejores legiones de las que disponga.—El general Vad se levanta de su silla y se va con gran entusiasmo y una enorme sonrisa dibujada en su rostro.

Escucho que algo truena afuera y veo por la entrada que un drenix sin jinete se quita de una catapulta.

—Bestia idiota.—Reclama un reaper menor y la bestia le gruñe.

Me levanto de mi silla y busco con la mirada a Shadow, después tomo un pequeño dispositivo circular con una copia del mapa de la tienda de Vad y me dirijo hacia Shadow llamándolo.

—Vinieron las cuatro legiones de juggernaut, ¿me equivoco?

—No, señor. Todos están en las afueras del campamento con las demás legiones.

—Mándalos a los cuatro campamentos de ángeles más cercanos al anochecer para atacarlos. Yo ya tengo mi objetivo fijo.—Prendo un holograma miniatura del planeta y señalo el campamento angelical más grande que veo.

—¿Demogorgón?—Me pregunta confundido.

—Así es, mi amigo.—Le respondo tomándolo del hombro.

—Le respondo tomándolo del hombro

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Poder y Gloria #3 - El JuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora