Capítulo 35

133 46 14
                                    

Había llegado el día. El odioso día en que Ángela no volvería a permanecer sobre el suelo, si no debajo de él.

Blanca no durmió en absoluto, pero sí comió, como le había dicho a Lucas que haría, pero dormir, no pudo de ninguna de las maneras. Se pasó toda la noche viendo aleatoriamente películas o capítulos de la series que le encantaba ver junto a Ángela aunque ambas se supieran ya hasta los diálogos.

Aunque ella no hubiera muerto, se sentía como si lo estuviera. Había quedado un vacío tan enorme que ni quiera podía pensar, solo mirar la tele y secar las lágrimas que caían intermitentemente por sus mejillas. Era horrible. Nada tenía sentido, tan solo respiraba por inercia.

Cuando llegaron las siete de la mañana, Blanca se levantó, apagó la tele y llevó todas las cajas de los CDs hasta su cuarto para tirarlos sobre la cama.

Se acercó al espejo de su cuarto y se recogió el pelo concienzudamente con un moño bajo usando las pinzas que tenía en una cajita de la estantería más baja. Hasta su pelo parecía haberse oscurecido. Dos mechones cortos se resistían a ocultarse en el recogido y quedaron sueltos meneándose junto al rostro desencajado de Blanca.

Tenía unas ojeras que se veían a kilómetros y estaba pálida y sin fuerzas.

Sus ojos estaban hinchados y habían perdido su alegría y su brillo por completo.

Se quitó lo que llevaba y se quedó mirando a su armario largo rato. Al fin eligió unos vaqueros negro y una camiseta también negra de manga corta que la estaba grande. Caminó descalza y buscó en su zapatero algo que pudiera ser adecuado pero lo más parecido que encontró fueron unas Vans negras. Se las puso con unos calcetines también negros y al levantarse del suelo sintió un ligero mareo que la llevó a apoyarse en el escritorio con los ojos cerrados. Respiró hondo y después se dirigió al baño. Daba pena solo verla, parecía que la muerta era ella. Se lavó la cara y los dientes antes de bajar abajo a prepararse otra infusión. Desde el accidente había gastado medio almacén de cajas de infusión por lo menos.

Se tomó la infusión lentamente observando el reloj. Eran ya las ocho y los demás comenzaron a bajar también ya preparados. No hubo ni una palabra. Raquel y Dani desayunaron también escasamente y recogieron rápido.

Emma se quedó en casa de una amiga y Blanca acudió al cementerio junto a su hermano y su madre.

Al llegar, había un montón de gente. Unas cuantas pelirrojas estaban todas arremolinadas y con tan mal aspecto como Blanca tratando de mantener una conversación, eran seguro tías maternas de Ángela y alguna prima más mayor. Había mas gente por allí, algunos fumando, mirando al suelo, tratando de mantener las lágrimas, etc. Conocía algunas personas de la familia del padre y otras tantas de la de la madre pero no era capaz de acercarse a decir nada.

Se le partió el alma al ver por allí también a los abuelos de Ángela.

Blanca y sus acompañantes caminaron un poco más hasta quedarse en un lugar intermedio parados.

Por allí vieron a Pablo con su madre ya que su padre estaba fuera al igual que el de Blanca.

También Lucas estaba allí acompañado de su madre. Lucía e Ismael eran los únicos que traían a ambos padres consigo. Bruno también estaba presente junto a su abuela.

La ceremonia pasó con normalidad y horriblemente para los jóvenes que nunca habían presenciado nada así, además de tratarse de quién se trataba.

Blanca y los demás se mantuvieron firmes y sin soltar una lágrimas más al contrario que Ismael, que estaba absolutamente superado por todo aquello.

El septiembre que nos sobra y el agosto que nos falta © TERMINADA | EN EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora