Capítulo 9

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Cuando ya todos se fueron, Blanca y Lucas simplemente se dedicaron a charlar entretenidos sentados en la hierva verde de la pradera. No eran temas muy relevantes ni tampoco interesantes pero ambos sonreían disfrutando simplemente de la presencia del otro, entre risas y miradas iluminadas.

La noche prácticamente se les echaba encima cuando por fin decidieron marcharse.

Lucas acompañó a casa a Blanca apurando hasta el último segundo antes de despedirse y cuando casi estaban llegando una llamada les interrumpió.

Era Bruno.

Ambos se sorprendieron enormemente y se despidieron con un corto beso antes de que Lucas descolgara y se alejara hablando con el chico.

Blanca se quedo un momento mirando intrigada cómo se alejaba y después entró a dejar a Quimera en su lugar.

Cuando entro en casa tras ocuparse de Quimera y de su box, se lavó concienzudamente las manos y ayudó a su madre y a sus hermanos a poner la cena mientras su padre veía la tele en el salón.

Después de poner la mesa, todos se sentaron a cenar y mientras lo hacían, el padre de Blanca comenzó a quejarse:

-Blanca ¿Crees que es normal venir del instituto, comer e irte toda la tarde por ahí? No te vemos el pelo en todo el día, mira qué horas.

Blanca le miraba cabreada mientras masticaba.

-Y tú igual Daniel.

Dani ni le miró.

-Están preparando la competición, es normal -los excusó la madre.

El padre suspiró y miró a sus hijos cabreado -Cambiando de tema, vamos a tener invitados en unos días.

-¿Quién va a venir? -pregunto la madre.

-Es Juan, un viejo compañero de trabajo con el que me llevo muy bien, vive no muy lejos de nuestra casa y como le han ascendido hemos vuelto a tener contacto, así que decidí invitarle.

-¡Ah! Juan, ¿el marido de Julia? Me acuerdo de ellos - habló la madre entusiasmada - son muy simpáticos y su hijo es un año mayor que tú Blanca, os caerá bien - añadió mirando a Blanca.

-Sí, se llama Pablo- informó el padre mirando fijamente a su hija mayor.

Blanca se quedó mirándoles sin sabes que decir.

Después de estar hablando toda la cena de los invitados, la chica subió a su cuarto cansada de tanto escuchar el mismo tema y cayó rendida en su cama.

Al día siguiente, la mañana en el instituto transcurrió con normalidad.

Al llegar a casa, Blanca dejó la mochila en su cuarto y sacó algunos cuadernos para hacer algunos ejercicios antes de comer, pero al buscar su agenda con todo apuntado, vio que no estaba por ningún lado. Revolvió la mochila entera y la vació pero no encontró lo que buscaba.

Su madre la llamó para comer y bajó algo preocupada.

Al rededor de las cuatro, Ángela la llamó para quedar antes del entrenamiento. Al parecer, tenía algo que contarla, así que Blanca, intrigada, comió y fue a casa de Ángela la cual la esperaba sentada en la acera.

Tras un agradable saludo, Blanca se sentó en la acera al lado de su amiga.

-El otro día hablé con Bruno ¿Recuerdas?

-Sí, sí ¿ y qué te dijo? - preguntó intrigada dándose cuenta de que había olvidado el tema por completo.

-Le explique todo y le dije que hablara contigo para aclararlo.

El septiembre que nos sobra y el agosto que nos falta © TERMINADA | EN EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora