Hemoglobina.

Cap VIII

La internación de Yulia terminó siendo una tortura para dos, y al final de cuentas, cuando la morena recibió el alta médica, quien más se alegró, fue la pelirroja, que hasta último momento oyó un "Lo está haciendo mal." por parte de Yulia cuando le quitaba el suero, contó mentalmente hasta 10 y le mostró una encantadora sonrisa, quizás la única no fingida durante los últimos diez días, estaba contenta porque aquello terminaba, Volkova había sido la peor paciente a la que se enfrentó en los años que llevaba en el hospital, pero eso ya había acabado, no sabía aún con que fin lo hacía, pero no pudo con ella, tal vez intentara hacerle miserable lo que le quedaba de residencia, eso se vería después y ya buscaría la forma de combatirla, al menos eso prefería pensar la pelirroja.

El lunes a las 07:28 Yulia salía del vestuario ya vistiendo su ropa de trabajo, batallaba con la tela de la bata nueva, ya que la anterior la perdió a causa del vómito de su ultimo paciente, la nueva no había pasado por la lavadora, por lo que estaba almidonada; no había pensado en ello y debajo de la misma solo llevaba la chaqueta del ambo y una camiseta tres cuartos, el roce de su piel con la tela nueva le generaba una leve pero molesta picazón que agravaba sus males ya que tenía varios moretones por las venas rotas en los últimos días; una fugaz sonrisa atravesó sus labios al recordar como se habían lastimado sus venas, aquello había sido un tanto doloroso, claro que sí, aún le dolía, pero fue una experiencia interesante para la morena, ahora iba por más; no podía decirse que estuviera completamente segura.. bueno si lo estaba, sabía lo que quería, pero le molestaba tener que dar explicaciones, y sabía que debería darlas para salirse con la suya, por lo mismo, estaba anunciándose con la secretaria del jefe, quien luego de alzar el tubo del teléfono y cruzar apenas dos o tres palabras con Nikolai le avisa que puede pasar; sus pasos se encaminan hacia la puerta del despacho y toca suavemente solo para hacer notar su presencia, sin esperar una respuesta de él ingresa al despacho.

N: "Buenos días doctora. Aún no comienza su turno, ¿ansiosa?" Interroga con una breve sonrisa mientras señala una de las sillas frente a su escritorio.

Y: "Buenos días. Necesito hablar con usted.. solo serán unos minutos." Expresa haciéndole saber que no deseaba robarle mucho tiempo, y claro, aquello no era una visita social.

N: "Entiendo. ¿Cómo se ha sentido estos días?"

Y: "Bien, y no es de eso precisamente." Musita mientras se sienta frente al jefe, tirando suavemente de una de las mangas de la bata.

N: "Sus brazos deben estar peor que los de un adicto aún." Advierte el rubio de mediana edad con la mirada clavada en el rostro de la morena.

Y: "Katina, siempre Katina." Murmura con tono irónico a tiempo que termina de acomodar la tela de su bata. "De todos modos, es de ella de quien quería hablar." Murmura dejando que el peso de su espalda ceda sobre el respaldo de la silla mientras cruza las piernas.

N: "¿Referente a su servicio? No está con usted esta semana, y no voy a volver a cambiar la rotación de la residente por la pésima relación que tienen." A pesar del tono serio que empleó, notó como su cuerpo se tensó en medio de las palabras y se evidenció en su tono de voz.

Y: "Aún no he dicho nada." Advierte la morena en medio de un pesado suspiro para luego retomar la palabra. "La quiero en mi servicio esta semana. Si es posible, sin internos." Expresa de forma directa para no desviarse del tema o permitir que Popov lo haga.

N: "¿No fue suficiente ya?" Indaga clavando la mirada en los azules de la morena que al igual que siempre, no le brindan ninguna información, como si careciera de emociones, su mirada le transmitía eso. No sabía como lo hacía, pero la morena era una experta a la hora ocultar lo que sentía.

Y: "Estoy empezando." Responde con absoluta seguridad.

N: "Luego dirá que no es personal." Murmura negando con la cabeza.