Cap XII

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Las miradas de Lena y Vladimir no se desprendieron de la morena hasta que ella cruzó la puerta de salida del lugar, ninguno lograba entender nada de lo que estaba pasando; la más confusa era Lena, no, si Yulia Volkova debía venir con un manual instructivo, era posiblemente la mujer más complicada que conoció en su vida, era absolutamente reservada en el hospital, pero acababan de tener un momento bastante distendido con un ex-paciente, es más, por vez primera oyó el sonido melódico de su risa, aunque no hablara de su vida personal, se había relajado por un momento para luego alejarse de ellos con ese tipo que obviamente no sabía quien era, pero ante él, Yulia Volkova, la que ella conocía se había desvanecido, ya no era la mujer prepotente y mandona, él parecía manejarla como un títere y de esa forma se la llevó; quizás no volviera porque ni siquiera se percató o recordó que ellos estaban allí y el ambiente que luego de incómodos momentos lograron hacer ameno se había esfumado, Vladimir tenía cara de no entender nada y ella estaba demasiado enrollada en sus pensamientos como para prestarle un mínimo de atención, motivo por el cual pidieron la cuenta y él pago para luego salir del restaurante siendo Lena quien llevaba las pertenencias de Yulia, se las daría al día siguiente, eso le había dicho a Vladimir y era lo más lógico puesto que trabajaban en el mismo sitio.
Lo que vieron sus verdegrises ojos al cruzar la puerta de salida del lugar la tomó por sorpresa, ¿dónde estaba el tempano de hielo que conocía? Parecía ahora un volcán a punto de entrar en erupción; era abismal la diferencia de lo que había visto todo ese tiempo en Yulia a lo que sus ojos contemplaban en ese momento.. si hasta parecía que había olvidado respirar, y en su intento de tomar aire por la boca se ahogó con su propia saliva, su rostro estaba completamente rojo por la falta de aire y la tos que la aquejaba, para su fortuna o perdición, las palmaditas de Vladimir surgieron efecto, la tos dejó de ser una molestia aunque sentía la garganta irritada, el aire entraba de golpe en sus pulmones.

Quería odiarlo.. no, no quería odiarlo, deseaba con todas sus fuerzas que su presencia, su cercanía, él en sí no le importara en lo más mínimo, pero la verdad, era todo lo contrario, Anton fue su primer gran amor, el único en realidad porque no volvió a enamorarse de nadie más, y eso muchas veces la llevó a pensar que era justamente por él, que no podía sacárselo de la cabeza, del corazón, que siempre estaría allí enterrado en lo más profundo de ese músculo que ahora latía presurosamente invadido por todos los recuerdos de los buenos tiempos, su cuerpo parecía responder de igual forma que antes ante él. ¡Cuánto lo necesitaba! Sentirlo así, de esa forma, que nada ni nadie importara al menos por unos minutos en los que podía dejarse llevar, dejar que el descontrol se apoderara de ella, ser invadida por la pasión que le hiciera caer en cuenta de que seguía viva y sentía.
Los labios, los besos de Anton desde siempre le habían resultado jodidamente adictivos, él enteramente era adictivo, ella.. una adicta a él, Anton era su debilidad, peor aún, era su droga, Yulia era una adicta de Anton en recuperación, ¿y qué pasa con un adicto en recuperación? que siempre está expuesto a una recaída, su voluntad puede doblegarse por más que se jure y perjure que jamás volverá a caer tan bajo, a ceder ante la necesidad de probar aquello que alguna vez fue generador de placer, también de caer a lo más bajo, y allí estaba, recibiendo una cuota de su droga que sabía generaría dolor tarde o temprano, pero en ese momento nada más importaba, solo eran ellos besándose con desesperación, con toda esa pasión contenida que la morena tenía, y él, Anton sabía como volverla loca; que si bien a ella le gustaba dominar la situación, la lucha por el poder la descontrolaba un poco más y la invitaba a ir siempre un paso más allá para ser quien domina; Yulia podía ser la persona más apasionada o la más tierna, todo dependía del momento; y ahora, era un momento por demás apasionado, el cuerpo de Anton empujaba el de Yulia mientras la sujetaba por el trasero pegándola más a él si eso era posible, ella.. ella se removía casi en un serpenteo contra su cuerpo sin dejar de despeinar los cabellos del moreno que fue el primero en ahogar un débil jadeo contra la boca de la morena.. pero toda la magia y el descontrol se esfumaron cuando el nombre de una tal Lena se oyó, Yulia quitó las manos de entre medio de sus cabellos para empujarlo por los hombros prácticamente quitándoselo de encima.

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