Cap XIV

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La verdegris mirada de Lena solo duró un segundo en la morena cuando ella abrió la puerta, luego fue en búsqueda del portador de esa voz masculina que le hablaba de forma aparentemente cariñosa y en confianza, ese "Cariño." se lo daba a entender.. allí estaba el moreno que vio la noche anterior, solo cubriendo su hombría con una toalla, sus cabellos estaban mojados y algunas gotitas de agua caían sobre sus hombros y pectorales bien marcados; sintió.. no, no sabía que estaba sintiendo en ese preciso instante, era realmente estúpida, porque al parecer, era la única que se torturaba con lo ocurrido la noche anterior mientras que Yulia seguía con su vida, no era muy dificil deducir lo que había pasado entre ellos, la morena vestía una negra camisa de hombre que claramente le quedaba enorme, sus cabellos estaban mal peinados, su cuerpo destilaba aroma a sexo y el chupetón que tenía en el cuello era bastante visible.. y él, le hablaba de forma cariñosa, era Anton y lo vio la noche anterior manejándola prácticamente a su antojo, probablemente no fuera un amante casual y después de todo, ellos habían sido pareja durante la época en que los padres de Nadia y Yulia murieron, lo sabía, ¿y qué demonios le importaba? ahora que 'conocía' algunos aspectos de la vida personal de Yulia deseaba que no fuera así, porque lo que veía, no le agradaba.. o estaba demasiado molesta con la situación que para Yulia parecía no tener la menor relevancia.. sintió una especie de falso alivio al recordar que antes de salir del hospital había cogido de la taquilla la campera que la morena le prestó la mañana anterior, era su excusa para presentarse en su apartamento, solo quería hablar con ella, quizás disculparse por lo sucedido y buscar una vez más llevar la fiesta en paz, había dejado de importarle, todo lo que tuviera que ver con Volkova, con Yulia Volkova poco le importaba ya, y decidiendo que era suficiente el incómodo silencio que se había creado, extiende la campera hacia ella.

L: "Gracias." Murmura apenas cuando la morena coge la prenda y sin más, se gira para salir del lugar, la mano de Yulia sobre el hombro impide que se aleje y le da la cara esperando que ella diga algo, pero una vez más, solo obtiene silencio, sacudiendo la cabeza vuelve a girarse para irse esta vez del lugar.

Yulia cerró la puerta y se recargó de espaldas sobre la misma echando la cabeza hacia atrás para encontrar con su mirada el techo del apartamento mientras se preguntaba cuanto más podía empeorar su vida, si creyera en Dios, probablemente se estaría revelando contra él, ¿no había tenido ya demasiado castigo en su vida? a la edad de 29 años pensaba que ya tenía bastante dolor acumulado, y ahora ni siquiera podía distraerse en el trabajo, no lo había logrado ese día, se sentía agobiada, perturbada y al parecer, nada de eso cambiaría en los días siguientes porque todo iba a peor, cada vez quedaba penosamente más expuesta ante Katina y su evidente dificultad para hablar y hacerse entender fuera de lo laboral la estaba hundiendo; en verdad lo había intentado, quiso hablar con la pelirroja, pero las palabras que no terminaron de formarse en su cabeza, murieron en su garganta sin poder hacer más que dejarla ir, aún a sabiendas de que eso le daría un enorme dolor de cabeza dentro del hospital, ya no se trataba de ignorar el hecho de que Katina tuviera alguna relación con Nadia, ahora era un conflicto personal entre ellas y su incapacidad para comunicarse.. tal vez, si Katina fuera una posible cirujana de normal o regular rendimiento, la cosa sería más simple, pero no, la condenada era muy buena y ella se había ofrecido a ser su mentora; los carnosos labios de Anton sobre la piel de su cuello lograron volverla a la realidad, una en la que buscaba refugio en él huyendo de todo lo demás, pero Anton se iba mañana, y ella se quedaría sola otra vez.

Y: "No recuperarás tu camisa, al menos no de momento." Murmura dejando caer la campera y el bolso al suelo para rodearle el cuello con los brazos, sintiendo el calor de la piel desnuda del moreno contra su cuerpo que era apresado por el cuerpo de él y la puerta.

A: "Siempre te gustó mi ropa." Susurra mientras recorre la piel de su cuello con los labios dejando que las yemas de los dedos de una mano se unan a la labor.

Hemoglobina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora