Narra Ian
El corazón se me rompió en mil pedazos no por el hecho de que estuviese embarazada sino porque el bee no fue concebido con amor. El doctor le dio uñas pequeñas indicaciones a Lucía y ella no articulaba palabra. Nos despedimos del Dr. y nos dirigimos al auto. Pasamos por un parque y ella me miro.
-Detente- dijo sollozando y yo no lo dude ni un instante.
Bajo del auto y se adentró en el parque donde habían niños corriendo de aquí para allá, madres jugando con ellos, todos se veían felices y vino una pregunta a mi cabeza. ¿Porque viene aquí si ella mal mal? Me dirijo a paso lento hasta el banco donde ella se encuentra y le acaricio la mejilla, arrodillandome frente a ella.
-Cariño, estoy aquí apoyandote, sabes que no me iré a ningún lago aunque me lo pidas. Se que ese bebe no es mío pero podemos empezar de cero y yo puedo ser su padre.- dije pero ella me interrumpió cuando iba a seguir.
-Espera, solo tengo dieciséis años, yo no me puedo permitir que tu adoptes el papel de padre cuando los dos sabemos que cada vez que lo mires vas a querer salir a matar a Javier, pero yo no puedo, no se que hacer.- dijo bajando la mirada y mirando hacia el suelo que en este momento para ella era interesante.
Levanté su barbilla y seque con mis pulgares varias lágrimas que ya rodaban y otras que amenazaban con salir. Me acerque a ella cuidadosamente y la bese. Primero lento, con este beso quería demostrarle que no la voy a dejar sola y que nadie más le hará daño mientras yo este a su lado. El beso de un momento a otro de torno apasionado y cuando no podíamos respirar me separe pero todavía rozaba sus labios de lo cerca que estábamos. Le di varios besos pequeños hasta que ella sonrió y me abrazo.
- Lucía- ella hizo un gesto con su garganta aún abrazandome.- Te amo- sin mirarla se que estaba sonriendo y respondió.
-Te amo también- así estuvimos toda esa tarde en el parque, sentados en el pequeño banco, ella abrazada a mi recostada en mi pecho y yo recorría su espalda con la punta de mis dedos y para darle seguridad olía su cabello de vez en cuando dándole besos en el mismo.
Narra Lucía
Pensé que iba a morir cuando el Dr. dijera los resultados . Esto no podía estarme pasando a mi. Pensé en mis padres, me han dado todo y yo les voy a dar la noticia de que van a ser abuelos. Como mínimo mi padre matara a Ian pensando que abuso de su pequeña. Salimos del consultorio y yo no decía nada solo pensaba en Ian tiene que estar destrozado y yo no podía ni mirarlo a la cara. No podía ver lo que más amaba en ese estado. Después de adentrarnos en el coche, no encendimos ni la radio. El camino era un poco incómodo ninguno de los dos hablaba. Al pasar por el parque mi mente se detuvo allí en una escena en la que su madre ayudaba a su hija a subir al toboganes y su padre la esperaba con los brazos abiertos al final de este. No pude más y dije con el poco valor que me quedaba para hablarle a Ian.
-Detente- el me miro como si estuviese loca, pero lo hizo sin protestar.
Me baje en silencio hasta el banco que parecía estar esperándome. Me senté y mire a mi alrededor, todo eran niños y sus padres felices. Al momento que el doctor me dijo que estaba embarazada pensé en abortar, pero esa idea la rechazo rápidamente. Primero, porque yo no tendría corazón ni valor para hacerlo y segundo por que ese bebe que esta dentro de mi no tiene la culpa. A los poco minutos Ian llego y se arrodilló frente a mi, de su boca salieron palabras que me dejaron sin respiración. Él, estaba aceptando a un hijo que no era suyo sin protestar. Yo lo miraba enternecida, se que si no es fácil para mi tampoco lo será para el. Nos besamos fue un beso en el que me transporto todo lo que necesitaba. Alegría, seguridad, respetó y sobre todo me demostró cuanto me amaba. Recosté mi cabeza en mi lugar favorito, entre su cuello y su hombro y dijo lo que yo necesitaba escuchar.
-Te amo- esas palabras bastaron para que yo le respondiera como es debido y allí nos quedamos toda la tarde. Estaba anocheciendo y habíamos pasado todo el día allí los dos abrazados y yo tenía hambre. Mentiría si dijera que poca, en realidad me comería una tonelada de lo que sea, después que me llene.
Compramos sushi y nos dirigimos a su casa, mis padres habían dejado que me quedara en su casa con el desde los cuatro meses y ahora teníamos siete. Saludamos a su padre y a Lees que estaban sentados tranquilamente viendo un programa de televisión y jugando a las cartas. Subimos a la recámara y nos sentamos en una pequeña mesa que tenía el en un rincón de el cuarto, a comer. No se si tenía mucha hambre o la comida estaba exquisita porque la había terminado e Ian no. Me miro divertido.
-Wow, es cierto que debes comer por dos pero, ni se te ocurra mirar mi comida- dijo al ver que también quería devorar la suya.
Al final termine comiéndome la comida sentada en sus piernas y el me miraba sorprendido.
-¡que estómago!- yo le di un guantazo y luego nos echamos a reír. Tania el mejor novio del mundo.
-Princesa, cuando lo diremos- dijo agarrando mis manos en las suyas.
-Mañana, después de la hora de almuerzo- sentencie firme.
La mañana siguiente llego rápidamente, me levanté yo primero al sentir la pausada respiración de Ian en mi cuello y sonreí. No sabía como salir de su cama sin despertarlo pues me tenía bien agarrada de la cintura y balbuceaba cosas sin sentido. Entonces, me dedique a observarlo. Tenia la cara relajada a causa del sueño, sus labios esos que cuando se unían con los míos me borraban hasta el más mínimo pensamiento esos, estaban entreabiertos, su pelo un tanto desordenado dándole un toque sexy de hombre perfecto al cuadro que tenía ante mi y que por suerte sería la única en mucho tiempo la que podrá observar.
Decidida como pude salí de la cama sin despertarlo para higienizarme, luego salí del baño y tuve que volver gracias a los vómitos. Ian seguía en su mundo gracias a Dios, no quería que me viera así, además se ve cansado tiene que relajarse por lo menos la escuela acabo, estamos en vacaciones desde el día que Lucía anuncio lo de su embarazo. Baje cautelosamente al comedor y me encontré con una Lees muy sonriente que me sirvió un plato con todo lo que se le llama exquisito yo sonreí.
-Yo se lo que esta pasando, créeme no es el mejor momento pero yo te voy a apoyar.- dijo, haciendo que se me callera la cuchara que tenía en las manos en ese momento ella río, busco otra y yo la recibí. La mire detalladamente y suspire.
-No se si sabes correctamente lo que esta pasando, pero gracias por el consejo.- ella sonrió y se marchó.
Rato después me encontraba en la orilla de la piscina y sentía a Ian caminar hasta mi. Ese olor era único de el. Me levanto y me dio un beso. Ya eran las doce del medio día y yo me había encargado de citarlos a todos para la una de la tarde.
-Estoy nerviosa- dije, el me abrazo beso mi frente y sonrió.
-Estoy aquí, contigo- eso me calmo por completo y me abalance a el para comérmelo a besos.
Ian miro a todos lados y luego me susurro al oído.
-Esto de el embarazo me esta gustando, mira no más los besos que me das- reímos y nos quedamos en el área de la piscina hasta que Lees anunció que todos habían llegado.
Al entrar a la sala de estar estabn mis amigos, mis padres, el de Ian, y uno que otro amigo que habíamos hecho en el colegio. Ya era la hora y no sabía que decir, Ian apretó mi mano y se adelantó.
-Buenas tardes, antes que nada les quiero agradecer que estén que porque la noticia que tengo para darles no es digna de hablar por teléfono. Como todos los aquí presentes saben, hace más de dos meses Lucía y yo sufrimos un accidente el cual se descubrió fue provocado. Nosotros por nuestro estado emocional ocultamos la parte más grave de este, en realidad a mi me golpearon hasta dejarme inconsciente.- Pude ver las miradas de todos llenas de angustia e Ian prosiguió no sin antes abrazarme y besarme el cabello para que me tranquilizara, pues llego la hora. Pude notar como Ian se le cortaba la voz, intente seguir por el, pero solo me abrazo y me susurro que el enfrentaría todo, lo que realmente agradecí. Apretó mi mano y supe que el momento había llegado.
-No conforme y satisfecho con hacerme daño a mi, también le hicieron daño a Lucía y eso yo no me lo perdono- Sus padres se levantaron angustiados y yo abrace a Lucía como si mi vida desprendiera de ella, aunque a decir verdad así es- abusaron de ella y no conformes, hoy hemos descubierto de que ella esta embarazada y ese hijo que espera no es mío.-
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Eres mia princesa...{EDITANDO}
Roman d'amourDicen que hay una linea fina del odio al amor será ese el caso de estos chicos. Ella no quiere enamorarse de un típico mujeriego y el no creo en eso de el amor.Un chico de 18 años mujeriego y egocéntrico que nunca imagino que conocería a la chica qu...