Blanca llegó a casa justo a la hora de cenar y entró al comedor para saludar y sentarse en la mesa.
Dani, que estaba bebiendo agua, empezó a reír al verla entrar. Cuando Blanca se sentó, este tragó y dejó de mirar a su hermana para seguir comiendo.
Blanca se había sentado al lado de su madre, que se quedó mirándola. Tenía el pelo algo alborotado y algunas hojillas enredadas en él.
-Blanca, por Dios, menudo pelo traes - dijo quitándole una hoja del pelo.
Blanca se echó una mano al pelo.-He estado en la pradera y hacía aire.
Dani soltó una risita.
-Llamé a casa de Ángela hace nada porque creía que estabas con ella pero su padre me dijo que no ¿Con quién estabas? - preguntó su madre.
Blanca etragó lo que estaba masticando - Estaba con... Bruno - mintió.
Al decir esto el padre de Blanca alzó ligeramente la mirada hacia ella.
Dani estaba a punto de soltar una carcajada y se tapó la boca con una mano.
Su madre se quedó mirándole sin entender nada.
Blanca le lanzó una mirada de cabreo a su hermano - ¿De qué te ríes?
-De nada, de nada - seguía riendo.
Todos se callaron, pero la madre de Blanca no tardó mucho en romper el silencio para cambiar de tema.
-Pues hoy he visto que en la casa de enfrente había movimiento. Estaban enseñando la casa y creo que el cartel de "Se vende" ya no está.
-Nuevos vecinos - reaccionó Emma sonriente.
-Eso parece - dijo Blanca.
La cena no se alargó más de cinco minutos más, cuando los hermanos recogieron una parte de la mesa para acudir a sus habitaciones
Blanca subía las escaleras detrás de Dani y antes de entrar cada uno en su cuarto, ella le llamó.
-Eh, Dani.
Dani la miró - ¿Qué?
-¿De qué te reías antes, en la cena?
-¿A parte de tus pelos?
-Sí.
-No sé, -rió. - Te conozco y sé lo que pasa. Además, mientes fatal. A mí por lo menos no me engañas.
-¿A qué te refieres? - se cruzó de brazos.
Dani soltó un gran suspiro.
-Estas con ese ¿Verdad? Con Lucas.
-Pues... algo así, pero, sigo sin encontrarle sentido a que te haga tanta gracia.
-Déjalo Blanca, - abrió la puerta de su cuarto - buenas noches.
-Buenas noches... - abrió ella también la puerta de su cuarto pensativa. Tras entrar y cerrar la puerta, se tiró a la cama algo cansada.
Se quedo un instante mirando al techo y empezó a reírse.
Tras aquel momento de felicidad que le proporcionó el recuerdo de aquella tarde, alcanzó su móvil, intercambió algunos mensajes con Ángela y apagó el aparato para poder descansar.
La noche transcurrió de manera tranquila para todos y al día siguiente, tal como habían quedado, Blanca y Ángela se pasaron toda la mañana de tienda en tienda buscando un vestido para la fiesta.
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El septiembre que nos sobra y el agosto que nos falta © TERMINADA | EN EDICIÓN.
Ficção Adolescente¿Puede el amor convertirse en un arma? ¿Puede la amistad vencer a la muerte? ¿Puede tu mayor pasión convertirse en tu sentencia final? ¿Son los ángeles de la guarda tan idílicos como creemos? Descubre todos los rincones de esta impredecible historia...