Abandonados

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—Al menos los profanadores ya salieron del planeta.—Dice Ambicatus intentando levantar nuestra moral, que ya está por los suelos.—Por cierto, Sunktum,—Sí, lo sé, el general Vad, sus legiones.—¿Donde están los oníricos?

—¿Creerías que ni siquiera con el desmadre que se armó en su propio campamento, se despertaron?—Le respondo con otra pregunta.

—Ay no.—Se decepciona.—¿Negociaron al menos?

—Eso sí.—Le respondo.—Lo último que me dijo antes de salir fue que prepararía a sus legiones para salir.—Saco el holograma y busco el campamento de Vad.—Ay no.

—¿Que sucede?—Me pregunta Trivium.

—Al parecer, Demogorgón no salió del planeta.

—Está en el campamento.—Deduce Ambicatus.—¿Un estimado de las legiones allá?

—Entre doscientas y doscientas diez.—Le respondo.

—Debemos llegar allá lo antes posible.—Dice Overkill y vuelve a ver el holograma.—Saurom, Opeth y Dynamo ya están allá.

—Bueno, ya rodearon a las tropas de Demogorgón.—Dice Trivium.—Vámonos. Ellos solos no van a poder.

—La última vez que Saurom y Demogorgón pelearon, Demogorgón casi moría. Lo controlarán.—Respondo.

—Igual tenemos que ir.—Dice Overkill.

Los reaper se vuelven a formar y comenzamos a marchar, por fortuna, el campamento de Vad está a menos de dos horas de aquí.

Las filas tardan un poco más de lo que esperábamos pero al final, llegamos al campamento y veo a Saurom y a Dynamo peleando fuertemente con Demogorgón. Así que cuando yo aparezco, él se larga, pero cuando falto, con mucho gusto está por ahí. Eso no es para nada gentil y conmigo le va mejor que con Saurom, el pobre está recibiendo una paliza de parte de mis hermanos.

A lo lejos, puedo ver cómo Dynamo le suelta un mandoble a Demogorgón que le rebana un par de dedos de la mano izquierda y un poco de energía se escapa por los huecos que le dejaron los dedos caídos.

—¡Debemos bajar las colinas, ahora!—Grita Ambicatus y sus tropas comienzan a correr hacia el campamento.—No me refería a este preciso momento pero, está bien.—Ambicatus comienza a correr y nos voltea a ver.—¿Qué esperan?

Mis hermanos bajan la colina junto a sus tropas y al parecer soy el único idiota que no ha bajado para enfrentar a Demogorgón. Mis tropas ya están abajo y yo... yo sigo aquí. Vuelo por encima de la bajada y desciendo en picada hacia Demogorgón, preparo mis pies para caer sobre él y se quita, provocando que caiga sobre Opeth.

—¡¿Qué carajos estás haciendo?!—Me reclama.—¡Se supone que el enemigo es él!

—Lo lamento, hermano.—Me disculpo y él rueda los ojos haciéndome sentir de la patada.

Demogorgón se burla de nosotros y Ambicatus le suelta un golpe bastante fuerte, Saurom lo toma de la pierna y se desliza por abajo de él, tirándolo boca abajo y Overkill pisa su brazo para fracturarlo. Dynamo intenta pisarle la cabeza pero él rueda e intenta pararse, cuando se recarga en sus puños y rodillas, lo pateo en la costilla y vuelve a caer.

—Quédate ahí.—Le digo y Ambicatus me suelta una bofetada con el dorso de su mano y me tira.

—A la próxima, fíjate en donde caes.—Me advierte y Demogorgón comienza a reírse, mi hermano lo vuelve a patear y él vuelve a caer.—¿Qué te parece tan gracioso?

—Solo...—Apenas puede hablar, pobre tipo.—Mírense... divididos... con problemas internos... ¿Cómo planean vencerme si no están unidos?

—No necesitamos estar unidos para vencerte.—Le responde Saurom.—Yo solo puedo hacerlo.

—Que curioso que no lo hiciste solo, sino que con ayuda.—Demogorgón comienza a reír y luego se esfuma.

—¿Que de...?—Se sobresalta Overkill.—Malnacido.—Busco a Demogorgón con el holograma y veo que los ángeles están saliendo del planeta, levanto la cabeza y miro a mis hermanos.

—Se ha escapado.—Confirmo.—Con este, ya son cinco planetas de los que se nos escapa.

—¿Nos?—Pregunta Ambicatus alterado.—Nosotros seis hemos estado haciendo lo que tú prometiste hacer hace seis mil años.—Me dice.—Tú solo eres un incapaz y de no ser por tu estúpida orden de centuriones y por nosotros seis, los ángeles y Demogorgón seguirían aquí, seguirían con los arcadianos y seguirían en Anganatios.

—¡Es por mi orden que estamos fuera de Anganatios!—Respondo.

—Ellos hicieron lo que tú debiste haber hecho sin ayuda.—Insiste.—Tu orden y nosotros hemos estado ensuciándonos las manos mientras tú te dedicas a tener sexo con la general risueña que desde hace tiempo solo ha intentado calentarte, y vaya que lo ha hecho. Se supone que estamos juntos en esto.

—¿Cuantos clarividentes ves aquí?—Le respondo con seguridad.—Los siete estamos aquí para cumplir lo que todos juramos que haríamos. ¡Todos existimos con el mismo propósito! ¡Destruir al imbécil que se acaba de escapar de sus manos!

—¡Ahora la culpa es nuestra!

—¡Sí, así es!—Respondo y recibo un golpe en la nuca, pierdo la noción del tiempo y mis cinco sentidos se duermen.

Despierto en un cuarto oscuro amarrado a una camilla de metal con cintos de cuero y forcejeo para intentar aflojar las ataduras y salir deslizándome hacia abajo.

—Es inútil.—Me dice Ambicatus, lo busco y veo que se encuentra en la misma situación que yo.—Ya lo intenté varias veces.

—Pues usaremos nuestros poderes.—Le respondo.

—Ya también lo intenté, son las mismas que usamos con Deus a finales de la guerra de colonización por Anagantios.

—Ay no.—Le digo.—Entonces nos quedaremos aquí.

La puerta se abre y Saurom entra junto a Trivium.

—¿Ya nos van a soltar?—Pregunta Ambicatus.

—Me temo que ustedes dos nos están causando muchos problemas en esta guerra y creemos que lo mejor es que abandonen el campo de batalla.

—No otra vez.—Me quejo.

—Lo lamento, hermano. Pero la decisión ya fue tomada.

Poder y Gloria #3 - El JuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora