Capítulo 5

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A la mañana siguiente era viernes y Bruno se levantó muy temprano para limpiar.

Justo al terminar con los establos, se sentó en la puerta de estos.

El sol empezaba a asomar por el horizonte y reflejaba sus primeros rayos en las hojas de los árboles.

Se veían también a las golondrinas recién llegadas revolotear por el cielo teñido de tonos anaranjados después de un largo invierno de nieve y frío.

Aquel era un paisaje realmente maravilloso.

Bruno estaba muy dolorido por los golpes que había recibido la tarde anterior y le costaba hacer algunos movimientos.

El tono de su móvil interrumpió la tranquilidad del momento.

Después de haber buscado trabajo desesperadamente, le llamaron de un bar para ofrecerle una entrevista.

Al oír aquello, se alegró mucho y estaba a punto de decir que sí cuando se acordó de sus heridas. No podía ir así a la entrevista.

Finalmente aceptó arriesgadamente y, por suerte, le dieron la entrevista para dentro de unos días, de modo que no se notarían demasiado los golpes.

Blanca a esa hora se despertaba para ir al instituto como cada mañana.

Al levantarse de la cama, vio por la ventana a Lucas, que estaba esperando apoyado a una farola.

Al principio Blanca se extrañó ¿La estaría esperando a ella? No, no había avisado y dudó que en realidad la esperara a ella, pero aun así esbozó una sonrisa y tras prepararse bajo a la cocina para desayunar rápidamente y poder salir.

Cuando Blanca salió de casa con su hermano, encontró allí a Ángela y al momento Lucas también se acercó, de modo que, en efecto, la estaba esperando.

Los cuatro fueron a clase juntos y a la salida, se encontraron también con Ismael así que compraron unos bocadillos de la cafetería del instituto para comer juntos en la pradera.

Una vez allí, Bruno llamó a Ángela para decirle que no iría ese día a la pradera.

Después de esa llamada, se sentaron todos en el césped a comer.

Desde allí se veía la gran extensión de pradera cubierta de un verde brillante a la luz del sol con alguna que otra flor silvestre.

La pradera estaba rodeada a ambos lados por árboles y arbustos que comenzaban a florecer. Unos cuantos metros más adelante de donde estaban ellos, acababa la pradera y comenzaba un río cristalino que la cruzaba de manera horizontal. Al otro lado del rio había otra pequeña pradera rodeada al frente y a los lados por más árboles.

El conjunto de aquel claro, visto desde arriba, formaba una especia de "a" mayúscula.

Los cinco chicos comían mientras charlaban y reían, pero entonces, Blanca les comenzó a contar lo ocurrido el día anterior.

Dani ya lo sabía pero Ángela se preocupó bastante por Bruno.

Ismael también se quedo algo asombrado a pesar de no conocerle y Lucas, al contrario, miraba al suelo intentando ignorar el tema.

Después de comer, decidieron ir a caminar por la orilla del río pero Dani prefirió irse a casa.

Ángela e Ismael iban caminando juntos, charlando y riendo, mientras que Blanca iba un poco más atrás también hablando con Lucas, pero un poco más serios hasta que por fin él se atrevió a hablar.

-Oye, tú... ¿tienes ya pareja para la fiesta? - preguntó sin titubeos.

-Pues... no - Blanca le miró con una media sonrisa en la cara - ¿Y tú?

-Tampoco - rió, se calló y miró hacia adelante.

-¿Por qué lo preguntas?- dijo Blanca riendo.

Ella estaba deseando que le pidiera que fueran juntos pero parecía que Lucas se hacía de rogar.

Lucas la miró de nuevo sonriente - No sé, por si te apetecía ir conmigo.

-Claro - contesto ella con otra sonrisa.

A ninguno se le borró la sonrisa de la cara después de esa conversación.

Los cuatro siguieron paseando hasta que calló la tarde y se fueron cada uno a su casa.

Lucas quiso acompañar a Blanca y ella no pudo negarse.

Los dos fueron hablando todo el camino y seguían con esa sonrisa tonta en la cara.

-Bueno, pues ya estamos - dijo Blanca parándose delante de la puerta de su casa y posicionándose justo en frente de él - Ha estado bien la tarde - añadió.

-Bastante bien sí, hay que repetir - afirmó.

-Claro, cuando quieras - sonrió - podrías venir mañana al entrenamiento y te enseñaría mi yegua, te presentaría a Bruno...

-Bueno... vale, mañana me mandas un mensaje y me dices.

-Vale - asintió sin dejar de mirarle.

Los ojos de Blanca brillaban muchísimo, y miraban a los de Lucas moviéndose inquietos.

Estaba enamorada, no podía ocultarlo.

Los profundos ojos marrones de Lucas no podían apartarse de los de ella. Tenían el color marrones más bonitos que había visto nunca. Penetrantes. Cautivadores. Grandes. Brillantes. Irresistibles. 

Ambos sonreían sin dejar de mirarse. Dieron un paso adelante. Estaban a centímetros, y de manera impulsiva, Lucas colocó la mano en su nuca y la besó.

Cuando acabó el beso, Lucas la volvió a mirar. Los ojos de ambos se movían a gran velocidad dentro de sus órbitas siguiéndose desesperados. El color azabache de las pupilas inundó sus ojos. Ambos habían ansiado ese momento durante mucho tiempo. 

Lucas sintió la respiración entrecortada de Blanca y quiso volver a besarla pero se sorprendió cuando, de refilón, al otro lado de la acera, unos cuantos metros más adelante, vio a Ricardo y los demás acercándose.    


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Esto se va a poner cada vez más interesante. ¡Gracias, gracias y gracias de nuevo por las lecturas y también por los votos!

El septiembre que nos sobra y el agosto que nos falta © TERMINADA | EN EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora