Descarga mortal

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Volteo a mi derecha y veo que un domo se abre y de él sale media esfera dorada con dos brazos que comienzan a girar, de ahí sale un gran rayo que hace sonar el disparo como un cuerno de la armada. El rayo es continuo y cuando se apaga, una nave angelical en llamas sale de entre las nubes cayendo hacia las afueras de la ciudad. Cuando veo que se dirige hacia la muralla que defiende la ciudad, alzo mi dedo y lanzo un rayo que la hace estallar antes de tocar el ladrillo más alto de la muralla.

Más rayos salen de otras torretas y más naves angelicales caen en llamas de la atmósfera a la superficie. Yo hago todo lo que puedo para terminar de estallar todas las naves que me encuentro y me hago cargo de que la ciudad quede intacta. Un pacificador sale corriendo de un templo y yo lo detengo.

—Evacúe a los civiles y llévelos a un lugar seguro.—Le ordeno mirándolo a los ojos.

—No soy un soldado.—Me responde.

—A partir de ahora lo es. Obedezca mi orden y saque a estos civiles de la ciudad.

—Sí, este... ¿Señor?—Me dice encogiéndose de hombros.

—Alto general.

—Perdón. Sí, alto general.—Se corrige y alza los hombros.

—Ya lárguese.—El pacificador asiente y sale corriendo hacia los primeros civiles a los que se encuentra. Las torretas continúan disparando rayos continuos en contra de las naves angelicales y cada vez van cayendo más naves.

Justo cuando creo que la batalla ha acabado, Demogorgón aparece de entre las nubes con su dedo apuntando hacia la superficie del planeta y lanza un rayo morado de destrucción pura.

—No esta vez.—Digo y emprendo el vuelo. Lanzo un rayo dorado que impacta con el de Demogorgón y me cuelo entre la nube que surge de la explosión de ambos rayos.

Cuando salgo de la nube, mi puño impacta con la cara de Demogorgón y él cae al suelo. Desciendo lentamente y me paro encima de él para que no logre ponerse en pie.

—Se acabó. Acabas de perder la batalla.—Le digo.

—Oh no, no es así.—Me responde.—Por cierto, ¿cómo está tu querido planeta?

—Igual que tus ejércitos allá arriba.

—Mis ejércitos romperán el ridículo y débil bloqueo que los tuyos formaron. Estás perdido, Sunktum.

—Yo no diría eso.

—Yo creo que sí. Caíste en mi juego y estás haciendo exactamente lo que yo tenía planeado desde que salí de mi prisión.—Demogorgón gira un poco y yo caigo, él se para e inclina su cuello para tronarlo.—¿Sabías que la amazona con la que pasas la mayor parte del tiempo está carg...?

Pateo su cara, retrocede y me pongo en pie.

—Esto es entre tú y yo. No metas otras personas innecesarias aquí.

—Pensaba que eras más inteligente. Ahora veo que estaba completamente equivocado.

—Sunktum, detente.—Me interrumpe Saurom mientras aterriza.—No vas a lograr nada de esa manera. Debemos llevarlo al pozo del punto de supremacía para que tenga un juicio justo.

—Es demasiado peligroso como para dejarlo con vida.

—Pero si lo matas ahora, estarás rebajándote a su nivel.—Quito mis pies del cuerpo de Demogorgón y él se arrodilla, apoyándose en un pie.

—Idiotas.—Murmura Demogorgón para sí y me suelta una patada en la pantorrilla, caigo y me apoyo en un pie y Demogorgón me golpea la nuca. Saurom se pone en guardia y Demogorgón se relaja.—Vaya. Siempre tan tú, Saurom. Queriendo tomar el control de las situaciones. ¿Sabes qué? Creo que el clarividente de la profecía serás tú, pero no por patriotismo, claro, lo harás por estupidez. Mira como dejaste a tu hermano.

Poder y Gloria #3 - El JuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora