Capítulo 38

116 45 13
                                    

Había llegado un cuarto de hora tarde. Igual ella se había ido ya.

Miró su móvil y no había ningún mensaje ni ninguna llamada más, y eran las nueve y cuarto.

Lucas le mandó un par de mensajes a Blanca pero no le llegaban, así que llamó a Dani. Ahí es donde todos se preocuparon de verdad.

-¿Pero entonces no está en casa? ¿Estás seguro? -Preguntó incrédulo Lucas.

-¡No! No está en casa, me dijo que iba a la pradera y después tu irías con ella.

-He venido un poco más tarde pero la he buscado por aquí y no está, a no ser que se haya ido hacia el bosque, pero con la que está cayendo, me parece raro.

-Lucas, Crimea lleva un día sin aparecer por la pradera, Blanca estaba muy preocupada, puede que haya ido a buscar algún rastro.

Lucas bufó y se pasó una mano por el pelo -¿Tú crees?

-Es bastante probable.

-Pero es casi de noche. ¿A donde va ella sola por ahí a estas horas?

-Está con Bady.

-El perro.

-Sí. Tenemos que encontrarla, a mi madre la va a dar algo.

-No la vamos a encontrar de noche.

-¿Y qué hacemos? La dejamos pasar la noche por allí? Está peor de lo que crees, no ha superado lo de Ángela ni un poco.

-Me hago una idea, me doy cuenta estando con ella, pero escucha Dani, igual no está aquí.

-La conozco, está allí, seguro.

-Bueno... vale, pues... habla con tu madre, tenemos que encontrarla.

Los chicos se despidieron y al colgar, Lucas dio una fuerte patada al tronco del árbol bajo el que se resguardaba.

¿Estaba perdiendo la cabeza? ¿Habría pasado algo? Estaba claro que tenían un problema.

Al poco rato, Dani llego corriendo con una mochila y seguido de Pablo, al que había llamado para que les ayudara.

Lucas miró serio a Pablo y este intentó acabar la tensión con un saludo que no obtuvo respuesta. Blanca le había hablado ya de las intenciones de Pablo hacia ella.

Dani sacó linternas de la mochila y un chubasquero para cada uno. Aunque la lluvia parecía aflojar, todos se lo pusieron para no mojarse más.

Acordaron que Lucas se quedaría por la pradera y Dani y Pablo buscarían por el bosque.

Mietras tanto, Blanca seguía asustada, era ya casi noche cerrada, pero la lluvia había aflojado un poco, así que se puso de pie seguida de Bady para moverse.

Antes de marchar, se acercó a un árbol bastante más joven que el que les había resguardado, y ató allí, más o menos como pudo, la cabezada de Crimea, como señal de que allí era donde había perdido el rastro de las huellas.

Tras esto, Blanca buscó el riachuelo, que se encontraba cerca y lo siguió a contra corriente.

Sus pasos eran rápidos y decididos, el corazón le latía fuerte y su respiración parecía angustiada.

En un par de ocasiones estuvo a punto de perder el equilibrio por el suelo tan resbaladizo de la zona.

Había tardado más de dos horas en llegar allí y le quedaba un largo camino de vuelta. Todos estarían ya muy preocupados.

El septiembre que nos sobra y el agosto que nos falta © TERMINADA | EN EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora